El Madrid es un fórmula 1
El equipo de Ancelotti, sólido y maduro, despacha a un gris Atlético con goles de Benzema y Asensio y se dispara en cabeza antes de que concluya la primera vuelta
No hay quien corte el paso a este Madrid desatado que está cerca de reventar la Liga en medio campeonato. No es un equipo de ensueño, pero tiene las mejores vetas y las explota de maravilla. Para como nadie Courtois, defienden como marines Alaba y Militão, ilustran Kroos y Modric y no hay mejores chacales que Vinicius y Benzema. Ya suma Asensio y siempre forman al grito de ¡presentes! Carvajal, Casemiro y algunos más. Muchas armas para un Atlético que ni con el viento a favor de Oporto. Dejó correr al Real y fue su tumba. Le faltó metralla y se quedó chato ante ese fórmula 1 que es hoy ...
No hay quien corte el paso a este Madrid desatado que está cerca de reventar la Liga en medio campeonato. No es un equipo de ensueño, pero tiene las mejores vetas y las explota de maravilla. Para como nadie Courtois, defienden como marines Alaba y Militão, ilustran Kroos y Modric y no hay mejores chacales que Vinicius y Benzema. Ya suma Asensio y siempre forman al grito de ¡presentes! Carvajal, Casemiro y algunos más. Muchas armas para un Atlético que ni con el viento a favor de Oporto. Dejó correr al Real y fue su tumba. Le faltó metralla y se quedó chato ante ese fórmula 1 que es hoy el Madrid.
En Chamartín se presentó el Madrid de carrerilla. En lo bueno y lo menos bueno, con Ancelotti un equipo perpetuo, reconocible de pies a cabeza. Enfrente, ese Atlético que se busca y se busca, un conjunto al que hay que descifrar en cada paso. En el derbi, de tanto rastrearse no dio con nadie. No hubo rojiblanco que sublevara. A Koke no le dio para vertebrar al equipo, Carrasco no tuvo auxilios y Griezmann y Correa iban de puntillas. Ni una pizca de osadía. Hasta el segundo tiempo, un Atlético aparatoso frente a un Real con mayor chasis. Este Madrid que se conoce al dedillo y se sabe puntual. Es cuestión de dar con la tecla de algún solista a partir del ordenamiento colectivo. Así fue.
El partido discurría con más colmillo que sutileza cuando Koke le dio un pase central a Modric. ¡A correr!, como le gusta a los blancos. Tan iluminado está Vinicius que el brasileño apareció por la orilla contraria a su posición natural. Suficiente para que los centinelas de Simeone se hicieran un lío. Fue tal el jaleo que con cinco piquetes en el área de Oblak, Benzema, el único madridista que anidaba por la zona, cazó una volea estupenda.
A la primera que tuvo el Madrid, el Atlético se fue a la lona. El azote exigía un golpe de pecho a los visitantes, pero más allá de algunos revuelos de Cunha y De Paul —con más remangue que fútbol— no hubo colchonero que se diera por enterado. Un equipo tieso, sin alguien que le articulara y sin profundidad. Sin ventiladores por los extremos y sin ingenio por los pasillos de los volantes. Un chollo para el Madrid, que solo tuvo un aviso antes de la tregua. Griezmann, la única vez que despejó la incertidumbre de su presencia o no en el duelo, lanzó una falta que puso en órbita a Courtois. El Cholo le dejó en la caseta al término del primer acto. Lo mismo que a Carrasco, otro sin huella. La presencia de Hermoso, que es un lateral de garrafón, le dejó como un llanero solitario, por lo general en asaltos continuos con dos contrincantes.
Al Madrid le bastaba con abrocharse a la espera de algún guiño de Vinicius, en retos esgrimistas permanentes con otro jamaicano de primera como Marcos Llorente. Hoy, incluso en días borrosos, el brasileño provoca canguelos a cualquiera. Golea y asiste. Acelera y tiene el freno adecuado. Vinicius ha empollado como pocos un curso intensivo de fútbol.
Tras la jugada del gol, una combinación con Casemiro no causó el segundo estropicio al Atlético por el instinto de Oblak, que sacó un brazo crucial. Sin grandes alardes, pero el Real transmitía toda la confianza que le falta al vecino. Este Madrid, seguro, solidario y maduro, necesita poco; este Atlético, mucho.
La llegada de João Félix tras el descanso junto a Lemar pareció agitar a los de Simeone, que por un rato tuvieron otro gancho cerca de Courtois. Ni se inmutó el Madrid, ya sin Benzema, rebajado de servicio tras su gol.
El efecto João se diluyó en cuanto su adversario tuvo la segunda gran oportunidad de gritar su banda sonora preferida: ¡A correr! Felipe eligió mal al salir a presionar a campo abierto, Jovic se encontró con Vinicius, que citó a Asensio en la sala de espera del gol que más le gusta. En el vértice derecho del área que le permite engatillar con su prodigiosa zurda. Tal cual: 2-0.
No había forma de que Simeone encontrara alguna vía de perforación. Algún plan que le sujetara al partido. Fue reclutando a Suárez, Lodi, Herrera... Nada. Alteró el sistema, con Kondogbia de central a mediocampista. Nada. Todo era opaco para los rojiblancos, salvo dos lanzamientos de Lemar para certificar que hoy no hay portero como Courtois.
En los del Metropolitano la alineación suena mejor por la megafonía que cuando sube el telón. Por ahora, no es aquel convoy de sacamuelas con el que Simeone etiquetó al renacido Atlético de este decenio. En búsqueda de un toque más versallesco hoy tiene mejores artistas que nunca, pero algo no ensambla del todo. En el Madrid todo resulta más familiar, máxime desde que Ancelotti ha decidido tirar hasta donde se pueda llegar con el mismo parentesco. Y no le va mal: a ocho y nueve puntos circulan Sevilla y Betis, respectivamente. A 13 puntos asoma el Atlético; a 18, en Marte, el Barça... Por lo que se ve, el único rival del Real sería el Real.
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