El incomprendido Timo Werner
Tuchel redobla la presión sobre el delantero que revolucionó el último mercado de fichajes y que solo ha metido dos goles en cinco meses con el Chelsea
Timo Werner acababa de cumplir 25 años el pasado 8 de marzo y estaba perdido. Deambulaba por el paralelogramo de Stamford Bridge buscando espacios de hierba sin pisar. Exploraba el bloque que formaban Keane, Godfrey, Holgate, Allan y Gomes, el quinteto de vigilantes del Everton, como un aventurero solitario en un bosque cerrado. Cuando por fin encontraba un claro en la selva, después de una carrera, de un amague, o de una maniobra de distracción, casi nunca se sincronizaba con el pase de sus compañeros, porque casi todos esta...
Timo Werner acababa de cumplir 25 años el pasado 8 de marzo y estaba perdido. Deambulaba por el paralelogramo de Stamford Bridge buscando espacios de hierba sin pisar. Exploraba el bloque que formaban Keane, Godfrey, Holgate, Allan y Gomes, el quinteto de vigilantes del Everton, como un aventurero solitario en un bosque cerrado. Cuando por fin encontraba un claro en la selva, después de una carrera, de un amague, o de una maniobra de distracción, casi nunca se sincronizaba con el pase de sus compañeros, porque casi todos estaban demasiado lejos.
El muchacho andaba atribulado cuando Thomas Tuchel, su entrenador, comenzó gritarle desde la banda: “Timo, ¿cuánto tiempo te quedarás en la izquierda? ¡Estás jugando en la derecha! ¡Los últimos 15 minutos solo has estado en la izquierda! ¿No lo entiendes?”.
Tuchel lleva un mes discutiendo con Werner en público. Ni el jugador parece comprender al técnico, ni el técnico empatiza con el jugador. Obsesionado con cierto orden imaginario, Tuchel no parece advertir que en el mundo real la creación de líneas de pase, primera tarea del punta contemporáneo, es una quimera contra rivales replegados como el Everton, o el Atlético, si solo lo acompañan otro atacante, un mediapunta, y dos carrileros sin demasiado sentido de la asociación, tal y como prevé este Chelsea. Lo sufre Werner, que desde el 7 de noviembre solo ha metido dos goles: uno al Newcastle en Premier y otro en Copa al Norecambe, el equipo del langostino en el escudo, de Cuarta División.
La sequía de Werner es equívoca: ningún jugador de la Premier se ha fabricado más posiciones de remate: 12 por cada gol que convierte. Ninguno ha merecido marcar más, según la medición de goles esperados de Opta: con sus estadísticas, lo normal habría sido que sume 4,5 goles más de los que contabiliza.
Werner ha hecho méritos, pero jugar bien no siempre puede cuantificarse. La tabla lo presenta como culpable ante los medios de comunicación ingleses, que lo señalan como primer responsable de la relativa falta de gol del Chelsea. Preguntado por la crisis de su compañero y paisano, este martes Antonio Rüdiger se mostró compasivo: “Timo no para de correr; lo está intentando todo para darle la vuelta a la situación. Creo que necesita estar tranquilo y dedicarse a trabajar duro y en silencio”.
Werner se convirtió en el sexto fichaje más caro del último mercado estival. Costó algo más de 50 millones de euros después de meter 34 goles, y dar 13 asistencias en 45 partidos la temporada pasada con el Leipzig en un contexto de fútbol asociativo completamente diferente al del Chelsea. Le preguntaron a Tuchel qué pensaba de los rumores que indican que su jugador quiere regresar a Alemania después de fracasar en un club con un amplio historial de delanteros de gran prestigio que, como Shevchenko, Torres, Morata o Salah no consiguieron triunfar. “Timo no tiene razón para estar frustrado, no tiene que pensar en lo que sucederá el próximo verano”, respondió el entrenador; “hizo un gran partido contra el Liverpool y el Everton. Generó muchas ocasiones que normalmente convierte. No marcar puede afectar a su confianza. Pero le aconsejamos que no se fije en el resultado sino en el proceso: ‘decide bien, domina la técnica, y la pelota hará el resto’. Aquí nadie está culpando a los delanteros de no marcar”.
Tuchel: “¡Es mi culpa!”
El Chelsea suma 13 goles en 12 partidos. “¡Es mi culpa!”, proclamó Tuchel en la conferencia de prensa previa a recibir al Atlético. El entrenador alemán dijo que no responsabilizaba a sus puntas, pero también dijo más o menos lo contrario. “Si elegimos una línea de centrales es porque queremos que dejen su portería a cero en un partido concreto, no una vez cada tres partidos”, señaló. “Con los delanteros pasa lo mismo: si los alineamos queremos que marquen siempre. Si juegas en el máximo nivel no hay tiempo: no tienes tres o cuatro partidos seguidos hasta que marques con regularidad. Tratamos de que los goleadores estén mentalmente centrados, los apretamos, tratamos de que el equipo entero se coordine en la presión para generarles ocasiones. Damos suficientes toques dentro del área rival, generamos suficientes ocasiones para marcar más goles. Solo necesitamos ser más precisos. Nuestros delanteros son conscientes de ello y tienen un alto nivel de autoexigencia. Claramente, tenemos que mejorar la finalización”.
En menos de dos meses Tuchel ha estabilizado a un equipo descompuesto mediante la implantación de una zaga de cinco que apenas ha concedido dos goles. Pero es poco factible que la solidez que le ha permitido meterse entre los cuatro primeros clasificados de la Premier sea suficiente para llevarle al podio de la Champions. Este Chelsea sin demasiada complicidad ni imaginación en el último tercio del campo sufrirá si pretende limitar el partido de Londres a la defensa del 0-1 de la ida. Necesitará marcar. Necesitará que sus delanteros afinen contra el peor adversario posible. “Será difícil encontrar espacios detrás de las líneas del Atlético y súper difícil generar oportunidades”, advirtió Tuchel.
Este miércoles Timo Werner se internará poco asistido a buscar suministros en la tierra de nadie del campo que gobierna el Cholo. Del éxito o el fracaso de su misión dependerá el futuro de uno de los talentos más depurados de Europa en el arte ingrato de tirar desmarques.
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