España pide paso en Qatar

El equipo de Luis Enrique funde a Suecia tras un partido cerrado en la noche de la graduación de Gavi y con un gol final de Morata, y logra una sufrida plaza directa para el Mundial

Morata pica el balón ante el guardameta sueco Olsen en la acción que supuso el gol del triunfo de España. MARCELO DEL POZO (REUTERS)
Sevilla -

España se ganó el embarque para Qatar 2022 y será tan mundial como lo viene siendo desde 1978. Como se preveía, no fue un paseíllo. Tampoco un partido para enmarcar de la Roja, obligada a gestionar un choque muy cerrado contra Suecia. Un duelo al que bien le pudieron sobrar porteros y porterías hasta que en el tramo final embocó Morata y en La Cartuja descorcharon por la megafonía a Raphael y Manolo Escobar durante la vuelta al ruedo ...

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España se ganó el embarque para Qatar 2022 y será tan mundial como lo viene siendo desde 1978. Como se preveía, no fue un paseíllo. Tampoco un partido para enmarcar de la Roja, obligada a gestionar un choque muy cerrado contra Suecia. Un duelo al que bien le pudieron sobrar porteros y porterías hasta que en el tramo final embocó Morata y en La Cartuja descorcharon por la megafonía a Raphael y Manolo Escobar durante la vuelta al ruedo de Luis Enrique y su tropa.

En la noche sevillana, jarana mayor para festejar una sufrida clasificación y, de paso, certificar la graduación del paisano Gavi, que disimuló de maravilla sus 17 años. Él tiró del convoy hasta el último instante, dispuesto en cada cruda batalla, incansable, aventurero... Gavi, el mejor solista del día en esta España gremial, en la que el grupo mancomunado está por encima. Un largo batallón de brigadistas que entran y salen al servicio de las innegociables ideas de Luis Enrique, líder autoproclamado desde su primer nombramiento. Poco a poco, la Roja es un equipo con sello, cada vez más familiar. Pero por su estilo y apuesta, no porque alguien sea capaz de recitar su alineación. Ni siquiera su espinazo. Por esa vía, desde el verano la selección ya engancha de otra manera, sus ventanas ya no son una molestia para el aficionado. La Eurocopa, la Liga de Naciones y ahora con el Mundial en el horizonte.

Morata pica el balón ante el guardameta sueco Olsen en la acción que supuso el gol del triunfo de España. Vídeo: MARCELO DEL POZO (REUTERS) | REUTERS

En La Cartuja madrugó bien España, que entró en el partido con sus señas de identidad. La pelota a sus pies e invasión del campo adversario. Raúl de Tomás, ariete natural esta vez, ganaba algunos asaltos. Gavi, el cadete, los ganaba todos. Todo a gusto del equipo de Luis Enrique. Suecia, a lo suyo, abrochada por el embudo. Sarabia, con un disparo combado, puso en alerta a los escandinavos, tan comprimidos en su terreno que no tenían forma de dar hilo a Isak, más bien extraviado toda la jornada.

Ya se sabe, el pelotazo no desordena. A la selección de Janne Andersson no le importa especular, no se impacienta ni aun con la obligatoriedad de vencer. Cuando por fin logró enchufar un ataque, al cuarto de hora, Forsberg remató con malas pulgas desde el balcón del área. Unai pegó un estirón para desviar el tiro, aunque el árbitro no percibiera la gran parada.

El trance tuvo miga. España se arredró. Y el juego local fue más chato. Quedaba un mundo, pero quien más quien menos suspiraba porque el tiempo menguara. El conjunto español se inclinaba por la izquierda, donde percutía con gancho Gavi, tan dispuesto para la intendencia como para hacer de sonajero entre líneas, socio de Jordi Alba y Dani Olmo. Pese a la osadía del chico, un avance de futbolista mosquetero para todo y con todos, España era demasiado previsible, porque por la otra orilla no había lanzaderas, con Azpilicueta más centinela que lateral con recorrido. Tampoco se agitaban Soler y Sarabia. Tan opaca se volvió la Roja que se fue al descanso sin haber intimado, ni de lejos, con Olsen, portero visitante. Suecia, de nuevo con el activo Forsberg mediante, encendió las alarmas locales con un disparo cruzado desde dentro del área que se fue a la cuneta por una falange.

Calma en la portería sueca; dos avisos en la contraria. Los centrales amarillos, Lindelof y Nilsson, hacía rato que le habían hecho la pinza a Raúl de Tomás. La Roja no daba con el juego, muy sobada con el balón. Y, menos todavía, con el remate. No pocas veces el fogueo ha sido su maldición. Faltan chacales, máxime ante adversarios como Suecia que defienden de forma abrasiva con su perpetuo 4-4-2 y las líneas bien embridadas. Como punto de partida, conviene jugar a que no se juegue. Al menos hay que negar al enemigo.

A España no le interesaba un partido ambulante, el trazado tras el intermedio, ya con otra soltura de los suecos. Como prueba, atornillada la zaga española, una pifia de Azpilicueta propició la primera ocasión a Isak, al que su disparo cogió demasiado vuelo. Respondió RDT con un cabezazo picante, antes de su despedida y la de Sarabia en favor de Rodrigo Moreno y Morata.

Por lo habitual, tan forastero le resulta a esta selección el gol que Luis Enrique toca y toca en cada partido las teclas ofensivas. Al asturiano le van los cambios, gira y gira la rueda en cada convocatoria, en cada encuentro. Tan significativo que en La Cartuja ordenó seis cambios respecto al choque del pasado jueves en Atenas. Tal es el pelotón de futbolistas que tutela que en sus dos etapas en el banquillo ya han desfilado 72 en 33 partidos.

En la cornisa

Ni Morata —hasta su traca final— ni Rodrigo dieron la vuelta al devenir del partido. Con los dos equipos a tirones. En la cornisa unos y otros, a un gol del todo o de las malditas repescas. Tampoco tuvo impacto Ibrahimovic, al que recurrió Andersson cuando quedaban algo menos de veinte minutos. A sus 40 años ya lleva mucha tralla. Su regreso a la pasarela internacional no fue el remedio sueco. A Suecia, llegada la hora terminal, el momento inaplazable de volcarse hacia Unai Simón, se le vieron los costurones, falta de ingenio y mordida.

A los de Janne Andersson se les iba el primer billete para Qatar cuando estalló La Cartuja, la inmensa mayoría de sus 51.844 espectadores. Dani Olmo hizo de artillero. Se atrevió con zapatazo desde fuera del área, la pelota zarandeó la escuadra derecha del meta Olsen. Esta vez pillo como ninguno, al rebote fue Morata, con toda Suecia momificada por un supuesto fuera de juego que solo existía en su imaginación. Morata acertó. Fiesta en La Cartuja y despedida con honores a Gavi, el vecino recluta de Los Palacios.

No hay futuro sin presente. Qatar espera a la Roja.

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