El concierto de Villalibre
El trompetista del Athletic propició la prórroga y luego desquició a Messi
Sobre la expulsión de Leo Messi, la primera en su carrera, se han elaborado ya numerosas teorías. Hablan de frustración, de desencanto, de impotencia. Convierten algunos el gesto extemporáneo del mejor futbolista del mundo en un adelanto de su salida del Barcelona. Pero quien mejor lo resumió fue el jugador del Athletic que recibió el cachetazo en la cara. Lo hizo en tres palabras: “Se ha enfadau”, así, con la u final.
Asier Villalibre (Gernika...
Sobre la expulsión de Leo Messi, la primera en su carrera, se han elaborado ya numerosas teorías. Hablan de frustración, de desencanto, de impotencia. Convierten algunos el gesto extemporáneo del mejor futbolista del mundo en un adelanto de su salida del Barcelona. Pero quien mejor lo resumió fue el jugador del Athletic que recibió el cachetazo en la cara. Lo hizo en tres palabras: “Se ha enfadau”, así, con la u final.
Asier Villalibre (Gernika, 23 años) recibió el sopapo que forzó la primera tarjeta roja de Messi como azulgrana, pero también marcó el gol que le dio al Athletic un visado para la prórroga en el último minuto del partido. El que fuera durante años la perla de Lezama alcanza ahora un protagonismo que nunca ha buscado. No es un divo, sino una persona tranquila, a la que es difícil sacar una sonrisa; que impone con su barba de hípster y al que apodan el Búfalo por su potencia y su velocidad, y ante el que se rinden personajes como Ibai Llanos, uno de los influencers más conocidos de España, con más de tres millones de seguidores, que escribía en Twitter: “Ha metido un gol en el 90 para forzar la prórroga, Messi le ha pegado una hostia, ha ganado la final, lo ha celebrado tocando la trompeta, aparenta 39 años teniendo 23 y cuando le toca una carta tocha en el FIFA me lo enseña por Instagram. Es el mejor del mundo”.
Toda la vida en el Athletic, desde los 13 años, sus condiciones le hicieron llegar al filial, de Segunda B, en edad juvenil. A las órdenes de Ziganda, contribuyó al ascenso a Segunda del Bilbao Athletic, aunque se perdió un partido de la promoción porque en medio, le tocó la selectividad. “La formación es lo primero. Es un chaval sensacional, pero hay cosas más importantes”, dijo el técnico. Al año siguiente, todavía juvenil, disputó 32 partidos en la categoría de plata. Debutó con el Athletic en un partido contra el Eibar, en 2016. Apenas jugó cinco minutos, pero le sirvió una asistencia a Muniain. Una semana más tarde jugó en la Liga Europa contra el Rapid de Viena y otra vez asistió para un tanto rojiblanco. Después se marchó cedido al Numancia, luego al Valladolid, donde se encontró en su puesto con el mejor Jaime Mata, y finalmente al Lorca.
Villalibre no cuajó en sus destinos, así que bajó un escalón y regresó al Bilbao Athletic, en Segunda B. En la temporada 2018/19 sumó 23 goles, fue el máximo anotador de la categoría y superó la marca con el filial de Julio Salinas en 1987. La temporada pasada, con Garitano en el banquillo, marcó dos goles en la Copa frente al Sestao, anotó su primer tanto en LaLiga contra el Espanyol y el gol decisivo en la tanda de penaltis ante el Tenerife, pero no encontró la continuidad.
Pero algo le debió ver Aritz Aduriz, que, en su retirada, le pidió que se quedara con su dorsal, el 20, que Villalibre aceptó: “Lo llevan los niños en la calle y yo también, como ellos”.
Para entonces ya había celebrado con su trompeta en el vestuario, el pase a la final de Copa. Todavía le queda mucho por aprender —en el césped y con su instrumento—, pero en La Cartuja se atrevió a hacer doblar la cerviz al Barça, a enfadar a Messi, y a dar otro concierto, esta vez al aire libre, delante de sus compañeros.