La frustración de Cristiano Ronaldo en el Manchester United

El portugués no termina de encajar en el juego del equipo ni Rangnick de ver cómo aprovechar su talento goleador, ahora en sus peores cifras

Cristiano Ronaldo, el domingo en el partido del Manchester United contra el Leeds United en Elland Road.PETER POWELL (EFE)

Aparte de en la zona de las camisetas de la tienda de Old Trafford, uno de los primeros lugares donde se sintió la influencia del regreso de Cristiano Ronaldo al Manchester United fue en el rincón de la repostería del comedor de la ciudad deportiva, el Aon Training Complex. El portugués aprovechaba la hora del almuerzo para instruir sobre la importancia de la nutrición y las desventajas del azúcar, que él esquivaba con la misma vehemencia con la que hablaba. Después de estos sermones, pocos se lanzaban a por un pedazo de tarta. En particular, los jugadores más jóvenes.

No porque Cristia...

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Aparte de en la zona de las camisetas de la tienda de Old Trafford, uno de los primeros lugares donde se sintió la influencia del regreso de Cristiano Ronaldo al Manchester United fue en el rincón de la repostería del comedor de la ciudad deportiva, el Aon Training Complex. El portugués aprovechaba la hora del almuerzo para instruir sobre la importancia de la nutrición y las desventajas del azúcar, que él esquivaba con la misma vehemencia con la que hablaba. Después de estos sermones, pocos se lanzaban a por un pedazo de tarta. En particular, los jugadores más jóvenes.

No porque Cristiano les dijera directamente que no debían comerlo, sino por la seriedad con la que les explicaba lo que él hacía y por qué. El aterrizaje del portugués en un vestuario siempre supone una sacudida de exigencia, que comienza siempre por él mismo y suele tener un efecto como de descarga eléctrica sobre gran parte de quienes le rodean. David de Gea explicaba el fenómeno en una entrevista en EL PAÍS: “Solo con verle entrar por la puerta ya te entran ganas de hacerlo bien, de demostrar que estás al nivel. El tío se cuida mucho, trabaja mucho, es muy exigente consigo mismo. Eso es bueno para todos los chavales, que ven cómo tienes que cuidarte si quieres estar muchos años al máximo nivel”. Sin tarta.

Por supuesto, con eso no basta. El regreso de Cristiano a Old Trafford está resultando frustrante tanto para él como para los aficionados, que vieron cómo el despido de Solskjaer en noviembre y la contratación del alemán Ralf Rangnick para el banquillo no sirvieron para que el juego del equipo cogiera cuerpo. A principios de este mes cayeron eliminados en la FA Cup por el Middlesbrough, de Segunda, y en la Premier aguantan el cuarto puesto por los pelos, con señales de que se encuentran más cerca de quedar fuera de los puestos de Champions que de asaltar los primeros lugares del campeonato.

Han crecido las tensiones en el vestuario, se ha abierto el debate público sobre si Maguire debe seguir llevando el brazalete de capitán y hace semanas que se duda abiertamente si de verdad tenía sentido contratar a Cristiano.

No ha sido así todo el tiempo. Su vuelta supuso un chute emocional para la hinchada del United, temerosa durante el verano de que su viejo ídolo recalara en el City de Guardiola. El anuncio del fichaje, el 31 de agosto, en las últimas horas del mercado, fue una sorpresa hasta para Solskjaer. Enseguida se integró en el grupo de los portugueses y los hispanohablantes, algunos de los cuales se refieren en privado a él como El Bicho.

Después, su presencia ha funcionado como un enigma nunca del todo resuelto, primero para Solskjaer y luego para Rangnick. El plan no termina de acomodarse a él, ni él de encontrar acomodo en el plan que necesita el equipo. En la Premier registra sus peores datos goleadores en 17 años: 0,46 tantos cada 90 minutos. El bajón no parece solo atribuible a que acabe de cumplir 37 años, ya que la temporada pasada con la Juventus su promedio era de 0,93 y la anterior, de 0,96.

El United no termina de ajustarse arriba y tampoco abajo: David de Gea no recibía tantos tiros a puerta por partido (4,81) desde su última temporada en el Atlético, hace más de 10 años.

Mensaje de descontento

El panorama frustra al ambicioso Cristiano. Tanto que en enero concedió una entrevista en la que juzgó el momento con dureza. No es que no escondiera su descontento, sino que precisamente pretendía que su descontento se conociera: “Seamos sinceros. En los últimos cinco o seis partidos, ¿crees que el United ha jugado bien? No, todo el mundo lo sabe”, dijo. “Debe ganar la liga, quedar segundo o tercero. No concibo otra posición para el Manchester United. No acepto que nuestra mentalidad sea menos que quedar entre los tres primeros de la Premier”.

También lanzó un mensaje que pareció dirigido al banquillo: “Tenemos que meternos en la cabeza que somos capaces de cambiar las cosas ahora. Sé la manera pero no voy a decirla porque no sería ético por mi parte”. Unos días después, varios futbolistas se reunieron con Rangnick para manifestarle su desilusión.

El portugués también le ha mostrado su desacuerdo en público, como cuando en el partido contra el Brentford, con 0-2 a favor, lo cambió en el minuto 71. Cristiano salió maldiciendo. Rangnick se sentó a su lado, le agarró de la manga y le habló al oído: “Cuando seas entrenador, lo verás de otro modo”, contó luego que le había dicho.

No es entrenador, ni preparador físico, ni nutricionista, pero muchas veces tanto lo que dice como su ejemplo surten incluso más efecto. Como con el carro de los postres.

En cualquier caso, lo que se juega esta noche en el Metropolitano es la Champions, y ahí ha encontrando cierto consuelo: está en su mejor promedio anotador (1,26) desde la temporada 2015-16, en el Madrid, y ha marcado dos goles de último instante (contra el Villarreal y el Atalanta) de los que, en plena explosión, disipan dudas y reconcilian con la hinchada unos cuantos días.

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