El Barça abruma al Athletic
Los azulgrana, con Messi al frente de una extraordinaria actuación coral, arrollan a un rival que jamás tuvo respuestas y levantan su 31º trofeo de Copa
Un Barça colosal, estilista, redondo y rotundo atropelló a un Athletic rebajado de principio a fin y abrochó su 31º trofeo de Copa. El timbre de autoridad de los de Koeman fue extraordinario. Un duelo imposible para los de Marcelino, que murieron de realidad. Un Athletic al desnudo ante una gran versión del Barça. Un Barça liderado por ...
Un Barça colosal, estilista, redondo y rotundo atropelló a un Athletic rebajado de principio a fin y abrochó su 31º trofeo de Copa. El timbre de autoridad de los de Koeman fue extraordinario. Un duelo imposible para los de Marcelino, que murieron de realidad. Un Athletic al desnudo ante una gran versión del Barça. Un Barça liderado por Messi en modo Messi y con un coro en el que nadie dio una mala nota. Fue un partido sinfónico, con todo barcelonista cerca de la matrícula de honor. Un simposio futbolístico para entronizar de nuevo al Barça de Messi casi dos años después. Un descorche en el regreso de Joan Laporta.
Sin consuelo para los rojiblancos, marchitados frente a la Real, abrumados frente al Barça. La Copa, su totémica Copa, se le resiste desde hace 37 años, cuando despachó precisamente al Barcelona. Desde 2009, los azulgrana se la han negado cuatro veces.
No se demoró el Barça, que le puso el frac a la pelota desde el primer parpadeo. Un arrumaco tras otro. Se daban palique con el balón De Jong, Pedri, Busquets, Messi... Fútbol azulgrana de mesa redonda, con el Athletic enclaustrado, de cazamoscas tras los de Koeman.
Viudos sin pelota, los de Marcelino no daban con tecla alguna, solo remangue y remangue. No estaba a la vista Williams, arrestado por el mariscal Piqué, que apenas le dejaba girarse para coger pista y volar. Tampoco tenía focos Muniain, obligado a trabajos forzosos frente a Mingueza y Dest, acera derecha por la que el Barça tenía superioridad. Al Athletic le sostenían sus centrales —Yeray e Iñigo Martínez—. La intención rojiblanca era dejar solo aire por los costados, pero el Barça no abusaba del juego aéreo, del que se sabía inferior. Con el escáner de Messi también se puede articular el juego por rendijas microscópicas. Tan poco se retrasó el Barça, que a los cinco minutos una trenza de Busquets con Messi derivó en un disparo de De Jong al poste derecho de Unai.
Iba e iba el Barça, al que solo le faltaban llamaradas cerca del portero vasco. Hasta el balcón del área, todo eran pisadas azulgrana. La pelota acataba su dictado, cada providencia de Messi, cada peritaje de Pedri, cada enmienda de De Jong... Un tormento para el Athletic, que no daba con el flotador. Ni siquiera cuando a Iñigo Martínez le faltó un número de bota para cazar una falta lateral lanzada por Berenguer. Primer y único aviso de los leones en el primer acto, periodo en el que Williams tardó 40 minutos en poder darse una carrera.
No eran pocos los avisos barcelonistas en la sala de espera del gol. Los dio Messi, y también Griezmann, inesperado pasajero titular por delante de Dembélé. Al equipo de Koeman le faltaba metralla en el área. Le sobraba al Athletic en la periferia de su portería, con Dani García como sheriff.
Advirtió Marcelino la excesiva subordinación de los suyos e intervino en el intermedio. Echó el lazo a Lekue y retiró al renqueante Muniain. La idea era bloquear la banda derecha del ataque rival por la que percutía Dest. A ese costado se fue Berenguer, con Lekue por la otra orilla. No hubo remedio.
De salida de la tregua, al Athletic, cada vez más achicado, le cayó una tromba. Llagado por todos los sectores solo pudo encomendarse a Unai Simón. Por la ruta Dest —al que esta vez Messi activó tanto como al camarada Jordi Alba—, un centro del lateral estadounidense lo remató Griezmann a tres palmos de Unai, salvador con el pie izquierdo. Redentor también frente a un disparo con mala uva de Pedri. ¡Y no digamos ante un zarpazo a bocajarro de Busquets! Otra vez la pierna izquierda del guardameta vasco. Marcelino rectificó de inmediato. Fuera Berenguer, adelante Vesga. El Athletic ni chapoteaba. El Barça ya no solo gobernaba y acunaba la pelota. Tras el descanso sacó el martillo, y a los muchachos de Marcelino ya no les bastó con tener mandíbula.
Por la derecha de su ataque, cómo no, Messi puso en órbita a De Jong —tan sobresaliente como el capitán toda la noche—. El holandés citó a Griezmann a otro duelo esgrimista con Unai, esta vez vencido por el francés. Aún estaba en la lona el Athletic cuando tres minutos después, esta vez por el sendero izquierdo, Alba enroscó la pelota en la cabeza de De Jong. Suerte que no se conocía del holandés, terminal en esta ocasión.
A los rojiblancos les zarandeaban por todos los lados. Y le quedaba un suplicio aún mayor: el Messi goleador. El 3-0 fue una delicia azulgrana. De Jong, en una final donde pareció haber más de un De Jong, asistió al rosarino. Se aventuró al área, sacó la cadena a Yuri y anotó el 3-0. No con un remate, no. Lo suyo fue un pase a la red en la intimidad. Y no fue todo. Otro martirio para los de San Mamés. Pocas son las fiestas barcelonistas en las que no rimen Alba y Messi. Ocurrió para el 4-0, cantado por el argentino. El broche a un partido mayúsculo del Barça.
Puedes seguir a DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.