El Tottenham despide a Mourinho y oficializa su declive
El portugués deja el banquillo después de temporada y media, con el equipo en séptima posición de la Premier, y sin ganar un solo título por primera vez en 20 años de carrera
El Tottenham despidió a José Mourinho después de una temporada y media. Los hilos que unían al entrenador portugués con el presidente del club, Daniel Levy, se fueron cortando lentamente hasta que el empate (2-2) en Woodison Park, el viernes pasado, precipitó la última ruptura. Séptimo clasificado en la Premier, virtualmente fuera de la próxima Champions, enfrentado a gran parte del vestuario y expuesto al rechazo de unos aficionados que se manifiest...
El Tottenham despidió a José Mourinho después de una temporada y media. Los hilos que unían al entrenador portugués con el presidente del club, Daniel Levy, se fueron cortando lentamente hasta que el empate (2-2) en Woodison Park, el viernes pasado, precipitó la última ruptura. Séptimo clasificado en la Premier, virtualmente fuera de la próxima Champions, enfrentado a gran parte del vestuario y expuesto al rechazo de unos aficionados que se manifiestan en su contra y amenazan con revuelta en White Hart Lane, la ola de contrariedades resultó demasiado abrumadora. Levy, su primer y último baluarte, le echó este lunes en previsión de que, con el posible regreso de público a los estadios, esta primavera en el Reino Unido, la presencia de Mourinho en el club se haría insoportable.
Mourinho, de 58 años, deja un único legado memorable en el Tottenham: la película documental Todo o Nada, producida por Amazon, en la que se interpreta a sí mismo en una serie de actuaciones verdaderamente estupendas. “Los chicos buenos no ganan nunca nada”, le recriminaba a su plantilla en un episodio en el que pedía que fueran más implacables e irrespetuosos con los rivales. Como carismático telegénico, Mourinho ha salido reforzado. Como entrenador su pérdida de prestigio es tema de conversación recurrente entre los directores deportivos.
Mourinho daba señales de ensimismamiento desde que las competiciones se reanudaron el verano pasado, tras el parón impuesto por la pandemia. Los buenos resultados que cosechó el Tottenham en el arranque de la temporada soslayaron lo que fuentes del entorno del club describían como pura decadencia. Contra las apariencias de control, Mourinho perdía encanto frente a unos jugadores que no interpretaban ni su modo de gestión ni sus planteamientos tácticos. Se reproducía la clase de deterioro ampliamente documentado durante su paso por el Madrid, el Chelsea y el United, solo que de un modo más acelerado. Por primera vez en 20 años se va de un club sin ganar un solo trofeo.
Cuenta un agente inglés próximo al Tottenham que Mourinho comprendía que la obsolescencia de su método era evidente y que los futbolistas acabarían por darle la espalda. Sus días estaban contados si no amoldaba su trabajo a la naturaleza emprendedora de jugadores como Kane, Winks, Lo Celso, Alli, Reguilón o Ndombelé. Sin embargo, no hizo nada por cambiar la forma de jugar del equipo, cada vez más constreñido a defenderse metido en su área y a especular.
El Tottenham se convirtió en la versión más conservadora, menos imaginativa y poco convincente del proyecto de Mourinho como entrenador, desde que en 2001 dirigió al UD Leiria y se postuló como uno de los técnicos más revolucionarios de Europa. Sucedió lo contrario a lo que anunció tras su presentación el 20 de noviembre de 2019: “He cambiado”.
Comenzó por mostrar simpatía y deslizar que todos los problemas que había tenido con la plantilla del United habían sido causados por sus viejos ayudantes, en particular Rui Faria, el que fuera su preparador físico y primer confidente. Los jugadores del Tottenham, alertados por sus colegas en el United y en el Chelsea, compañeros de selección en muchos casos, recibieron al técnico con desconfianza. Los primeros meses fueron apacibles. Pero antes de la pandemia ya se vislumbraron brechas. En los últimos días solo Harry Kane y Hojberg le defendían entre sus compañeros.
Daniel Levy, cuyo plan era instalar al Tottenham en la Champions, revalorizarlo y venderlo por 2.000 millones de euros, fue el más ferviente defensor de la contratación de Mourinho. El presidente consideró que para elevar el nivel mediático y empresarial del club nada sería más útil que un líder con glamour. Alguien famoso. Entre ambos establecieron que el objetivo primordial en la hoja de ruta sería clasificar al equipo entre los cuatro primeros de la Premier, para darle el acceso a la Champions. La redacción del contrato se condicionó de forma específica. Según el Daily Mail, si el Tottenham no clasificaba para Champions al cabo de la temporada 2020-21, el club podría despedir al entrenador pagándole una cuarta parte de los 40 millones de euros brutos que le restarían cobrar hasta junio de 2023.
El desastre de Zagreb
Levy ambicionó que Mourinho superarse las marcas de Mauricio Pochettino, que en 2019 clasificó al Tottenham para la final de la Champions. Dos años más tarde, la evidencia es aplastante. El Tottenham está lejos de la Champions, superado en la clasificación incluso por el West Ham y amenazado por el Everton, dos rivales tradicionalmente menores. El equipo ha ganado apenas uno de los últimos cinco encuentros de Premier que ha disputado, frente al Aston Villa, y ha sido derrotado por el Dinamo de Zagreb, que lo eliminó en octavos de la Liga Europa (2-3). Esa noche, Mourinho acudió al vestuario local en el estadio Maksimir para aplaudir a los jugadores rivales y comenzó una campaña abierta de desprestigio público contra sus propios futbolistas. La crisis deportiva comenzó a tornarse en incendio institucional.
Junto a Mourinho perdió el empleo su equipo de nuevos colaboradores: Joao Sacramento, Nuno Santos, Carlos Lalín y Giovanni Cerra. En su carta de despedida Levy les dio las gracias: “Jose y su equipo han estado con nosotros durante uno de los periodos más difíciles de nuestra historia como club. Jose es un verdadero profesional que demostró una enorme resiliencia durante la pandemia. En el plano personal he disfrutado trabajar con él y lamento que las cosas no resultaran como ambos habíamos esperado”.
Al Tottenham solo le resta una posibilidad de festejar un título esta temporada. El próximo domingo le disputa al Manchester City la Copa de la Liga. La llamada Copa Carabao es el más humilde de los trofeos a los que aspiran los clubes de la Primera División inglesa. Si nada cambia, en el banquillo se sentará Ryan Mason, exjugador de la casa, en calidad de interino.
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