Lucas Eguibar cae en semifinales
El ‘rider’ donostiarra, séptimo, consigue de nuevo un diploma olímpico en snowboard cross tras el alcanzado en Sochi hace ocho años
Tras una larga y laboriosa mañana, cinco descensos, dos a solas, tres en pelea con tres rivales más sobre montículos, módulos y cerrándose en peraltes, y un milagro, Lucas Eguibar, y su espalda molida, dijo adiós a sus esperanzas de medalla en la penúltima valla, la de las semifinales en snowboard cross. No pudo llegar más lejos después de una mala fase clasificación en solitario que le obligó a un descenso de más y le condenó a e...
Tras una larga y laboriosa mañana, cinco descensos, dos a solas, tres en pelea con tres rivales más sobre montículos, módulos y cerrándose en peraltes, y un milagro, Lucas Eguibar, y su espalda molida, dijo adiós a sus esperanzas de medalla en la penúltima valla, la de las semifinales en snowboard cross. No pudo llegar más lejos después de una mala fase clasificación en solitario que le obligó a un descenso de más y le condenó a encontrarse en octavos y cuartos con los peores compañeros de viaje posibles, y menos cansados pues se ahorraron 1.310 metros de circuito para descender sobre sus tablas deslizantes de los 2.043 metros de la cima del parque de Genting a la base de 1.888 metros haciendo constantes sentadillas lanzados sobre las olas de nieve. El hecho de pertenecer a la minoría goofy (los que llevan el pie derecho por delante) tampoco le ayudó mucho en un circuito en el que una de sus curvas a derechas (las que toman de espaldas) era tan cerrada que le era casi imposible tomar sin perder posiciones.
El donostiarra, de 28 años cumplidos, campeón del mundo en 2021, pasó los octavos gracias a una salida atómica, una calma que solo la experiencia da y una inteligencia de carrera única para llevar siempre la buena línea en la estela del alemán Nörl y cerrar los huecos en las curvas al otro alemán, Berg. Pasó los cuartos gracias a un golpe de suerte: salió lento y los tres rivales se le escaparon, pero gracias a eso no tropezó con los dos que se enredaron en persecución del austriaco Alessandro Haemmerle, inalcanzable. En semifinales, ante el mismo Haemmerle y el canadiense Eliot Grondin, de 20 años, el nuevo fenómeno de la especialidad, Eguibar volvió a salir retrasado. Y ya nadie se cayó delante. Él sí que sufrió una caída, le pasó de todo en un día de tanta peripecia: fue en la final de consolación para asignar del quinto al octavo puesto, cuando voló delante de él el italiano Leoni, y no puedo sortearlo. Aun así, terminó séptimo, el mismo puesto que en su debut olímpico a los 20 años en Sochi 2014. No era lo que esperaba ni por lo que tanto había luchado.
La victoria, disputada hasta la fotofinish de la final por Haemmerle y Grondin, se impuso el austriaco, un coetáneo y amigo de Eguibar que le había derrotado apretadamente en dos Mundiales, el júnior de 2013 y el absoluto de 2021. Entonces, el año pasado, Grondin quedó tercero tras ellos y dijo: “Qué honor, estar tan cerca de mis dos héroes de la infancia”. El niño se ha hecho hombre. El bronce fue para el veterano italiano, experto y astuto, Omar Visintin.
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