El Madrid gana al Shakhtar tras una larga cabezada
El conjunto de Ancelotti, amodorrado y pitado por su gente, supera al telonero Shakhtar con dos asistencias de Vinicius para Benzema, autor del gol 1.000 del club en la Copa de Europa
Hay partidos que se ganan porque sí y no hay que darle más vueltas. Lo hizo el Madrid, con dos goles de Benzema y una larga cabezada de 45 minutos, los que separaron un bingo de otro. Tal fue la soñera blanca que el Shakhtar, sí el Shakhtar que el 19 de octubre encajó un 0-5 ante los madridistas, ni se reconoció. De la zurra de Kiev a un duelo al...
Hay partidos que se ganan porque sí y no hay que darle más vueltas. Lo hizo el Madrid, con dos goles de Benzema y una larga cabezada de 45 minutos, los que separaron un bingo de otro. Tal fue la soñera blanca que el Shakhtar, sí el Shakhtar que el 19 de octubre encajó un 0-5 ante los madridistas, ni se reconoció. De la zurra de Kiev a un duelo al que el Real le invitó a competir. Con unas migajas de Vinicius y Benzema, el cuadro de Ancelotti evitó que el Shakhtar fuera el Sheriff.
Fue una dimisión flagrante. El Madrid peritó de mala manera el gol de Benzema al cuarto de hora y se amodorró sin disimulo. Convencido, tal vez, de que al frente solo había un rival telonero. Suposición acentuada por el 0-5 certificado en Kiev y la fragilidad del Shakhtar en la puesta en escena en Chamartín.
Se desplegaba el Madrid a partir de Lucas —otro que ya circula por delante de Hazard, hoy en el cuarto oscuro— y Vinicius como ventiladores. Prueba de la flojera inicial del equipo ucranio fue una trenza entre Lucas y Modric. Dos paredes y hasta la cocina entre el enjambre de zagueros visitantes, todos tan tiesos como una estalactita. Trubin sacó el remate final del croata. Cierto que Patrick replicó con un disparo al poste derecho de Courtois. Pero pareció una jugada espasmódica. Tanto que al instante se venció el Shakhtar. Trubin, su portero, no quiso despejar —mal endémico en el fútbol presente, con tanto empecinado en que los metas se cuelguen el diez — y prefirió jugar dentro del área con Marlon, patoso el central en el control. Un embrollo mayúsculo si encima andaba Vinicius en su radar. El brasileño, el eufórico y recreativo Vinicius, le birló la pelota y se la presentó a Benzema para un soplido a la red. Gol 1.000 de los blancos en la Copa de Europa con el sello de su capitán, el mejor broche posible para tan singular contabilidad. El emboque del francés fue ulceroso para el Real.
Fue anotar el 1-0, intervenir Trubin de nuevo ante Modric y punto final. El Madrid se volvió ñoño. Se desconectó del partido, dio marcha atrás y se dedicó a pasar el rato. Pachanguero, perdió toda la gracia, se fue de pícnic y propició la crecida del cuadro de Donetsk. El encuentro giró de los pies de Vinicius y Benzema a la trinchera de Alaba y Militão. El Shakhtar, equipo de medio pelo en la visita madridista de hace unas semanas, se vio ante un discurrir de duelo que no esperaba. El contrario le regaló la pelota —con lo que ello supone cuando enfrente se alista un pelotón de brasileños— y no quiso saber nada del cuerpo a cuerpo. No fue un Madrid encapsulado como señuelo para salir escopetado a la contra como le gusta, máxime con Vinicius por bandera. El conjunto de Ancelotti ni jugaba, ni quitaba ni corría. La gente se cabreó poco a poco. Nadie entendía que el equipo local se fuera por la cornisa sin necesidad. Un Real tan chato como pasivo. Ni Vinicius parecía Vinicius, fuera de escena, lioso con el balón. En realidad, nadie se parecía a nadie en el Madrid. Tampoco en el Shakhtar nadie se parecía a nadie del choque precedente.
Ante la incredulidad local, Patrick y Maycon fueron vertebrando a los suyos, y el joven Mudryk abría gas frente a Carvajal. A Fernando se le fue un remate por un dedo. Los primeros pitos en las tribunas. Más sonoros cuando Patrick dio una asistencia a golpe de pecho al propio Fernando, que fulminó a Courtois. Una acción ejecutada por el centro de la defensa blanca, tan inerte el Real en ese sector como en todos los demás. El primer acto se cerró con otro aviso de Fernando, que exigió una parada a la altura de Courtois.
Al descanso todo era pasmoso en el Bernabéu. Máxime cuando de la tregua regresó el mismo Madrid, el del sesteo. Los muchachos de De Zerbi encantados. Creyeron ir al matarife y, de repente, se gustaban. Sucede que con el Madrid enfrente, incluso en su versión más plomiza, nadie está seguro del todo.
El equipo ucranio no supo dar la puntilla y se dio de bruces con el 2-1 sin que el curso del encuentro lo anticipara. Cuestión de talento, que no siempre da pistas. En los peores días también pueden emerger los solistas de forma fugaz. Vinicius, alborotado hasta entonces, conectó de maravilla con Casemiro, que se la devolvió de taco para que su compatriota asistiera otra vez a Benzema. Si el 1-0 hizo que el Madrid se volviera un peñazo, el 2-1 le sentó algo mejor. Sin alardes, pero otra marcha, pese a la baja de Benzema, que reclamó el cambio en los últimos minutos. Por entonces, otro susto. Stepanenko lazó un zurdazo que anudó la nuez a Courtois. Cierre a un choque con victoria gris, para no rebobinar salvo cuando el Madrid repare en que en su fetichista Copa de Europa los goles 1.000 y 1.001 los marcó Benzema, 455 partidos después de que el eterno Miguel Muñoz anotara el primero.
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