La noche que Kanté devoró al Atlético
El volante del Chelsea, el jugador más activo del partido, lidera la presión ordenada por Tuchel y lanza las contras de los dos goles
N’Golo Kanté tuvo mala suerte el día que levantó la Liga Europa en Bakú, en la primavera de 2019. Había sufrido un esguince en una rodilla cinco días antes del partido y su entrenador, Maurizio Sarri, ansioso como estaba por conquistar el primer título de su carrera, le hizo jugar igual. Lesionado, el francés se sacrificó para cumplir, pero algo en su cuerpo comenzó a resentirse. Entre 2015 y 2019 lo había jugado todo y lo había ganado casi todo: una Premier con el Leicester, otra Premier con...
N’Golo Kanté tuvo mala suerte el día que levantó la Liga Europa en Bakú, en la primavera de 2019. Había sufrido un esguince en una rodilla cinco días antes del partido y su entrenador, Maurizio Sarri, ansioso como estaba por conquistar el primer título de su carrera, le hizo jugar igual. Lesionado, el francés se sacrificó para cumplir, pero algo en su cuerpo comenzó a resentirse. Entre 2015 y 2019 lo había jugado todo y lo había ganado casi todo: una Premier con el Leicester, otra Premier con el Chelea, y el Mundial con Francia. Cuando regresó de Azerbaiyán con la vieja Copa de la UEFA bajo el brazo lo hizo completamente agotado. Probablemente tardó año y medio en recuperarse. Entonces, la desgracia fue del Atlético, que este miércoles, a sus 29 años, se lo encontró espléndido en Stamford Bridge.
Hay jugadores influyentes por su precisión o por la sorpresa que produce su ingenio. Kanté no es el más preciso ni el más creativo, pero transforma los equipos en el los que juega con una combinación de criterio y sentido del orden que multiplica gracias al volumen insólito de su actividad. El mapa de calor que registró las intervenciones de Kanté en la vuelta de los octavos de final de la Champions indica que el centrocampista contactó con el balón en todos los cuadrantes del campo. Fue, después de Azpilicueta (78), el jugador que más pases dio en el partido (71); fue el que más pases dio en campo del Atlético, incluidos los futbolistas rojiblancos (55), y fue el que más balones recuperó (15).
“Entrenarlo es un placer”, dijo Tuchel, con cara de estar maravillado, tras el partido; “es un gran regalo porque en el campo siempre ofrece soluciones. Y no subestimen su calidad en el manejo de la pelota para salir de la presión. Si juegas con él juegas con once jugadores y medio. La intensidad que te brinda es única”.
Kanté hizo posible las consignas tácticas de Tuchel. El entrenador hizo hincapié en la víspera en que el Chelsea debía realizar una presión masiva no solo para defender sino, sobre todo, para atacar con más regularidad y claridad. Sin interiores y mediapuntas que urdan una red de pases para llegar al remate con ventaja, el sistema de cinco defensas que propone el alemán (5-2-3) puede ser un rodillo de presión que, dada la acumulación de opciones de pase en la salida del balón, también hace difícil la presión al contrario. El Atlético pareció cansado en medio del torbellino. No porque corriera menos, sino porque repartió los esfuerzos de modo desparejo y varios de sus jugadores acabaron asfixiados. Según el medidor de la UEFA, el equipo español recorrió un total acumulado de 114,8 kilómetros por 114,6 del Chelsea. La clave no estuvo en la superioridad física, sino en la diferencia organizativa.
Donde Simeone, en sus palabras, mandó presionar con seis hombres y reservó a los dos centrales y los dos pivotes para que protegieran a Oblak; el Chelsea hizo la presión con diez. Hubo acciones en las que Koke y Saúl permanecieron atrás en lugar de acompañar a Carrasco, João Félix, Llorente y Suárez. Eso no sucedió en el Chelsea, en donde Kanté no permitió que se separasen las líneas.
Errores de Lampard
Obsesionado con promover un dinamismo únicamente alcanzable mediante grandes fondistas, Tuchel pidió el fichaje de Kanté cuando entrenaba al PSG. Hasta el miércoles, sin embargo, había sido el cuarto jugador menos utilizado por el alemán, que se lo encontró lesionado cuando firmó el contrato a finales de enero. Su predecesor, Frank Lampard, le había empleado de manera irregular. En parte, porque tras la final de la Liga Europa sufrió 11 problemas físicos que forzaron su baja y en parte, porque Lampard le había juzgado más como un especialista en robar balones que como un interior completo.
Lampard consideraba que la posición ideal de Kanté en su 4-3-3 era la de pivote porque no poseía la coordinación ni el control fino que requería el juego de los volantes avanzados. Esto le indujo a un doble error, según una persona que trabaja para la secretaría técnica del Chelsea. Por un lado, pensar que basta con tener clase, como Mount o Kovacic, para acreditar condiciones de volante. Segundo, marginar a Jorginho, el mejor mediocentro puro de la plantilla.
El miércoles N’Golo Kanté gozó, por fin, del orden que necesitaba para lucir todo su potencial. Fue decisivo en defensa y también en ataque: los dos goles del Chelsea —dos contragolpes— partieron de un primer pase suyo.
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