El Barça, el trauma y su noqueador

Bayern no construye castillos en el aire, mientras que el club azulgrana se ha estrellado por despilfarrador y descriteriado

Los jugadores del Bayern celebran uno de los ocho goles que le marcaron al Barça en la histórica derrota de los azulgrana en cuartos de la Champions de 2020. efeTIAGO PETINGA (EFE)

El Bayern Múnich ha trasladado a Barcelona el eje competitivo que solía mantener con el Real Madrid. Una de las grandes exhibiciones del Barça de Guardiola se escenificó contra el equipo alemán en el año de los seis títulos. Igual de abrumadora fue la respuesta del Bayern en el dramático interregno de Jordi Roura, sustituto de Tito Vilanova en las últimas semanas de la temporada 2012-13. La masacre de Lisboa, un 2-8 que todavía se encuentra en proc...

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El Bayern Múnich ha trasladado a Barcelona el eje competitivo que solía mantener con el Real Madrid. Una de las grandes exhibiciones del Barça de Guardiola se escenificó contra el equipo alemán en el año de los seis títulos. Igual de abrumadora fue la respuesta del Bayern en el dramático interregno de Jordi Roura, sustituto de Tito Vilanova en las últimas semanas de la temporada 2012-13. La masacre de Lisboa, un 2-8 que todavía se encuentra en proceso de digestión, desencadenó los acontecimientos que han convertido al Barça en un polvorín.

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Ha pasado un año desde el partido de Lisboa y el Bayern regresa para medir el estado del Barça. El complejo y divergente ritmo del tiempo en el fútbol se aprecia más que nunca en esta ocasión. Siguen Neuer, Lewandowski, Kimmich y Müller, el espinazo del equipo desde hace mucho tiempo. Sus nombres se asocian a una manera de jugar y de resaltar el espíritu de un club que empezó de la nada —no se le integró en la primera edición de la Bundesliga en 1963— y ya había ganado tres Copas de Europa en 1976.

No siguen Messi, Luis Suárez y Griezmann, lujosa delantera azulgrana de aquella tarde. Les despidió el Bayern con una tromba de goles y un mensaje contundente: se acabó sin remisión la edad de oro del Barça. Es una vieja costumbre del fútbol dinamitar grandes épocas en un suspiro. En Lisboa reventó el equipo y el club, acosado por conflictos, deudas y desasosiego. Lo explica su actual delantera: Memphis, que ha llegado gratis, Luuk de Jong y Braithwaite (lesionado).

En aquel encuentro también se midieron dos formas de interpretar la vertiente económica del fútbol. En los mejores días de su historia, el Barça se construyó alrededor de media docena de futbolistas adiestrados en la cantera. Por mágica que fuera la coincidencia generacional de jugadorazos como Messi, Xavi, Iniesta, Busquets, Piqué y Víctor Valdés, a su favor obró un factor decisivo: la convicción en una idea más fácil de publicitar que de verificar en las alineaciones. El Barça la verificó como nadie.

En muchos aspectos, aquel Barça guardaba grandes similitudes con el Bayern, club que tradicionalmente se nutre del fútbol alemán, con una apreciable representación de su cantera. El modelo funciona desde sus primeros días en la Bundesliga. Desde la época de Maier, Beckenbauer, Breitner, Hoeness y Gerd Müller, las sucesivas ediciones del equipo se han caracterizado por la preponderancia de jugadores locales, garantes por definición del nervio del club.

Mientras el Barça desdeñaba uno de los principales factores de su éxito —la crisis económica le obliga a mirar de nuevo a sus jóvenes—, el Bayern mantuvo el equilibrio que le ha caracterizado toda la vida: ficha a los mejores del campeonato alemán, confía en los jóvenes —Davies y Musiala apuntan alto—, gasta menos que el resto del gotha europeo (Lucas Hernández, 60 millones, es el mayor fichaje de su historia), prescinde de fenomenales jugadores si desequilibran las cuentas (Kroos y Alaba) y conserva su inalterable estructura: es fácil detectar la línea que traza el Bayern de Neuer, Kimmich, Müller y Lewandowski con el de Maier, Beckenbauer y Gerd Müller. El trazo de la coherencia.

En la burbuja económica que preside el fútbol, el Bayern no construye castillos en el aire, ni se deja seducir por proyectos exclusivistas. En ese mismo escenario, el Barça se ha estrellado por despilfarrador y descriteriado. Cuenta con una ventaja: por fin tiene que asumir la realidad. El suelo es un eficaz pedagogo, invita a la sensatez y al empuje. Desde esa posición, tan lejana a la de favorito por decreto, tendrá que jugar esta noche el Barça un partido mitad traumático, mitad trampolín al futuro.

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