Di Stéfano rompió ante el Barça
En 1953, con el pleito por su fichaje candente, el nueve del Madrid marcó dos goles en su primer clásico al equipo que también tuvo sus derechos
Este primer clásico en el Alfredo Di Stéfano me ha llevado a repasar el primer Madrid-Barça con Di Stéfano en el campo. Fue el 23 de octubre de 1953, séptimo partido de la Liga 53-54, cuando el Bernabéu aún se llamaba Chamartín y lo de clásico no se usaba más que para el River-Boca.
Di Stéfano había llegado al Madrid después de un largo pulso entre el Barça y el Madrid, resuelto con la decisión de que alter...
Este primer clásico en el Alfredo Di Stéfano me ha llevado a repasar el primer Madrid-Barça con Di Stéfano en el campo. Fue el 23 de octubre de 1953, séptimo partido de la Liga 53-54, cuando el Bernabéu aún se llamaba Chamartín y lo de clásico no se usaba más que para el River-Boca.
Di Stéfano había llegado al Madrid después de un largo pulso entre el Barça y el Madrid, resuelto con la decisión de que alternara un año en cada equipo durante cuatro. Justo el viernes anterior a este partido el Barça decidió (’per a vosaltres el pollastre’) renunciar a sus derechos revendiéndole al Madrid la parte que le correspondía por la cantidad, más intereses, que había pagado al River. En total 4.405.000 pesetas. Con eso quedaba definitivamente resuelto el pleito.
El Barça había comprado los derechos del jugador al River Plate, que era su club de origen antes de fugarse a Colombia para jugar en el Millonarios. Pero según el pacto de Lima suscrito por la FIFA para resolver aquel pirateo, los jugadores fugados pertenecían al club colombiano hasta el final de sus contratos, y luego su propiedad volvía al de origen. En el caso de Di Stéfano, su contrato con Millonarios duraba hasta finales de 1954. Por su parte el Madrid compró los derechos de Di Stéfano al Millonarios, pero el pacto de Lima establecía que los clubes colombianos tenían, por así decir, el usufructo del jugador, pero no el derecho a traspasarlos, puesto que estaban destinados a regresar a su club de origen. De ahí que ni el Barça ni el Madrid tuvieran el derecho sobre el tránsfer del jugador, repartido entre ambos.
Con el lío, Di Stéfano no se incorporó a la Liga hasta la tercera jornada, ante el Racing. Para la séptima, la de la visita del Barça, aún había dudas sobre él. Chocaba que llevando el 9 se moviera por todas partes. Llevaba tres goles, que no estaba mal para cuatro partidos jugados, pero su homólogo en el Barça, Kubala, llevaba 11 en seis. Kubala estaba en sus máximos. Esa misma semana había disputado en Londres un célebre partido entre Inglaterra y una selección FIFA en conmemoración del 90 aniversario de la creación del fútbol. Acabó 4-4. En la selección FIFA el mejor fue Kubala, autor de dos goles. También jugó un madridista, el catalán Navarro, lateral derecho al que este partido le valió para siempre el sobrenombre de El Fifo.
El Madrid venía de perder en Sevilla, pero había ganado los otros cinco partidos. El Barça había ganado cuatro y empatado dos. Llegaban en cabeza, empatados a 10 puntos. Las entradas se agotan desde días antes. El entrenador del Madrid, el uruguayo Enrique Fernández, que cuatro años antes había entrenado al Barça, decide prescindir de Gento, que empieza a sufrir rechiflas en esa su primera temporada por su velocidad maniática y desordenada y da su puesto a Atienza I. Salen: Pazos; Navarro, Oliva, Lesmes; Muñoz, Zárraga; Joseíto, Olsen, Di Stéfano, Molowny y Atienza I.
Al Barça lo entrena Daucik, cuñado de Kubala e impuesto por éste, pero no hay reproche: vienen de ganar cinco títulos nacionales consecutivos, la Copa en 1951 y dobletes en la 51-52 y la 52-53. Llega con las bajas de Seguer y Gonzalvo. Además Daucik prescinde de César, en baja forma, con lo que su delantera varía respecto a la de Serrat. El equipo es: Velasco; Segarra, Biosca, Gracia; Flotats, Bosch; Basora, Vila, Kubala, Moreno y Manchón. Ese curso Daucik prefirió a Velasco frente a Ramallets, ya consagrado desde el Mundial de Río.
El partido empieza en un vaivén pero en el minuto 10 se produce un error de Velasco. Saca mal sobre Segarra, Atienza acude, roba el balón y se lo entrega a Di Stéfano, que con Velasco y Biosca descolocados marca con facilidad. El Barça, con orgullo de campeón, va para adelante. Se siente superior y el Madrid recula. Pero pronto se ve que de su ataque sólo Kubala está inspirado. El Madrid aguanta el chaparrón y va provocando salidas cada vez más audaces que culminan en cinco minutos decisivos, del 35 al 40, en los que la tripleta central del ataque fabrica tres goles, dos de Olsen y uno de Molowny. Di Stéfano dio dos de ellos.
A partido resuelto, el segundo tiempo no tiene más historia que el honrado pero inútil ataque del Barça y un quinto y excelente gol de Di Stéfano en el minuto 83 para el 5-0 final. Esta vez sí, hasta los más críticos se van convencidos de que el Madrid tiene un gran delantero, por mucho que se retrase al medio campo. Ha marcado dos y ha dado otros dos. Olsen y Molowny son mejores con él cerca. Y ha resistido la comparación con Kubala. El Madrid ganará esa Liga, la primera desde la 32-33. Y Di Stéfano será Pichichi, con 27 goles, por 23 de Kubala.
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