El ‘esto es lo que hay’ se apunta en masa al Mundial
Los progresos del Barça se corresponden con la excepcional aportación de sus jóvenes y la implicación general
El Barça abandonó en Mallorca la dañina etiqueta que le acompañó en los últimos tiempos. Aquel “esto es lo que hay”, pronunciado por Piqué después del empate en Cádiz, se adhirió al equipo como una lapa. Fue el cómodo diagnóstico que agudizó el desánimo general en el club. La pegatina, que ya denotaba problemas de adherencia en los últimos partidos, se desprendió definitivamente en Son Moix. El esto es lo que hay por antonomasia —una alineación integrada por jugadores jóvenes, casi desconocidos en varios casos, suplentes cuestionados y gente fuera de sus posiciones naturales— se agarró al part...
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El Barça abandonó en Mallorca la dañina etiqueta que le acompañó en los últimos tiempos. Aquel “esto es lo que hay”, pronunciado por Piqué después del empate en Cádiz, se adhirió al equipo como una lapa. Fue el cómodo diagnóstico que agudizó el desánimo general en el club. La pegatina, que ya denotaba problemas de adherencia en los últimos partidos, se desprendió definitivamente en Son Moix. El esto es lo que hay por antonomasia —una alineación integrada por jugadores jóvenes, casi desconocidos en varios casos, suplentes cuestionados y gente fuera de sus posiciones naturales— se agarró al partido y lo ganó.
La victoria sitúa al Barça en quinta posición de la Liga en el cierre de la primera vuelta, a un punto del cuarto (Atlético de Madrid) y dos del tercero (Betis). A su espalda queda un equipo (la Real Sociedad) que parecía inalcanzable hace un mes. Es más que factible el angustioso objetivo que se marcó el barcelonismo esta temporada: alcanzar un puesto entre los cuatro primeros del campeonato, garantizarse la plaza en la próxima Liga de Campeones y gestionar el fichaje de unas de esas estrellas que de ninguna manera aceptan jugar la Europa League.
Golpeado por la ómicron-covid, furioso equipo que ha decidido añadirse sin permiso al campeonato, el partido contra el Mallorca reunía las condiciones perfectas para la derrota del Barça, que en su anterior versión encontraba mejores razones para justificar las decepciones que para demostrar el carácter de un gran club en la adversidad. Xavi hizo lo contrario. “Somos el Barça”, declaró en la previa al encuentro. Después cosió la alineación como pudo.
La victoria no fue anecdótica, ni milagrosa. Figurará entre las más importantes de la temporada porque el Barça consiguió un rédito altísimo en las peores condiciones posibles. Jugó por encima de lo previsto en el primer tiempo —dominio, ocasiones, un gol, dos remates a los palos, buen trazo general— y redescubrió el porterazo que es Ter Stegen en una parada portentosa, de brazo diseñado en la factoría Marvel.
Los progresos del Barça se corresponden con la excepcional aportación de sus jóvenes y la implicación general. Es posible que nadie vuelve a hablar de Ilias, Ferrán Jutglà o Luuk de Jong —delantera titular en Mallorca— cuando regresen Depay, Ansu Fati y Dembélé, debute Ferran Torres y quizá aterrice Morata, pero no debería olvidarse su aportación en el último partido de la primera vuelta. Se trataba de la edición esto es lo que hay multiplicada al cubo, pero la respuesta fue irreprochable.
La situación del Barça empuja a una paradoja que afecta a todo el fútbol español, representado en la selección que acudirá al Mundial de Catar. No habrá equipo que aporte más cantidad de jugadores a la convocatoria de Luis Enrique, creyente irreductible en el talento de unos jóvenes sin otras credenciales que su impacto inmediato en uno de los momentos más críticos en la historia del FC Barcelona.
En condiciones normales, a nadie extrañaría ver en la lista del Mundial a Ansu Fati, Pedri, Gavi y quizá a Nico González. Difícilmente faltarán Busquets y Jordi Alba. Eric García ingresa siempre en las convocatorias del seleccionador. Ferran Torres es un fijo. Si Morata ficha en el mercado de invierno, la mitad de la nómina española en el Mundial estaría integrada por jugadores de un equipo por el que nadie daba un euro hace dos meses.
Entre otras muchas de sus características, el fútbol invita a la contradicción y a la esquizofrenia. Sobre el “este es lo que hay” de ayer, ya en claro proceso de superación, se edificará una selección obligada por historia y prestigio a desempeñar un papel relevante en el Mundial.
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