Comienza el PGA entre ecos de una Superliga
Jon Rahm firma el par y Sergio García +5 en la primera ronda
El golf anda revuelto. Dentro del campo y fuera. De tee a green por los continuos debates sobre el aumento de la distancia y sobre el uso de la tecnología (el último aparatejo permitido ha sido un láser para medir las distancias, avance para unos, herejía para otros). En los despachos, el ruido es mayor. Como en el fútbol, los megalómanos proyectos de grandes inversores amenazan con alterar la organización y estructura del deporte. En el golf no hay un proyecto ...
El golf anda revuelto. Dentro del campo y fuera. De tee a green por los continuos debates sobre el aumento de la distancia y sobre el uso de la tecnología (el último aparatejo permitido ha sido un láser para medir las distancias, avance para unos, herejía para otros). En los despachos, el ruido es mayor. Como en el fútbol, los megalómanos proyectos de grandes inversores amenazan con alterar la organización y estructura del deporte. En el golf no hay un proyecto de Superliga... sino dos, la Premier Golf League y la Super Golf League. La primera se presenta como una liga privada con torneos por todo el mundo, financiada por capital europeo y estadounidense, y sin una cantidad fija de dinero garantizada. La segunda dobla la apuesta: entre 30 y 40 millones de dólares por jugador solo por participar, dinero saudí y todos los torneos en Arabia o cerca de allí. Con esa oferta bajo el brazo han llegado los jeques a Kiawah Island, en Carolina del Sur, donde se disputa el segundo grande de la temporada, para reunirse este pasado martes con los agentes de las principales estrellas.
La partida ha comenzado a disputarse. Algunos golfistas ya se posicionan. Rory McIlroy afirma que no quiere oír hablar de salirse del circuito americano, el PGA, y de las competiciones que organiza. El cañonero Bryson DeChambeau no cierra la puerta hasta ver los múmeros. Y los rectores que montan todo el circo, la PGA, amenazan con sanciones. Para los rebeldes no habrá posibilidad de jugar la Copa Ryder, por ejemplo, ni muchos otros torneos. La batalla se antoja larga.
Bajo este ruido de sables comenzó este jueves el segundo grande del año, punto de arranque de un calendario lleno de puertos de montaña. Al PGA de este mayo le seguirá en junio el US Open, en julio el Open Británico, en agosto los Juegos Olímpicos y en septiembre la Ryder Cup. No hay tregua. Corey Conners, con -5, es el primer líder del PGA, seguido por un pelotón de seis jugadores en -3 (Bradley, Hovland, Koepka, Wise, Horsfield y Davis), y con los españoles viendo el liderato a distancia. Jon Rahm resistió en una de esas jornadas en las que echa mano de su habilidad sufriente para capear el temporal. El vasco firmó el par salvando con el putt algunos líos por no coger las calles y dejando pasar la ocasión de descontar más golpes en los pares cinco. De nuevo fue esa versión salvadora de Rahm para no perder sus opciones a las primeras de cambio. La receta no la cocinó bien Sergio García, que con cinco sobre el par tendrá que remar este viernes para pasar el corte. En una ronda sin consistencia, acabó por hundirse en un tramo fatal entre los hoyos 13 y 16: bogey, bogey, bogey y doble bogey le condenaron a tener que pelear ahora por una remontada.
Y sobre el uso del láser... no está claro que haya servido para acelerar el juego. Pero sí que la jornada de apertura del PGA dejó un dato sorprendente: la primera sanción por juego lento en el circuito americano desde 2013. El castigo se lo llevó el estadounidense John Catlin, primer golfista sancionado por este motivo en el PGA desde el chino Guan Tianlang en el Masters de Augusta de hace ocho años.
Clasificación completa del Campeonato de la PGA.
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