El muro que ciega al Real Madrid
Los blancos, que no ganan ninguno de los partidos en los que tienen más posesión, confirman en Getafe su problema ante las defensas acantonadas
Más allá del permiso vacacional extra que se tomó el Real Madrid en Getafe, según el análisis público de Carlo Ancelotti, el decepcionante paso de los blancos por el Coliseum confirmó lo que ya había asomado en los dos meses previos: no hay, de momento, plato más indigesto para el líder de la Liga que un equipo bien acantonado atrás con una defensa de cinco. Sus últimos tres patinazos -Osasuna (0-0), Cádiz (0-0) y ...
Más allá del permiso vacacional extra que se tomó el Real Madrid en Getafe, según el análisis público de Carlo Ancelotti, el decepcionante paso de los blancos por el Coliseum confirmó lo que ya había asomado en los dos meses previos: no hay, de momento, plato más indigesto para el líder de la Liga que un equipo bien acantonado atrás con una defensa de cinco. Sus últimos tres patinazos -Osasuna (0-0), Cádiz (0-0) y Getafe (1-0)- ofrecieron un guion muy semejante y evidenciaron las enormes dificultades de los merengues para atacar este tipo de dispositivos recubiertos con doble capa de acero. Este domingo, además, con el agravante de un error fatal de Militão que acabó decidiendo el encuentro.
El escollo es un clásico para los grandes, aunque la falta de respuestas y finura de los blancos en este tipo de escenarios empieza a ser notable. “No ha sido solo ante el Getafe. Estamos teniendo problemas cuando jugamos contra líneas de cinco atrás. Los partidos que no hemos ganado han sido estos. Hay que trabajarlo”, admitió Casemiro en caliente, sin necesidad de que hurgaran en la cuestión. Vencedor en los duelos frente a los siete siguientes clasificados de la tabla, el Madrid se queda a ciegas ante propuestas ofensivas menos ambiciosas, pero con retaguardias muy atornilladas. Tres modestos han descubierto la primera grieta estructural del líder desde que este cogiera carrerilla, y en el maratón semanal de la Liga le esperan unas cuantas pruebas más de este estilo de aquí a mayo.
Su problema, en realidad, es coherente con sus virtudes y ofrece una información relevante para entender la identidad del conjunto de Ancelotti hasta ahora. Después de un inicio de curso con un aire experimental, el italiano terminó encajando las piezas cuando ordenó a su 4-3-3 echarse un poco atrás para buscar los espacios con Vinicius y Benzema. El de Reggiolo, protector de los suyos pero siempre dispuesto a explicar los conceptos futbolísticos -a diferencia del hermético Zidane-, lo argumentó claramente en diciembre. “No tenemos centrocampistas que puedan defender a campo abierto. Con el bloque bajo estamos más cómodos. No es muy estético y no somos muy intensos en el aspecto defensivo, pero lo hacemos bien”, explicó el entrenador blanco. Modric, eso sí, dejó caer que “a lo mejor” les gustaría “tener un poco más el balón”. En todo caso, el plan, ejecutado especialmente contra el Atlético, Inter y el doble duelo ante el Shakhtar, les aportó jugosos beneficios.
La asunción de Ancelotti
Sin embargo, en jornadas como las de Getafe, Cádiz y Osasuna, la estrategia del rival saca al Madrid de su zona de confort, le obliga a hacer cosas para las que no se siente tan dotado y la mejoría anotadora experimentada este curso tras tiempos de carestía se queda en nada: cero goles a favor en estos tres duelos, los únicos, junto al 0-0 del Villarreal en casa, en los que no ha marcado. Sobre ello también ha hablado sin problemas Ancelotti. “Estos partidos son complicados para nosotros. Tenemos extremos muy fuertes en el uno contra uno, pero en estos encuentros nos falta presencia en el área”, admitió el italiano ante Osasuna después de que su equipo realizara hasta 39 centros. Dos meses después, tras tropezar en la misma piedra contra el Cádiz, el análisis fue prácticamente calcado. “Son partidos que nos cuesta jugar por nuestras características. No teníamos espacios”, justificó hace dos semanas. Esa noche, el Madrid acumuló el 82% de la posesión.
El manido concepto de la posesión aporta un dato interesante en este escenario: no ha ganado ninguno de los cuatro choques de la temporada en los que más ha amasado el balón. Además del choque frente al ejército de Álvaro Cervera, eso le ocurrió también ante el Sheriff en casa (76%, 1-2), Osasuna (75%) y Getafe (74%). Sin embargo, sus guarismos más bajos en este apartado casi siempre han coincidido con victorias: Barcelona (48%), Real Sociedad y Betis (49%), Inter en el Bernabéu (50%) y Sevilla (53%). Con una excepción, el Villarreal en la Castellana (0-0 con un 49%) al inicio de campaña. Acaparar más la pelota, lejos de traducirse en más goles, lo ha dejado a cero en estos tres partidos ligueros que describen el atasco y con una cifra de tiros a puerta inferior a su media de 6,4 en todo el curso. Salvo los nueve ante el Cádiz, contra Osasuna se quedó en tres y el domingo, en cuatro.
Detectada la precariedad en estas circunstancias, las maniobras de Ancelotti han sido casi siempre las mismas: Hazard por detrás del punta para abrir vías en mitad del bosque de piernas (su actuación más potable fue en la segunda parte del Cádiz); Marcelo como elemento desestabilizador por la izquierda (la mitad de sus minutos en Liga han sido como recurso ante Osasuna y Getafe); y la carga final con un segundo delantero rematador para paliar ese déficit de presencia en el área que advirtió el técnico blanco. Sin embargo, nada de eso le ha sacado de momento del brete. Los pequeños afligen al líder.
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