Muguruza, con la miel en los labios otra vez
La española cede en su segunda final del curso, contra Kvitova en Doha (6-2 y 6-1)
Como ya le ocurriera el mes pasado en Melbourne, cuando cedió en la final del preámbulo al Open de Australia contra Ashleigh Barty, Garbiñe Muguruza se quedó en Doha a las puertas de un premio que se le resiste desde hace casi dos años. No eleva la española un trofeo desde que lo hiciera en Monterrey, abril de 2019, frenada hace un mes por la australiana en el Yarra Classic Valley y este sábado por Petra Kvitova en ...
Como ya le ocurriera el mes pasado en Melbourne, cuando cedió en la final del preámbulo al Open de Australia contra Ashleigh Barty, Garbiñe Muguruza se quedó en Doha a las puertas de un premio que se le resiste desde hace casi dos años. No eleva la española un trofeo desde que lo hiciera en Monterrey, abril de 2019, frenada hace un mes por la australiana en el Yarra Classic Valley y este sábado por Petra Kvitova en poco más de una hora (6-2 y 6-1, en 63 minutos). Queda pendiente, pues, la subida del último escalón. El más difícil. A excepción de Naomi Osaka, triunfadora en el primer major, no hay tenista en mejor forma que ella, pero a su notable juego no le acompaña todavía la jugosa recompensa de un premio.
Se le niega de momento el metal a Muguruza, que después de una semana a todo gas pinchó en el día clave. Tras apear a rivales como Sabalenka o Sakkari, huesos duros de roer, y la exigente Kudermetova en el pistoletazo de salida, no estuvo fina ante Kvitova y se quedó otra vez con la miel en los labios. No estuvo inspirada y lo leyó a la perfección la checa, a la que le bastó con una rotura en el primer parcial y una contestación con mayúsculas en el segundo —del break encajado a un parcial de 6-0— para abrillantar un palmarés en el que ya lucen 28 trofeos individuales, el segundo en Doha tras el que conquistó en 2018, precisamente también ante Muguruza.
“No me he encontrado muy bien en la pista. He sentido que no terminaba de coger el ritmo y el viento me ha influido. Me ha ensuciado el juego y no he podido proponer mi mejor tenis. Me he encontrado un poco desorientada. He sentido siempre que iba por detrás”, resumió la española, actualmente la 16ª en el listado de la WTA. No obstante, Muguruza se marchó rumbo a Dubái, donde compite la próxima semana, con un buen sabor de boca y la constancia de que va en la buena dirección. “Estoy un poco triste y dolida porque es una final, pero estoy contenta de haber llegado aquí. Esto me demuestra que estoy jugando bien y me da una confianza en que mi tenis está ahí”, agregó.
Al fin y al cabo, Muguruza es la jugadora que más triunfos (12) suma en este primer trimestre y ha demostrado no estar lejos de su mejor nivel. Pese a no haber podido contar con la asesoría de Conchita Martínez en este torneo —contrajo el covid y le ha tenido que tutorizarle desde el hotel estos días—, su juego sigue en línea ascendente y corrobora las buenas sensaciones dejadas en el Open de Australia, donde fue la única que verdaderamente tuteó a la campeona Osaka, hasta el punto de haber dispuesto de dos bolas para tumbarla. “Cuantas más oportunidades tenga, más iré mejorando. Pese a las circunstancias, ella [Kvitova] ha jugado mejor hoy y yo me he sentido siempre por detrás. Al final se me ha ido muy rápido…”, lamentó la española, confiada en que más pronto que tarde pueda romper esa última barrera.