Havertz y Werner se suben a la ola del Chelsea en la victoria ante el Fulham
Los alemanes, tantas veces cuestionados, firman un partido redondo a pesar de las rotaciones y Tuchel celebra el impulso para recibir al Madrid en Champions
“Hemos hecho el partido perfecto”, celebró Thomas Tuchel. El entrenador del Chelsea, que el próximo miércoles recibe al Madrid en Stamford Bridge en la vuelta de las semifinales de la Champions, disimuló mal la euforia ante la cámara de Zoom. Su equipo acababa de derrotar por 2-0 al Fulham. El rival tiene un pie en el descenso. Pero el técnico alemán solo advirtió señales estimulantes tras la jornada de Premier. Más allá de los resultados (dos derrotas en...
“Hemos hecho el partido perfecto”, celebró Thomas Tuchel. El entrenador del Chelsea, que el próximo miércoles recibe al Madrid en Stamford Bridge en la vuelta de las semifinales de la Champions, disimuló mal la euforia ante la cámara de Zoom. Su equipo acababa de derrotar por 2-0 al Fulham. El rival tiene un pie en el descenso. Pero el técnico alemán solo advirtió señales estimulantes tras la jornada de Premier. Más allá de los resultados (dos derrotas en 23 partidos) el Chelsea consolida su funcionamiento, su solidez en defensa, su organización en ataque, y, agitados por la corriente favorable, se agudiza la inspiración de hombres como Mount, Havertz o Werner.
Cinco jugadores que fueron titulares en Valdebebas contra el Madrid desaparecieron de la alineación contra el Fulham: Azpilicueta, Kanté, Jorginho y Pulisic se sentaron en el banquillo a recuperarse; y Rüdiger permaneció de baja por una lesión que no reviste gravedad y, según la versión oficial del club, no le impedirá jugar la vuelta.
Sin Jorginho y Kanté, sus mediocentros de referencia y, probablemente, las piezas más importantes de su juego, el Chelsea se mostró igual de impenetrable que de costumbre. En el eje de la rueda se ubicó el joven Billy Gilmour, un canterano de 19 años que hizo así su debut en la Premier. Le acompañaron Mount a su izquierda y Ziyech a su derecha, ligeramente más retrasado de lo que dicta su naturaleza aventurera. Arriba se situaron los alemanes, Werner y Havertz, sobre cuya espalda pesa la sospecha de que sus fichajes (53 y 80 millones de euros respectivamente el verano pasado) no han dado fruto. A los diez minutos de partido, Havertz hizo el 1-0. Tras el descanso, hizo el 2-0. La categoría con la que definió solo habla de un futbolista singularmente dotado para lo que se proponga. En cuanto a Werner, recitó el manual como un doctor. Apoyó con criterio al mediocampo, fue preciso a un toque, generó ocasiones con sus movimientos, su velocidad y su manejo, y dio la asistencia del 2-0.
“Todavía tiene margen para crecer”, dijo Tuchel, cuando le preguntaron por el doblete de Havertz, que tan poco fiable se mostró en Valdebebas. “Hizo dos goles decisivos y generó tres ocasiones clarísimas junto con Werner. Nuestros dos delanteros han hecho un gran partido. Havertz es el ejemplo de cómo abordar un partido tan complicado como este. Un ejemplo de lo que hicieron todos”.
“Hemos hecho el partido perfecto”, prosiguió Tuchel, “y los chicos se merecen todo el crédito por mi parte. Es muy fácil confundirte cuando juegas en liga en medio de una semifinal de Champions. El Fulham es un equipo muy complicado de enfrentar. Necesitas estar mental y físicamente al cien por cien para ganarles porque te presionan muy bien y hacen permutas continuamente”.
Tuchel sobredimensionó públicamente a su rival. Las jugadas de los dos goles, como suele ocurrir con Tuchel, partieron de lanzamientos largos de los defensas: Thiago Silva el primero y Chilwell el segundo. En el 1-0 los centrales del Fulham fueron incapaces de impedir que Mount, el asistente, controlara un pase de 60 metros, saque de portería de Thiago Silva. Un error alevines que, con todo, no desmerece el profesionalismo del Chelsea.
El Chelsea prosigue la transformación radical que inició cuando el entrenador alemán se hizo cargo del equipo a finales de enero. En Premier, se reafirma en puestos de Champions, ha alcanzado la final de la Copa, y se prepara para dar el salto más insospechado. De la crisis de Navidad a la final de Champions. “¿Podemos ganar todos los partidos que juguemos de aquí a la eternidad? Probablemente no, pero lo intentaremos”, dijo Tuchel el viernes, sobre la mentalidad colectiva que se propone construir. “¿Podemos perder cualquier día? Sí. La derrota siempre es posible en el fútbol; lo que no admito es que no estemos concentrados. Nuestro trabajo consiste en concentrarnos para competir partido a partido”.
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