El Madrid se pone serio
Los blancos, con Modric y Benzema a la cabeza y unas migas de Hazard, arrollan a un Alavés con tan poca chicha como fútbol y se redimen del bochorno copero
Tras la astracanada ante el Alcoyano, el Madrid se puso serio y mandó a la cuneta a un Alavés con tan poca chicha como fútbol. El Real le ventiló con ojo clínico. Le afeitó de inicio, le templó y le dio una estocada tras otra. Al frente, el espinazo: Kroos, Modric y Benzema. Hasta unas migas del añorado Hazard. Insuperable para un equipo local anémico, sin latidos hasta el segundo acto. Ya era tarde, muy tarde.
Ni cinco minutos le duró la bravía a un equipo local al que se le presupone cualquier cosa menos ser un conjunto sin sierra. Nada, la nada fue el Alavés, sobre todo el del primer...
Tras la astracanada ante el Alcoyano, el Madrid se puso serio y mandó a la cuneta a un Alavés con tan poca chicha como fútbol. El Real le ventiló con ojo clínico. Le afeitó de inicio, le templó y le dio una estocada tras otra. Al frente, el espinazo: Kroos, Modric y Benzema. Hasta unas migas del añorado Hazard. Insuperable para un equipo local anémico, sin latidos hasta el segundo acto. Ya era tarde, muy tarde.
Ni cinco minutos le duró la bravía a un equipo local al que se le presupone cualquier cosa menos ser un conjunto sin sierra. Nada, la nada fue el Alavés, sobre todo el del primer acto. Bastó que templara Kroos y diera la hora Modric para que los chicos de Abelardo se fueran al garete.
Ni centenario, ni glorioso, ni gaitas. Un Alavés en los huesos dio paso a un Madrid cesarista. La mejor forma de redimirse tras la charlotada copera. Zidane, telemático por la covid, ordenó alinear a los de siempre junto a uno de los de nunca, Militão. Suficiente para una inyección anímica madridista. Porque el Real pasó por Mendizorroza como un tiro. A mucha distancia de un rival carbonizado pese al reciente cambio en el banquillo. El fútbol y sus intríngulis. Iba mal el cuadro babazorro con Pablo Machín, primer pagano como marca la inercia habitual en este tinglado. Llegó Abelardo: abrumado por el Almería en Copa, fosilizado luego por el Sevilla en LaLiga y apolillado por el Madrid de Bettini y Zidane.
Vitoria fue un paseíllo para este Real paticojo tras sus petardazos en LaLiga, la Supercopa y la Copa. Un Madrid necesitado de un chute para evitar el descalabro absoluto. Así se lo tomó en suelo alavés, donde no se sintió en Marte, sino a placer durante una hora. Todo a partir de Modric y Kroos, a los que los blanquiazules dejaron ir de merienda. El croata y el alemán mimaron la pelota, pusieron el tiempo entre paréntesis y el Alavés murió de realidad. Ni por asomo fue el equipo de Machín que mandó a la lona al Real en Valdebebas.
No mordía el Alavés, envarado. Ni siquiera se apiñó para defender un saque de esquina. Lo ejecutó Kroos y lo remató Casemiro ante Lejeune, que defendió como un monaguillo.
Antes del 0-1, ya entre Pacheco y su poste izquierdo habían evitado un gol de Benzema tras monumental asistencia de Modric, flotador de los visitantes. No era un Madrid ilustrado, pero sí más atómico y sinfónico que el mustio conjunto de Abelardo. Todo era placentero para el Real, solo negado por los malos pies de Lucas y Mendy. Ambos ventilaban a merced las bandas, pero en el instante final se les anudaban las botas. La vía de evacuación era interior. Lo advirtió Hazard, que con un exquisito toque de pie a pie casi vence a Pacheco. Un chollo para Benzema, que perita como pocos a muchos rivales, máxime a los que, como el Alavés, tienen alma de plastilina. Lucas citó a Hazard, que quiso dar un taconazo para Benzema. No le llegó el taco, pero la pelota fue a suelas del galo, que armó un disparo destructivo para Pacheco. Un bombazo.
Sonado el grupo local, el Madrid se abanicó cuanto quiso. El Alavés ni quitaba, ni proponía, ni exponía. Negados los muchachos de Abelardo, Kroos y Modric hasta hicieron pandilla con Hazard, extraviado desde su llegada al Madrid. El partido era un romance para los visitantes, una caricia para Hazard. El belga, sin cocodrilos alrededor, cazó el 0-3 a un paso del descanso. La cita fue de Kroos tras el enésimo robo parvulario a los locales. Un plus moral para este Hazard que lleva meses y meses busca que busca a Hazard, al Hazard del Chelsea. Un par de gotas, sin más. Ni así duró más de una hora. Bettoni, o ZZ quizá, le mandó al diván a la hora.
Para entonces, a un Madrid más marchitado ya le había crujido por una vez su adversario. Intervino Abelardo en la tregua, con carrete para Manu y Lucas, dos pretorianos, y Borja Sainz. Lucas lanzó una falta lateral y Joselu, cabeceador de primera, ejecutó a Courtois sin que se enterara Militao, que llegó al cierre con horas de retraso. Ya no compareció el mismo Madrid. Equipo nómada como es, tardó un trecho hasta sacudirse cualquier fantasma a la vista. Si se dan bola tipos como Modric y Benzema todo es más sencillo.
Por fin apretaba el Alavés cuando el balcánico puso en órbita a un Real momificado por entonces. El delantero galo, que recibió pelota en el costado izquierdo del ataque visitante, casi en medio campo. No había horizontes. Pero se trata de Benzema. El hombre enfiló, amagó y a la cazuela, sin más explicaciones. Fin de obra. Un respiro para el Madrid. Otra tacha para el Alavés.