Bravías tablas entre Marsella y PSG

El líder de la liga francesa rasca un empate en un entorno áspero tras jugar media hora en inferioridad numérica

Messi conduce la pelota con un espontáneo al fondo, dirigiéndose hacia él.ERIC GAILLARD (REUTERS)

El pasional clásico francés fue de escuadra y cartabón, de goles interruptus, de espontáneos que saltan al campo a frenar contragolpes de Messi, uno de esos duelos que confirman que a veces el fútbol es ciudades que juegan contra ciudades, con más pasión que fútbol, con demasiada inquina en una grada que no toleraba que los jugadores del París Saint-Germain se acercasen por las esquinas del terreno de juego. Empató sin goles el líder de la liga francesa (ahora tiene al Lens a...

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El pasional clásico francés fue de escuadra y cartabón, de goles interruptus, de espontáneos que saltan al campo a frenar contragolpes de Messi, uno de esos duelos que confirman que a veces el fútbol es ciudades que juegan contra ciudades, con más pasión que fútbol, con demasiada inquina en una grada que no toleraba que los jugadores del París Saint-Germain se acercasen por las esquinas del terreno de juego. Empató sin goles el líder de la liga francesa (ahora tiene al Lens a 7 puntos) en su visita al Olympique de Marsella, su particular silla del dentista, no tanto por los marcadores que allí cosecha como por la hostilidad que se encuentra. A una competición con tantas miradas encima le convendría mostrar otra cara más futbolera.

En lo referente a la pelota, el partido mostró una debilidad del PSG, que sufrió una expulsión que le condicionó más de lo aconsejable. Con algo más de media hora por jugar el video ayudó a cambiar una decisión arbitral y Achraf se fue a la caseta expulsado en una acción de último hombre. Pochettino se blindó con Kehrer y sacrificó a Di María en una decisión más política que práctica porque con nueve hombres por delante de Navas resultó que el 33% de ellos (Messi, Neymar y Mbappé no acostumbran a correr tras los rivales). Así que el PSG se hundió peligrosamente en defensa para aguantar como pudo con una línea de cuatro, otra de tres por delante en la que Neymar se integraba como podía para restar y Messi y Mbappé descolgados y sin apenas fajarse.

Un equipo con más recursos que el Olympique lo hubiera castigado, pero el partido le situó ante la victoria y no la supo coger. En medio de la histeria colectiva, de la que transmite también su entrenador, Jorge Sampaoli, al cuadro marsellés le faltó cuajo para lanzarse a por los tres puntos, también precavido por lo que tenía que vigilar si se lanzaba hacia el gol.

Los tantos habían llegado en la primera parte., pero el VAR los frustró. Fueron aquellos los mejores minutos del PSG, que funcionó cuando se acopló a que Messi y Neymar generasen juego, sin mayor plan colectivo. Marcaron poco antes del cuarto de hora tras un centro del brasileño que Luan Peres embocó en propia puerta. Pero se tiraron líneas en la pantalla y la acción quedó anulada. Lo mismo ocurrió cinco minutos después, en el 21, para frustrar a la cla local tras tanto de Milik a centro de Lirola.

En medio de esa excitación, de goles celebrados que no se materializaron, del bochorno de que cada saque de esquina visitante precisase una parafernalia de redes, parachoques y escudos humanos para que se pudiesen ejecutar, el partido transitó a empellones. Los duelos futbolísticos son como melones, muchas veces no se pueden predecir si tendrán sustancia. El problema es que en Marsella durante toda la semana se habló más de violencia que de fútbol, así que el melón no tenía buena pinta. Y, en efecto, no dejó buen sabor.

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