Rakitic rescata a un mal Sevilla

El equipo de Lopetegui, pobre de ideas y superado por el correoso Wolfsburgo, logra el empate de penalti en el minuto 87

Rakitic lanza el penalti que le valió al Sevilla el gol del empate a uno contra el Wolfsburgo.Friedemann Vogel (EFE)

El Sevilla arañó un empate en Wolfsburgo y salió bien parado de la cita atendiendo a las prestaciones que ofreció el conjunto de Lopetegui en Alemania. El punto, que llegó después de un dudoso penalti transformado por Rakitic en el minuto 87, mantiene intactas las esperanzas de clasificación del cuadro sevillista. Guilavogui despejó el balón y este impactó en la pierna de Lamela. El VAR avisó al colegiado, el búlgaro Kabakov, que decretó penalti ante el enfado de los jugadores alemanes. Rakitic lo embocó con sangre ...

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El Sevilla arañó un empate en Wolfsburgo y salió bien parado de la cita atendiendo a las prestaciones que ofreció el conjunto de Lopetegui en Alemania. El punto, que llegó después de un dudoso penalti transformado por Rakitic en el minuto 87, mantiene intactas las esperanzas de clasificación del cuadro sevillista. Guilavogui despejó el balón y este impactó en la pierna de Lamela. El VAR avisó al colegiado, el búlgaro Kabakov, que decretó penalti ante el enfado de los jugadores alemanes. Rakitic lo embocó con sangre fría y encima el Wolfsburgo se quedó con un futbolista menos. El Sevilla apretó en el tramo final y el Papu Gómez envió un balón al palo. Pudo ganar el equipo de Lopetegui un partido en el que no mereció el premio gordo. Los sevillistas nunca tuvieron la lucidez y la calidad necesarias para desarbolar a un rival muy rústico, potente en lo físico, que se encontró con un gol para estar muy cerca del triunfo. En el empate logrado por el Sevilla conviene también citar a su portero Bono, que hizo una parada espectacular al holandés Weghorst con el 1-0 en el marcador.

Se salvó el Sevilla con el gol de penalti de Rakitic, pero deberá mejorar mucho sus prestaciones para pasar a los octavos. El grupo se antoja complicado, con equipos de mucha intensidad física ante los que sufre el Sevilla, un conjunto con jugadores veteranos y escasa velocidad en los metros finales. También deberá mejorar en sus planteamientos Lopetegui, que dejó a su equipo sin referencia en ataque. Retiró a Mir para meter a Lamela de delantero centro. Salieron luego el canterano Iván Romero y Munir para arreglarlo, pero fue un dudoso penalti el que dio vida a un Sevilla que respiró después de un mal partido en Alemania.

Cada segundo que transcurre la Champions muestra la dificultad de una competición que no permite el más mínimo despiste. Los equipos españoles, además, se encuentran con un cambio de ritmo e intensidad superiores a los de LaLiga. El Sevilla lo pudo comprobar desde el minuto uno. El Wolfsburgo es un equipo de poco toque, pero de un despliegue físico muy intenso. Se vio en la forma en la que jugó el Milan al Atlético y se observó en Alemania.

El Sevilla de Lopetegui, un experto en controlar los partidos, apenas hilvanó dos pases seguidos ante la fogosidad de un conjunto alemán sin demasiada calidad, pero con los deberes aprendidos. El Wolfsburgo presionó bien a elementos clave en el juego del Sevilla, caso del Papu o de Suso. Cegados los generadores de fútbol, al equipo andaluz le costó un mundo llegar al área rival.

Como compite tan bien, el Sevilla tampoco sufrió, porque sabe defenderse con dos centrales de gran jerarquía y Fernando por delante. También porque el Wolfsburgo, volcado en defender con intensidad, era incapaz de generar peligro. El Sevilla había medido todos los detalles, como la presión de Mir a Arnold, su mediocentro, en la salida del balón del conjunto alemán. Con los dos equipos anulados por el centro, el partido estaba para el Sevilla en las bandas. En especial con las incorporaciones de sus laterales, Navas y Acuña.

La gran ocasión de gol de los andaluces llegó en la primera mitad, cuando Navas la puso al segundo palo para que Ocampos peinara y Mir rematara de forma extraña con todo a favor. Fue el único esbozo claro de peligro, a los 30 minutos, un destello en un partido dominado por las respectivas defensas, con los jugadores determinantes cegados ante tanta presión de los rivales. Un ritmo que engullía a Ocampos, Papu y Suso, una desangelada línea de creación del Sevilla, al que le sobró alguna acción innecesaria de Mir, que vio una tarjeta amarilla al filo del descanso, y la lesión de Acuña, lesionado.

El Wolfsburgo se encontró con un gol nada más comenzar la segunda mitad. Un error en el despeje de Navas fue muy bien aprovechado por Steffen. Comenzó una sinfonía de pases improductivos del Sevilla que jamás se tradujeron en peligro. Pobre y sin ideas, a Sevilla lo salvaron su portero, Bono, impresionante ante Weghorst, y un penalti de este fútbol moderno que antes jamás se pitaría para desánimo del rústico y peleón Wolfsburgo.

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