Messi revitaliza al Barcelona
Genial exhibición del 10 frente a un Athletic que se adelantó a los tres minutos, pero se vio superado por el juego azulgrana
Leo Messi volvió a ser el factor diferencial del Barcelona, el hombre que desatasca cualquier partido con sus genialidades y, sobre todo, con sus goles. El Athletic le teme hasta en el sorteo de campos. Cuando está inspirado nadie le para, todo lo hace bien, hasta lo que parece hacer mal. En un partido que empezó torcido para su equipo, conectó con Pedri, con Dembélé, con Griezmann o con Jordi Alba y les hizo mejores, para montarles un quilombo a los bilbaínos que estrenaban entrenador. Tenía su noche el mejor futbolista del mundo.
Comenzó el choque a un ritmo trepidante. No había tenid...
Leo Messi volvió a ser el factor diferencial del Barcelona, el hombre que desatasca cualquier partido con sus genialidades y, sobre todo, con sus goles. El Athletic le teme hasta en el sorteo de campos. Cuando está inspirado nadie le para, todo lo hace bien, hasta lo que parece hacer mal. En un partido que empezó torcido para su equipo, conectó con Pedri, con Dembélé, con Griezmann o con Jordi Alba y les hizo mejores, para montarles un quilombo a los bilbaínos que estrenaban entrenador. Tenía su noche el mejor futbolista del mundo.
Comenzó el choque a un ritmo trepidante. No había tenido tiempo ninguno de los dos equipos para situarse del todo cuando Iñaki Williams le mostró sus cartas credenciales a Marcelino. Hizo lo que mejor sabe, correr, en un envío espectacular de Raúl García. Cuando llegó al área, burló a Lenglet y disparó duro para batir a Ter Stegen.
El Athletic empezaba bien, demasiado bien tal vez para tener un rival enfrente con tantos recursos y con tanto tiempo por delante, así que intentó no bajar el ritmo. Con un Barça muy abierto, se encomendó al contragolpe y a punto estuvo de salirle bien en una velocísima carrera de Capa que culminó Yuri con un disparo al lateral de la red.
El partido se convirtió en un intercambio de golpes, porque el Barcelona no se achantaba. Dembélé, por la derecha, empezó enseguida a hacer pupa a la defensa del Athletic. Una combinación del francés con Messi y Griezmann acabó con un disparo de Lenglet que desvió Unai Simón. No pasó ni un minuto antes de que Williams se volviera a encontrar de frente con Ter Stegen, aunque su remate se quedó corto.
Frenético el partido, Dembélé tuvo otra acción en la que disparó cruzado para que el guardameta del Athletic desviara otra vez a córner. Pero Unai Simón dio de cal y de arena con el Barça enfrente. Apenas un minuto después no le tuvo fe a un balón bombeado. Dudó si ir o no a por él. De Jong, sin embargo, no encontró ningún reparo en seguir la acción, llegó justo para tocarla hacia atrás antes de que se perdiera por la línea de fondo, y Pedri, que seguía la jugada y que es un demonio en el campo, entró de cabeza ante el monumental despiste de Núñez, que era ya el tercero en menos de un cuarto de hora, para igualar el marcador.
Se encogió el Athletic con el gol, cedió campo y ya no encontró los espacios de los primeros minutos, ajustada mejor la defensa del Barcelona y con Messi cada vez más activo en el despliegue. Además, a la media hora se retiró Yuri, un quebradero de cabeza por la banda derecha. Sintió molestias en el muslo y pidió el cambio. Dembélé lo tenía más fácil.
Y Messi también, porque por unos minutos, el Athletic perdió su norte y el Barcelona se encontró a sus anchas y se convirtió en un vendaval. Pedía el descanso a gritos el equipo de Marcelino, para recomponer lo que se estaba quebrando, cuando Pedri recibió la pelota al borde del área y se la puso como un veterano a Leo Messi, que empieza a encontrar una conexión muy productiva con el canario, y que le agradeció el regalo con el gol que ponía en ventaja a su equipo después del sofocón inicial.
Los locales, sin profundidad
El Athletic había empezado a perder los papeles y al Barcelona le faltó puntería para ampliar la ventaja en los minutos que quedaban hasta la pausa. Volvió más manso el equipo azulgrana de los vestuarios y el Athletic se estiró durante un rato, tratando de darle velocidad al juego, pero sin demasiada profundidad. En cambio, cada llegada del Barcelona era un momento de apuro para la portería de Unai Simón, que respiró aliviado cuando el juez de línea levantó el banderín en un remate de Messi que acabó el gol, o después de un zurdazo del genio argentino que se estrelló en el poste.
Pero Leo no había terminado su faena en San Mamés, ni mucho menos. Como siempre, midió sus momentos y su participación en el juego. Apareció otra vez para meter el pie a un centro de Griezmann, que había conectado con Jordi Alba, tras un pase inicial del propio Messi. Era el tercero, que ponía la guinda, aunque quiso más, y todavía estrelló otro remate en el poste. El recital del 10 se extendió hasta el final del partido. Ni la pérdida de balón que originó el gol de Muniain en el minuto 90 empañó su actuación.