A España le faltó Mbappé

La selección de Luis Enrique se queda a un paso de la cima en la Liga de las Naciones tras competir bien con una Francia aupada en el tramo final por Benzema y un confuso y polémico gol de la estrella del PSG (1-2)

Kylian Mbappé supera a Unai Simón en el disparo que supuso el gol del triunfo de Francia, el domingo.Miguel Medina (Reuters)

A un escalón de volver a la cima, España se quedó corta. El peso final de Benzema y Mbappé fue tajante. Aparecieron las estrellas y la Roja, firme y nada quebradiza hasta entonces, ya no resistió. Una España sin benzemas y mbappés, pero coral y bien estructurada. Una selección con recorrido que debería salir reforzada de esta ...

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A un escalón de volver a la cima, España se quedó corta. El peso final de Benzema y Mbappé fue tajante. Aparecieron las estrellas y la Roja, firme y nada quebradiza hasta entonces, ya no resistió. Una España sin benzemas y mbappés, pero coral y bien estructurada. Una selección con recorrido que debería salir reforzada de esta Liga de las Naciones en la que abrumó a Alemania, hizo descarrilar a Italia y tuvo a tiro a Francia. Ahora, a remar para discutir de nuevo con la élite en el cercano Mundial de Qatar.

Hasta pasada la hora, discurrió un partido muy bloqueado. Mucha, mucha contención. Todos con espanto al error, sin audacias. No había quien se animara a alguna fechoría. Tantos duelos perdía el intrascendente Mbappé inicial ante Eric o Laporte como el primer Oyarzabal ante los centrales de Deschamps, por ejemplo. España fluía desde la trinchera con muchos pases subordinados, pero no avisaba en el último sector, fallón Sarabia e impreciso Ferran, esta vez extremo. La zaga gala era de mármol. Su forro no lo delata, pero Gavi, titular de nuevo, también percute como una hormigonera, lo mismo dio que se cruzara con los hercúleos Pogba y Tchouaméni.

Una maniobra de Benzema a los cinco minutos, que dejó a gatas a Unai Simón pero no precisó la asistencia a Mbappé, resultó un espejismo. Ni un tirito a puerta en todo el primer acto. Un duelo silencioso, anestesiado, embridados unos y otros. Francia, blindado con su exuberante poderío físico. Cuesta creer el aislamiento de Mbappé y Benzema durante tantos minutos. Sus camaradas no les dan el hilo debido. Ni siquiera Griezmann, ubicado a sus espaldas, en su posición favorita. Busquets, el Busquets de la selección, le cerró el paso al tiempo que marcaba la hora en el juego español. Toda una cátedra, por su sentido del quite y por su armoniosa concepción del juego.

A Francia, salvo en apuros como ante Bélgica, le va otra veta, la que hace prevalecer el músculo. El fútbol macizo. Para contrarrestarlo, Luis Enrique requirió a Rodri junto a Busquets en detrimento de Koke, más liviano para los pulsos previstos. Competía España, pero sin fuego, precavida ante la posibilidad de que Mbappé soltara la cometa. O se iluminara el ilustrado Benzema.

Alrededor de Busquets irrumpió otra España tras el descanso. Mayor gobernanza. Otra marcha. Cuando mejor se articulaba el equipo de Luis Enrique, con Francia solo ocupada de la custodia al adversario, se desató la tormenta. En apenas cinco minutos el partido saltó por los aires. Del freno al vértigo. Una jugada costera de Benzema derivó en un trallazo de Theo al larguero de Unai. En un parpadeo, Busquets enfiló a Oyarzabal. El vasco le ganó el cuerpo a cuerpo a Upamecano —relevo del lesionado Varane antes del intermedio— y estampó la pelota en la red con un disparo cruzado.

El toque de Eric

No hubo tiempo para mucho confeti. Y los que hubo distrajeron de tal forma a los españoles que tras el saque de gol, Benzema hizo de Benzema. Desde un vértice del área enchufó su privilegiado telescopio, cargó la pierna derecha y ajustó un tiro combado a la escuadra izquierda de Unai, en vuelo sin éxito. Un gol mayúsculo. Un gol de autor de Benzema. Sin un suspiro para festejos o lamentos, apareció Mbappé a la carrera, con ese arranque jamaicano que le distingue. Unai, lejos de casa, le concedió el disparo por encima de su cogote. Pero el célebre jugador del PSG no estuvo clínico. Sí lo estaría después.

En desventaja, como en la semifinal, se soltó Francia. O sea, Benzema y Mbappé. El equipo les espera demasiado o ellos se demoran. Pero activados, el conjunto de Deschamps es otro. Con el partido abierto, una confusa jugada concluyó en el 1-2. Theo hizo despegar a Mbappé, que pareció salir disparado en fuera de juego. Ocurre que Eric tocó ligeramente el balón, lo que habilitaría al francés, según la interpretación arbitral. Un absurdo, por mucho reglamento que manoseen a escondidas. Ni VAR ni gaitas. Todo cada día más confuso y embrollado. Mbappé sorteó a Unai y a la cazuela.

El entrenador de la selección española, Luis Enrique Martínez, durante la rueda de prensa posterior al partido contra Francia.Vídeo: Jean Catuffe / AFP / EFE

No se evaporó España, tenaz hasta el final, ya con toda la carga y expuesta al supersónico Mbappé. Amenazaba el francés y la Roja a pecho descubierto en un choque frenético en el último tramo. A España le faltó puntería, le sobró Lloris, crucial ante los remates de Oyarzabal y Pino, y quizá sintiera nostalgia de algún nueve con naturaleza de nueve. A ese puesto se sumó hasta Unai Simón, lanzado al ataque en las últimas jugadas. No hubo remedio y España, una buena España, sucumbió ante los ganchos de Benzema y Mbappé. Justo lo que no siempre tiene la Roja: el mazo. Lo que distingue a Francia, por más que le cueste despojarse de su versión más conservadora.

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