“Papá, ¿por qué somos del Tottenham?”
Son legión los seguidores de un equipo que en 139 años de historia solo ha ganado dos Ligas (la última, hace 60 años)
“Papá, ¿por qué somos del Atleti?”, pregunta el niño en aquel genial anuncio de 2002. El padre se queda mudo. Primero, sorpresa; luego, un ademán de preocupación; finalmente, un atisbo de sonrisa que encierra todo lo que parece significar para él ser colchonero. “No es fácil de explicar. Pero es algo muy, muy grande”, nos aclara el spot al final, por escrito.
Tampoco es fácil explicar por qué alguien es del Tottenham Hotspur, más allá de que sea del barrio o piense que sigue siendo el equipo de los judíos de Londres. Y, sin embargo, son legión los seguidores de un equipo que en 1...
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“Papá, ¿por qué somos del Atleti?”, pregunta el niño en aquel genial anuncio de 2002. El padre se queda mudo. Primero, sorpresa; luego, un ademán de preocupación; finalmente, un atisbo de sonrisa que encierra todo lo que parece significar para él ser colchonero. “No es fácil de explicar. Pero es algo muy, muy grande”, nos aclara el spot al final, por escrito.
Tampoco es fácil explicar por qué alguien es del Tottenham Hotspur, más allá de que sea del barrio o piense que sigue siendo el equipo de los judíos de Londres. Y, sin embargo, son legión los seguidores de un equipo que en 139 años de historia solo ha ganado dos Ligas (la última, hace 60 años) y ocho Copas de Inglaterra (la última, en 1991), por mucho que pueda presumir de ser el primer equipo inglés que ganó un trofeo europeo (la Recopa, en 1963, y más tarde dos Copas de la UEFA, en 1972 y 1984).
Es verdad, muchos hinchas no necesitan títulos para ser felices; pero no es el caso de los Spurs, un club sin trofeos que acaba de construir el segundo estadio más grande de la Premier, con 62.303 localidades (solo superado por los 74.140 asientos de Old Trafford). Y que, cuando jugaba en Wembley por las obras del nuevo White Hart Lane, batió el récord de asistencia a un partido de la Premier (83.222 espectadores contra el Arsenal en febrero de 2018) y, antes, el de un partido de clubes en Inglaterra desde que no hay entradas de a pie (85.512 espectadores contra el Bayer Leverkusen en noviembre de 2016 en Champions).
Ahora, el Atlético ha ganado la Liga y la referencia de los Spurs es el Barça: azulgrana y londinenses son dos grandes de Europa deprimidos que echan al entrenador antes de Navidad. Sin embargo, entre ambos hay una diferencia enorme: el Tottenham está muy bien gestionado. Pero, ¡ay!, de eso se quejan sus hinchas: el mejor estadio, las cuentas claras y las vitrinas vacías.
Daniel Levy, presidente desde hace 20 años, ya sabe que la hinchada está muy mosqueada. Sobre todo porque en los últimos tiempos se habían hecho más ilusiones que nunca: con Mauricio Pochettino en el banquillo desde la temporada 2014-15 y Harry Kane y el coreano Son Heung-min en el césped, los Spurs se convirtieron en habituales en la Champions, con el deleite añadido de que esa plaza la solía ocupar el Arsenal. En mayo de 2019 llegaron incluso a la final, pero la perdieron frente al Liverpool (0-2). Todo empezó a ir a peor desde entonces y Pochettino fue despedido en noviembre de ese año. En un ataque de pragmatismo del que luego se arrepintió, Levy decidió sacrificar el espectáculo en nombre de la eficacia y se echó en manos de José Mourinho. El romance duró 17 meses. No hubo juego, claro, pero tampoco resultados.
Tras el doble fiasco de la Superliga europea y de Mourinho, Levy entonó el mea culpa en una carta a la afición en mayo pasado: “Como club, hemos estado tan concentrados en hacer el estadio y lidiar con el impacto de la pandemia que creo que perdimos de vista algunas de las prioridades clave y lo que realmente está en nuestro ADN”.
Contrató como entrenador a Nuno Espirito Santo, que había brillado en los Wolves con su juego de ataque. Pero no le dio más herramientas que la de mantener a Harry Kane pese a los deseos de este de marcharse, en concreto, al Manchester City. Considerado por muchos el mejor jugador inglés de los últimos tiempos, Kane tiene con 28 años cumplidos una increíble lista de trofeos: cero, nil, nada… ¡No ha ganado nunca nada! Esta temporada solo ha jugado nueve partidos y ha marcado un raquítico gol. Tras echar a Nuno el lunes pasado, Levy se ha puesto ahora en manos del italiano Antonio Conte, el mago que ha ganado la Liga con la Juventus, el Chelsea y el Inter. “Papá, ¿por qué somos del Tottenham?”, debe de estar preguntando algún niño…
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