Opinión

El disparate del Barça

La falta de racionalidad y coherencia en la política deportiva ha vaciado la caja fuerte y para ingresar dinero el club mercadea sin miramientos, incluso con Carles Pérez

Carles Pérez se enfrenta a los defensas del Ibiza en el partido de la Copa del Rey.Sergio G. Canizares (EFE)

El Barça quiere facturar a Carles Pérez. Aparentemente, su salida solo está pendiente de detalles, alguno importante para el club –quiere tener el derecho a recompra, por si acaso, como acostumbra a pasar cuando no se está seguro de la decisión tomada— y otros que afectan al jugador, que no acaba de entender por qué debe abandonar el Camp Nou. El delantero de Granollers acudía tan tranquilo al entrenamiento del pasado viernes cuando Quique Setién le dijo que no contaba con él ni siquiera para el partido de Mestalla, día en que no había ningún jugador de ataque en el banquillo del Barça.
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El Barça quiere facturar a Carles Pérez. Aparentemente, su salida solo está pendiente de detalles, alguno importante para el club –quiere tener el derecho a recompra, por si acaso, como acostumbra a pasar cuando no se está seguro de la decisión tomada— y otros que afectan al jugador, que no acaba de entender por qué debe abandonar el Camp Nou. El delantero de Granollers acudía tan tranquilo al entrenamiento del pasado viernes cuando Quique Setién le dijo que no contaba con él ni siquiera para el partido de Mestalla, día en que no había ningún jugador de ataque en el banquillo del Barça.

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Carles Pérez se quedó paralizado, no se lo podía creer, porque se sentía jugador del primer equipo, y más desde que en septiembre firmó su renovación hasta 2022. Y para que quedara constancia hay una fotografía suya con el mismo presidente Josep Maria Bartomeu. Aquel día se convenció de que tenía futuro en el Barça. Valverde le daba minutos y sus actuaciones respondían al clásico jugador de la cantera que dominaba las claves del juego y nunca se quejaba, futbolista de club, responsable y consciente de la competencia de compañeros como Ansu Fati.

No había previsto que Quique Setién ve el fútbol de manera diferente de Valverde y por lo que parece el técnico cántabro le invitó a irse porque no tendría la oportunidad de jugar en el Barça. El entrenador está en su derecho de advertir al jugador de que no tenía sitio en el Camp Nou. Un asunto diferente es que el club se frotara las manos porque podía sacar dinero del traspaso de Carles Pérez. La duda es si Setién y Bartomeu iban de la mano y a ambos les convenía prescindir del delantero, o una decisión fue consecuencia de la otra de manera tan casual como sorprendente para el dorsal 27.

No se entiende en cualquier caso que se celebre tanto su continuidad como su adiós porque el traspaso viene que ni pintado para las necesidades económicas del Barça. Una cosa es que el técnico no le quiera y otra que la entidad lo agradezca después de hacer lo imposible para que se quedara, se supone que por recomendación de la secretaría técnica que dirige Abidal. Tal opción supondría que la dirección deportiva tiene menos poder que Setién. Hay coincidencia de todas maneras en que la manera de echarle es chapucera y contraria a la carta de naturaleza del Barça.

La venta de Carlos Pérez es el peor mensaje que pueden recibir los jóvenes de la cantera, y especialmente los cadetes y juveniles que ahora deben renovar, después de presumir de La Masia. Al jugador de nada le ha servido portarse bien y renunciar a ofertas interesantes porque cuando a la Junta le ha convenido ha negociado su partida por una cifra que ronda los 15 millones. El Barça necesita dinero y a efectos contables puede ser una buena operación aunque se haya engañado a Carles Pérez. La consigna es ingresar todo el dinero que se pueda para pagar el fichaje de un 9 por la lesión de Luis Suárez.

También se ha cedido a Todibo al Schalke 04 y se ha cambiado a Alejandro Marques por Matheus Pereira de la Juventus de la misma manera que en verano llegaba Neto mientras Cillessen se iba al Valencia, por no hablar de Paulinho. Los jugadores van y vienen sin sentido si se tiene en cuenta que muy pocos se han consolidado en el Camp Nou: solo 10 de 24 y únicamente tres han jugado más del 70% de los minutos (De Jong, Griezmann y Lenglet) como explica el diario As. El gasto en fichajes ya supera los 1.000 millones desde 2015.

La falta de racionalidad y coherencia en la política deportiva ha vaciado la caja fuerte y para ingresar dinero el club mercadea sin miramientos, incluso en el Barça B. El pez que se muerde la cola. Muchas de las operaciones que se cierran tienen difícil explicación para desespero de su entrenador García Pimienta. Nada extraño en cualquier caso si se tiene en cuenta que en los últimos cinco años han desfilado hasta cuatro secretarios técnicos –Zubizarreta, Robert, Pep Segura y Abidal/Planes— y entrenadores que piensan diferente como Setién respecto a Valverde.

Lo que es bueno para uno es malo para el otro, lo que piensa el que acaba de llegar no tiene nada que ver con el que se ha ido, y así sin parar: alcanza con el ejemplo de Alcácer ahora que se quiere contrata a un 9 y se piensa en Rodrigo. A fin de cuentas, todo parece un disparate, y el último que ha salido trasquilado es un chico de Granollers que se llama Carles Pérez.

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