Pere Milla lanza al Elche
Un Alavés adormilado se mete en más apuros pese a adelantarse en el marcador
El Elche acabó arrollando al Alavés en un partido que se auguraba parejo, con dos equipos de la zona baja de la clasificación, en busca de la redención, pero apareció Pere Milla para rescatar a su equipo, apoyado por una banda izquierda incombustible, y la situación dio la vuelta en la segunda parte.
Mendilibar observaba desde un palco cómo sus jugadores salieron dormidos en la primera y en la segunda mitad. En el comienzo del partido tuvo suerte el Alavés con el criterio del...
El Elche acabó arrollando al Alavés en un partido que se auguraba parejo, con dos equipos de la zona baja de la clasificación, en busca de la redención, pero apareció Pere Milla para rescatar a su equipo, apoyado por una banda izquierda incombustible, y la situación dio la vuelta en la segunda parte.
Mendilibar observaba desde un palco cómo sus jugadores salieron dormidos en la primera y en la segunda mitad. En el comienzo del partido tuvo suerte el Alavés con el criterio del árbitro que le anuló un gol al Elche por un forcejeo entre Pere Milla y Duarte, pero en el regreso al campo después del descanso, el juez que decide no tuvo nada que decir del remate de Milla, a la segunda, en la primera acción tras la pausa. Empanados los vitorianos, esa jugada marcó el devenir del partido.
Había conseguido el Alavés rehacerse del susto del inicio, y atemperar los sulfurosos impulsos del Elche, y además golpear donde más duele, machacando la portería de Badía poco después del cuarto de hora, en un centro desde la izquierda de Rioja en el que Joselu, siempre el gallego, metió el pie junto al segundo palo para adelantar a su equipo.
El sofocón ilicitano después del gol en contra se sustanció en alguna llegada feroz que se quedó en nada, y poco a poco, con el paso de los minutos, se desinfló su globo. El Alavés tenía el marcador a favor y empezaba a imponer su modo de ver las cosas, y así fue hasta el descanso, pero el agüita del vestuario le sentó mal a los jugadores vitorianos que volvieron a salir con la caraja, dormidos. En la primera que tuvo el Elche anotó el empate y allí se acabó el Alavés. Pere Milla fue el ejecutor.
Decidió Mendilibar quitar del campo a Joselu, que se marchó enfadado, y desactivó con esa alternativa el juego de ataque de su equipo, una cuestión que quedó en evidencia cuando Milla, otra vez, en una jugada por la izquierda, el agujero negro de los visitantes, que no acabaron de detectar a Mojica en ningún momento, culminó con un remate delicioso la acción coral del Elche, que remontaba el partido.
Ya estaba muerto el Alavés cuando todavía quedaba mucho tiempo para que muriera el partido. No les salía nada a los albiazules, los cambios no mejoraron nada, y el equipo de Francisco jugaba a placer, sin estrechuras de ningún tipo, casi sin inquietud, pese a lo apretado de un marcador que se amplió en el tramo final con una jugada primorosa que comenzó Fidel después de un robo, mejoró Carrillo con un taconazo a Boye, que se la puso otra vez a Fidel, implacable en el remate, para poner al Elche en la zona templada.
Los alicantinos no conseguían encadenar cinco partidos sin perder en Primera División desde los años sesenta, que ya han pasado décadas. El Alavés sigue en apuros, cada vez más gordos. Cuando no se puntúa es lo que pasa.
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