El Valencia de Di Stéfano, líder ante el Madrid
En 1971, los de Mestalla ganaron un partido de alto voltaje, y luego la Liga
El 3 de enero de 1971, el Madrid visitó al Valencia en un gran clima emocional. Primera jornada del año, primera también de la segunda vuelta. Di Stéfano era el entrenador del Valencia. El del Madrid, Miguel Muñoz. Muy amigos, hasta compañeros de habitación, cuando jugaron juntos, la relación se estropeó cuando Muñoz, ya entrenador, sacó a Di Stéfano del equipo tras la final de la Copa de Europa de 1964 contra el Inter en Viena.
Encabezaba...
El 3 de enero de 1971, el Madrid visitó al Valencia en un gran clima emocional. Primera jornada del año, primera también de la segunda vuelta. Di Stéfano era el entrenador del Valencia. El del Madrid, Miguel Muñoz. Muy amigos, hasta compañeros de habitación, cuando jugaron juntos, la relación se estropeó cuando Muñoz, ya entrenador, sacó a Di Stéfano del equipo tras la final de la Copa de Europa de 1964 contra el Inter en Viena.
Encabezaba la tabla el Barça, con 22 puntos, seguido del Valencia y el Atlético, con 21. El Valencia había ganado en el Camp Nou 0-2, y al Atlético en Mestalla 1-0. El Madrid era cuarto, con 19. En la primera jornada había batido al Valencia 2-0, ahora éste necesitaba ganarle para afianzarse arriba y presentar seria candidatura al título. Aún no se le veía candidato, quizá porque no había ganado la Liga desde la 46-47. Quedaba demasiado lejos.
En la semana del partido se produjo un hecho muy sonado. El Madrid, que pasó una plaga de lesiones en la portería, decidió fichar a Pesudo, del Valencia. Pesudo había alcanzado gran notoriedad en el club a finales de los cincuenta, pasó al Barça en el 61 para suceder a Ramallets y regresó, tras cinco años, al Valencia. Pero ya tenía 34 y había perdido el puesto ante Abelardo. Para el Madrid representaba una buena solución. Pero los servicios médicos lo echaron sorprendentemente para atrás por encontrarle una clavícula más corta que la otra, algo congénito que nunca le impidió jugar. En Valencia, y en toda España, sonó a humillación a un jugador muy apreciado, y aún útil. De hecho, luego jugaría dos temporadas en el Betis, en Primera, y una más en el Tarragona, en Segunda, hasta retirarse con 37.
El Madrid partió el viernes en el coche cama, como era usual en la época, con la idea de despertar en Valencia. Pero la nevada detuvo el tren en Bonete, a las seis de la mañana. El tren regresa a Albacete, donde se examinan varias posibilidades: tirar por Chinchilla-Hellín y Murcia para subir después por Alicante, con lo que hubieran llegado a Valencia ya a media mañana del domingo. O regresar a Madrid para reiniciar el viaje por vía aérea, pero no hay plazas. O completar el trayecto en varios taxis, pero la carretera también está cortada. Por fin, a las 17:05 se abre la vía y se reemprende el viaje.
Llegan al hotel a las 03:25 de la madrugada del domingo, tras 28 horas en el tren y alimentados con bocadillos. Todo ello salpicado de negociaciones para aplazar el partido que molestaron a la afición valenciana, impaciente por jugarlo. Había otro enfado previo al caso Pesudo: la Federación enviaba un observador al partido, cosa que sólo se hacía en caso de que se esperara algo raro. Dos años antes el Madrid había salido muy descontento de Mestalla con el árbitro, Franco Martínez, que repetía ahora. Se acusaba al Madrid de haber pedido el delegado federativo, cosa que los madrileños negaban.
El ambiente en Mestalla es apasionado. Esa Navidad el club estrenó el programa del partido, al modelo inglés, regalado en la puerta. En las centrales iban Abelardo y Pesudo. También se entregaron sacos de confeti. Se recibe al Madrid con bronca, y a los suyos con tracas y los confetis. El Valencia sale con brazalete negro porque la víspera se había producido una tremenda tragedia en Ibrox Park, con 66 muertos en el Celtic-Glasgow. El Valencia tenía programado para Reyes un amistoso con el Celtic, que se suspendió. Todo contribuía a la carga emocional de la tarde.
A Di Stéfano la fallida operación Pesudo le ha puesto de mal humor. Tener una leyenda así de suplente era incómodo. Saca estos once: Abelardo; Tatono, Aníbal, Antón; Sol, Claramunt; Claramunt II, Forment, Pellicer, Paquito y Sergio. Muñoz juega con: Borja; José Luis, Benito, Touriño; Pirri, Zoco: Miguel Pérez, Fleitas, Planelles, Velázquez y Bueno.
El Valencia sale como una moto y acorrala al Madrid. Borja retrasa el gol hasta el 32′, cuando Forment culmina una buena escapada de Sergio. En la segunda mitad, el Valencia guarda la ropa, espera y rompe los ataques del Madrid con la trampa del fuera de juego, en la que caen insistentemente Fleitas y Bueno. Alcanza un gol por medio de Miguel Pérez, pero Franco Martínez repara en el banderín levantado y lo anula. El partido acaba 1-0, entre tracas. En la conferencia de prensa, Muñoz pierde los papeles por la anulación del gol.
A la misma hora, el Barça pierde en casa ante el Athletic. El Valencia es líder por primera vez, empatado con el Atlético, pero con mejor cociente de goles, y es mirado definitivamente como candidato. Ganará esa Liga, con la coincidencia el último día de su derrota en Sarrià, con el empate en el Manzanares entre el Atlético y el Barça.
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