Un Madrid jabato
El Real funde al Elche en una prórroga en la que se quedó con 10 por la expulsión de Marcelo y en la que encajó el 1-0 antes de la remontada final con goles de Isco y Hazard
Un Madrid jabato se rebeló a última hora y con todo en contra remontó la eliminatoria al Elche en una prórroga con muchas tramas. En ese periodo fue expulsado Marcelo y de inmediato marcó Verdú. A un paso de tragarse la Copa irrumpieron dos teloneros, Isco y Hazard, para mandar a la lona a un Elche corajudo que se vio a un paso de la gesta. Pero esta Copa no parece asunto menor para este Real en horas voraces y en el que todos sumaron, de Lunin a Ceballos, cuando el equipo estaba ante una etapa alpina en el final del tercer periodo.
Mucho antes del do pecho visitante, en Elche y en todo...
Un Madrid jabato se rebeló a última hora y con todo en contra remontó la eliminatoria al Elche en una prórroga con muchas tramas. En ese periodo fue expulsado Marcelo y de inmediato marcó Verdú. A un paso de tragarse la Copa irrumpieron dos teloneros, Isco y Hazard, para mandar a la lona a un Elche corajudo que se vio a un paso de la gesta. Pero esta Copa no parece asunto menor para este Real en horas voraces y en el que todos sumaron, de Lunin a Ceballos, cuando el equipo estaba ante una etapa alpina en el final del tercer periodo.
Mucho antes del do pecho visitante, en Elche y en todo el universo futbolístico la gente se frotaba los ojos. A los 10 minutos, el arcano de la temporada, del siglo quizá. Solo cabía pensar en algún concilio de brujería contra el delantero argentino Guido Carrillo. A Marcelo se le salió la cadena, Josan avanzó y citó a su colega con el gol más parvulario de su vida. A un metro de una portería abierta de par en par, sin cocodrilos alrededor, Carrillo golpeó con la zurda y la pelota debió sufrir un esguince. O algún vahído, vaya usted a saber, porque se estrelló en el larguero. Pies de sapo. Un toque con el juanete, con los cordones, hubiera servido. No a Carrillo, que de un millón de veces que repitiera el estrepitoso remate no le saldría igual. Quedaba revisar los rayos x de la televisión. Nada de nada, ni una mosca que justificara la colosal pifia.
La jugada sirvió de sonajero al partido. De entrada, nadie se sublevó entre el pelotón de suplentes alistados por Ancelotti. Un Madrid sin siete titulares, con Camavinga de Casemiro, Valverde de Modric, Jovic de Benzema... El Real, confiado por Carrillo, tramitaba la Copa. Sin más. Sin chicha, sin arrebatos. Por entonces, todo muy sosaina. El Elche, también con bajas, a lo suyo. Es un equipo cristalino. Se apiña bien y se despliega con los extremos como ventiladores. Sobre todo por la izquierda, donde le impulsan Mojica y Fidel. El punto final, Carrillo esta vez. Futbolista con mejor cabeza que pies, el delantero tiró de pértiga y cazó dos remates aéreos. Uno salió desviado, el otro lo rechazó con solvencia Lunin, aguador de Courtois.
Tardó en reaccionar el Madrid, que encontró en el eterno Marcelo la mejor vía de escape. No hubo avisos ante Werner, guardameta local, hasta que el capitán madridista se asoció con Vinicius. El cruce de caminos de dos virtuosos de ayer y hoy. Intimaron los brasileños y el tercero, Rodrygo, casi sella el gol tras una virguería de Marcelo. No hubo más ingenio en el Real, limitado al compás de Kroos y poco más. Al descanso, una cháchara unánime. Cientos de mesas redondas intentando razonar lo irrazonable: el increíble no gol de Carrillo.
Espabiló el Madrid tras la tregua, más suelto, más decidido. Le faltó pericia a Jovic en un remate, pero Vinicius y Rodrygo percutían con mayor insistencia. De Lunin ya no había noticias, con el Elche cada vez más encapotado.
Pasada la hora intervino Ancelotti. Por si alguien hubiera sospechado lo contrario al revisar la alineación titular, dejó constancia de que la Copa no es un apeadero. Un toque de corneta a los pretorianos. Entraron Casemiro y Modric por los irrelevantes Valverde y Camavinga. Otra sintonía. Al cuadro ilicitano el encuentro ya se le hacía muy largo. Sin la pelota atada, solo encontraba refugio en el rancho de Werner, cada vez más en alerta. El meta argentino estuvo solvente en un disparo con mala uva de Casemiro.
Cuando más apretaba el equipo madridista el técnico italiano tomó una decisión inesperada. Sacó del área de Werner a Jovic y repescó a Isco como solución ortopédica. Un Madrid sin arietes para rastrear el gol. El Real no dio con los atajos que debió prever Ancelotti y el duelo derivó al tercer tiempo, el segundo para el Madrid en sus tres últimos retos. Mucha tralla para el mercafútbol de estos tiempos, con la gente muy cascada con tanto ajetreo.
Frescos andan Hazard y Ceballos, relevos de Rodrygo y Kroos para la última media hora. No hubo turno para Bale. Hace tiempo que ya no se sabe para qué está, ni cuando está. En Elche sí estaba, y con pisadas certeras, Marcelo. Pero una contra local le pilló como último antidisturbios y su zancadilla a Morente le condenó a la expulsión. De esa falta de Marcelo surgió el gol de Verdú tras un rebote en Ceballos. Un engorro de prórroga, en desventaja en el marcador, rebajado a 10 jugadores, sin chacales en el área de Werner... Con todo en contra resurgió el Madrid e Isco y Hazard fundieron al Elche. Dos jugadores salidos del cuarto oscuro para hacer descarrilar al rival. Un Elche que tanto maldijo el discutible gol anulado en el último suspiro a Fidel —tras un forcejeo entre Verdú y Lucas Vázquez— como la rebeldía final del Real. Y, por supuesto, dos horas después nadie se había olvidado de Carrillo.
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