Estrellas y leyendas, el proceso de relevo en la élite
Haaland y Mbappé parecen llamados a suceder a Cristiano y Messi en la cima, pero el liderazgo dentro de un club es un asunto distinto a destacar sobre el césped
El deporte no escapa a una inflexible realidad: hasta las fuerzas más poderosas son efímeras en cierto modo. Las leyendas lo son porque algún día dejamos de verlas, se despojan de esas capacidades para tomarnos por sorpresa y pasan a poblar nuestro recuerdo. Nadie escapa de este proceso, aunque tantas veces nos cueste imaginar algo distinto del presente.
En el fútbol, como en tantas disciplinas, los referentes mundiales se han ido sucediendo con el paso del tiempo. Cada generación ha tenido a sus figuras, a jugadores que han trascendido no ya a sus clubes sino a su propio deporte, hasta...
El deporte no escapa a una inflexible realidad: hasta las fuerzas más poderosas son efímeras en cierto modo. Las leyendas lo son porque algún día dejamos de verlas, se despojan de esas capacidades para tomarnos por sorpresa y pasan a poblar nuestro recuerdo. Nadie escapa de este proceso, aunque tantas veces nos cueste imaginar algo distinto del presente.
En el fútbol, como en tantas disciplinas, los referentes mundiales se han ido sucediendo con el paso del tiempo. Cada generación ha tenido a sus figuras, a jugadores que han trascendido no ya a sus clubes sino a su propio deporte, hasta convertirse en iconos ajenos al paso del tiempo. Con el impacto global inmediato de la actualidad, es un fenómeno acentuado en estos últimos años.
Si algo demuestra el deporte es que la competencia multiplica la capacidad de superación. Los claros dominadores suelen alcanzar esa categoría por tener duros rivales, adversarios que les obligan a reinventarse de manera permanente. Sentir esa amenaza del relevo es el mejor estímulo para la mente de un competidor, dispuesto a entregarse en cuerpo y alma para proteger el territorio.
Las grandes rivalidades que han pasado a la historia están repletas de ejemplos. Magic Johnson y Larry Bird como buenos iconos del baloncesto en los años 80, a quienes siguieron figuras como Michael Jordan y Kobe Bryant, entre otros. El tenis nos dejó el ejemplo de Bjorn Borg y John McEnroe, dos caracteres opuestos pero unidos por la misma pasión, como después nos ocurriría con las carreras de Roger Federer y Rafael Nadal, todavía actores en activo de una de las mayores rivalidades en la historia de la competición.
Anatoli Kárpov y Garri Kaspárov dejaron su huella en el ajedrez, como lo hicieron Martina Navratilova y Chris Evert en el tenis femenino. Ese testigo lo tomó también Valentino Rossi en el motociclismo, dominando y logrando hitos prácticamente imposibles de imaginar. Años después, ha sido Marc Márquez quien ha buscando romper esos números. En definitiva, deportistas que nos han hecho vibrar gracias a enfrentamientos directos o marcas históricas que estaban dispuestos a usar como motivación.
En el mundo del fútbol, quizá la disciplina de mayor impacto mundial, los últimos 10 o 15 años se ha vivido uno de los duelos más bellos de siempre. Cristiano Ronaldo y Leo Messi, situados por pleno derecho en ese pequeño grupo de grandes de la historia, un abanico que parecía cerrado a otra épica, han escrito un camino de rivalidad y talento mutuamente alimentado.
Cada fin de semana asistíamos a un cruce de cualidades competitivas. Un gol era respondido con un doblete, un campeonato recibía como réplica el trofeo al año posterior, en una cadena constante de hazañas sin descanso. Ambos han peleado por Champions y Balones de Oro, rompiendo cualquier marca anterior en lo relativo a premios individuales, distinciones y récords. En una era de impacto global, con deportes muy profesionalizados, han mantenido una grandeza como nunca antes se había visto. Esa capacidad para sostenerse en la cima les coloca en un escalón diferente del resto.
Hoy día, lejos de los clubes donde escribieron la leyenda, han entrado en una fase menos protagonista. También, es evidente, de inferior dominio. Eliminados de la Champions League en una fase temprana, con Cristiano incluso alejado de los trofeos individuales desde hace un tiempo, la pregunta que queda hacerse es clara. ¿Hemos asistido al fin de una era? ¿La rivalidad forma ya parte únicamente de la historia?
Muchos son los nombres dispuestos a tomar un testigo que parece inalcanzable. Los focos serán acaparados por otros, pero falta ver si esa pervivencia a la que hemos asistido tendrá un reflejo a corto plazo. Haaland y Mbappé parecen llamados a sucederles en esa cima, pero el liderazgo dentro de un club, tomar las riendas de un vestuario, es un asunto distinto a destacar sobre un terreno de juego. Todavía más hacerlo en un club de los grandes del fútbol europeo.
Mbappé es campeón del mundo con Francia y sabe lo que es jugar una final de la Champions League. Su historia de rumores con el Real Madrid es extensa y quién sabe si recalará en el equipo blanco al cierre de la temporada. ¿Llegarán él y el noruego a España para emprender una rivalidad en nuestro país?
El reinado de la nueva generación parece tener que esperar. Figuras como Karim Benzema, Robert Lewandowski, Mohamed Salah y Kevin de Bruyne siguen marcando un peso grande en Europa. Con carreras cada vez más largas, parecen dispuestos a ser una competencia feroz para el nuevo talento. Quizá esa resistencia sea la semilla definitiva para lanzar el hambre de los nuevos grandes ídolos.
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