Un Atlético natural apaga al Rayo
Sólido, con cada jugador en su posición, el equipo de Simeone se impone al de Iraola con una mejora sensible con la pelota y un gran Correa
Con cada jugador en su puesto más natural, sin concesiones defensivas y con una precisión con pelota más que digna, el Atlético rebajó al pintón Rayo Vallecano, que se presentaba en el Metropolitano para tratar de confirmar su condición de equipo revelación de la primera vuelta. Defraudó el Rayo y convenció el Atlético, liberado por las pillerías callejeras de Correa en los dos goles que decidieron el encuentro.
Obligado a buscar soluciones por el juego, por los resultados y por las numerosas bajas pandémicas, Simeone optó por la naturalidad en su regreso al 4-4-2. Los dos laterales más...
Con cada jugador en su puesto más natural, sin concesiones defensivas y con una precisión con pelota más que digna, el Atlético rebajó al pintón Rayo Vallecano, que se presentaba en el Metropolitano para tratar de confirmar su condición de equipo revelación de la primera vuelta. Defraudó el Rayo y convenció el Atlético, liberado por las pillerías callejeras de Correa en los dos goles que decidieron el encuentro.
Obligado a buscar soluciones por el juego, por los resultados y por las numerosas bajas pandémicas, Simeone optó por la naturalidad en su regreso al 4-4-2. Los dos laterales más puros del equipo, Trippier y Lodi, un central diestro, Giménez, y otro zurdo, Hermoso. Al anclaje en el medio, De Paul y Kondogbia, uno de toque largo y el otro más de conducciones. Carrasco y Lemar los escoltaron sin jugar a pie cambiado y Correa, un segundo punta, acompañaba a Suárez. Todo muy ortodoxo, aunque también con cierto punto de precaución en el arranque por el respeto que se ha ganado el Rayo. También tenía bajas sensibles Iraola. Sobre todo la de Álvaro García, fundamental en esos despliegues en velocidad que tanto están dando que hablar. La suplencia de Trejo también rebajó en el primer tiempo el perfil de este Rayo fardón y dominador de arranque, pero poco afilado. Entre otras cosas porque el Atlético no le dejó correr. Primero porque el equipo en general perdió menos balones. Después porque Kondogbia fue un pulpo que acabó imponiéndose en cada intento del Rayo por progresar. Con esos niveles de precisión mínima que se le puede exigir a un equipo de élite y más estable, el Atlético comenzó a fluir por los costados. A la izquierda, Lodi, con aventuras de potencia. A la derecha, Carrasco, en plan virguero en la banda en la que menos le agrada jugar. Una mala entrega de Luca Zidane, que no era titular desde la primera jornada, y una pelota sisada de Luis Suárez a Saveljich pusieron al charrúa frente al gol. En una remató blando, en la otra su intento de vaselina no cogió puerta. No le acompañó la técnica a sus finas intenciones al charrúa, al que Simeone apuraría hasta el minuto 70 en busca de una dosis de autoestima con un gol.
Cada vez con más poso, con Kondogbia y De Paul cada vez más mandones, el gol nació de una diagonal del argentino del medio a la derecha sorteando contrarios. Cuando estuvo pegado a la cal, pisó la pelota y buscó a Carrasco a la espalda de Fran García. El belga ganó apurado la línea de fondo y rescató la pelota arrastrándola con la espuela derecha. El centro atrás y el remate de Hermoso fue bloqueado de primeras por un defensa del Rayo. De la aglomeración de piernas que se formó salió el balón suelto. Una pelota ideal para un futbolista de salón como Correa, con instinto para buscar un agujero donde no lo hay. Esta vez fueron las piernas de Luca Zidane.
Esa naturalidad que desprendía el Atlético también benefició a Correa, que suspira por jugar siempre en las inmediaciones del área con libertad. Con esa misma sensación de que cada pieza estaba en su sitio, el Atlético no reculó y compareció en el segundo tiempo con el mismo molde. Jugó el equipo con cara de confortado por primera vez en mucho tiempo. No le aparecieron las dudas. Siguió machacón y serio y fue capaz de dibujar ese tipo de jugadas que llenan el ojo. Una transición llevada de derecha a izquierda nacida en campo propio. De Paul le sacó rápido al pie una falta a Kondogbia, este divisó a Lemar entre líneas y el francés estiró la jugada hasta Lodi. Por el medio apareció Correa para adelantarse a tres defensas del Rayo y empujar el buen pase del brasileño. Otra demostración del argentino para encontrar el espacio justo. Esta vez para aparecer.
Sin tajo para Oblak
El gol terminó de apagar al Rayo, que había recobrado algo de su fútbol amenazante. La velocidad con la que defendió la jugada de ese segundo tanto recalcó que apenas hubo huellas de ese equipo pintón que ha estado a un punto de firmar la primera mejor vuelta de su historia.
Sólido, el Atlético siguió disfrutando con acciones individuales. Un pase filtrado de Luis Suárez a Lemar lo picó cruzado con suavidad el francés para salvar la salida de Luca Zidane. Medio palmo faltó para ser gol. Las alegrías del Atlético siguieron con la tarde desequilibrante de Carrasco. Si jugar en la derecha le dio desborde natural, cuando pisó área para rematar echó de menos jugar a pie cambiado. Le costó definir con la derecha en una primera ocasión y en una segunda su zurdazo lo repelió el palo.
Apenas reaccionó el equipo de Iraola. Fue tan distante su partido de lo esperado que Oblak, también por primera vez en mucho tiempo, no se manchó el traje. Tras cuatro derrotas consecutivas, el Atlético recuperó la senda de la victoria por la vía de la naturalidad.
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