Nacho, el chico de la casa que pide sitio propio
El defensa es el jugador de campo con más minutos en los 17 partidos invicto del Madrid
La gran aspiración de Nacho, de 31 años, es una cosa de otra época: convertirse en un one club man, uno de esos contados jugadores que completan toda su trayectoria en un equipo. El pasado viernes se cumplió el décimo aniversario de su debut en el primer equipo. Sin embargo, a punto estuvo de no empezar su historia con el Real Madrid por una decisión familiar. A las pocas semanas de entrar en contacto con la cantera blanca, comunic...
La gran aspiración de Nacho, de 31 años, es una cosa de otra época: convertirse en un one club man, uno de esos contados jugadores que completan toda su trayectoria en un equipo. El pasado viernes se cumplió el décimo aniversario de su debut en el primer equipo. Sin embargo, a punto estuvo de no empezar su historia con el Real Madrid por una decisión familiar. A las pocas semanas de entrar en contacto con la cantera blanca, comunicó que no iba a volver. Tenía unos diez años y había sido preseleccionado para ir los sábados por la tarde a la vieja Ciudad Deportiva a disputar lo que antiguamente se conocía como el Torneo Social, el gran vivero de la entidad.
Por ahí andaba Rodolfo de la Rubia, entrenador de las categorías inferiores en el organigrama de Vicente del Bosque. “Yo no tenía obligación de estar, pero Vicente nos animaba a que asistiéramos a esas pruebas y a mí me gustaba. Me había llamado la atención especialmente Nacho, lo había visto dos o tres veces, y un día me enteré de que lo iba a dejar. Entonces, fue la primera y única vez en mis seis años en el Madrid que llamé a Del Bosque para que intercediera”. Y así ocurrió.
El todavía jefe de la cantera telefoneó a Chema, el padre de Nacho, que estaba preocupado porque su hijo, un chico tan pequeño, tuviera tantos entrenamientos a la semana (cinco) entre su equipo de Alcalá, el Complutense, en el que aún seguía, y el Madrid. En el hogar de los Fernández-Iglesias habían resuelto que debía renunciar a lo segundo. Se reunieron y, en ese encuentro personal, Del Bosque compartió la inquietud de la familia y le comunicó que su hijo, aquel chaval “espigado y finito”, podía incorporarse a tiempo completo al club blanco a las órdenes de Rodolfo de la Rubia en el Alevín B. Veinte años de aquello hasta convertirse hoy en un elemento al alza de un equipo que encara este martes (21.00, Movistar Liga de Campeones) la ida de las semifinales de la Champions contra el Chelsea (la vuelta, el miércoles 5 en Londres).
El aviso de un técnico a Del Bosque ató al central a la cantera del Madrid, a la que había renunciado por decisión familiar tras ser preseleccionado
“Le había puesto el ojo porque dosificaba muy bien el esfuerzo y jugaba con una seguridad aplastante para su edad. Llegaba siempre al nivel que le exigía el rival y manejaba las dos piernas con facilidad. Y mira”, advierte orgulloso De la Rubia, “su padre, con el que hice amistad, me dijo que seis o siete años después un entrenador del Castilla le hizo la misma observación”.
En el mundo profesional, ha sido otra la expresión que le ha acompañado y que no le ha sentado tan bien al propio jugador ni a su círculo cercano: “Nacho siempre cumple”. Una frase a mitad de camino entre el reconocimiento y el paternalismo que ha estado asociada a él desde su debut en 2011 en Mestalla (3-6) en una jornada de entreguerras, nunca mejor dicho, porque tuvo lugar en medio de aquella secuencia abrasiva de cuatro clásicos seguidos. Ahora, diez años más tarde de su silencioso estreno en un tiempo tan tumultuoso, el defensa vive su “mejor temporada”, como él mismo ha confesado.
Un futuro por resolver
En la racha de 17 partidos consecutivos del Real Madrid sin perder, ningún jugador de campo lleva más titularidades y minutos que él. Solo se perdió hace una semana el duelo de Getafe por tarjetas. Nacho ha sido el sustituto hasta ahora de Sergio Ramos (el capitán continuó este domingo con su proceso de recuperación) y, contra lo que era norma de la casa, en esta secuencia de encuentros sin el sevillano, lejos de abrirse un socavón, la portería propia se ha cerrado a cal y canto. A falta de más producción ofensiva, como lamentó Zidane el sábado tras empatar contra el Betis (0-0), los blancos llevan cuatro porterías a cero seguidas. La participación de Nacho, junto a la aplicación general y las estiradas de Courtois, han resultado significativas para que los números defensivos en esta ráfaga sean mejores, incluso, que en el postconfinamiento: 0,47 tantos en contra frente a los 0,54 del tramo decisivo del pasado curso.
Nunca en esta década había tenido tanto peso y tan continuado. Empezó en noviembre atando en corto a Lukaku y se ha confirmado este 2021, una crecida que ha multiplicado su cotización en el mercado apenas unos meses después de que estudiara seriamente su salida a Italia. Ahora sus cartas, aunque él no levante mucho la voz, son otras: “El Madrid toma unas decisiones [en referencia a la renovación de Ramos y el posible fichaje de otros centrales] y luego yo tomaré las mías de acuerdo con el entrenador, mi familia y el club”, decía hace tres semanas sobre un futuro que lo vincula a la Castellana, en principio, hasta 2022.
En el Chelsea le espera un compañero de promoción, Marcos Alonso. Si a Nacho lo llamaron para que no dejara la cantera merengue, este segundo no convencía en absoluto, recuerda Rodolfo de la Rubia. “Era muy pequeño. Querían cederlo. Yo les decía que, aunque solo fuera por la calidad y los genes [hijo del barcelonista Marcos Alonso y nieto del madridista Marquitos, cinco veces campeón de Europa], había que quedarse con él. Y así fue. Ahora mide 1,88”. Ocho más que el defensa blanco.
Puedes seguir a DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.