El Shrewsbury frena al Liverpool

El equipo de Klopp, líder de la Premier y referencia de rendimiento regular en toda Europa, acaba una racha de nueve partidos triunfantes contra un mediocre conjunto de Tercera

Cummings anota el 1-2 de penalti.Richard Heathcote (Getty Images)

El peor rival del Liverpool ya no es el Manchester City. Es el calendario que poco a poco erosiona la roca de su resistencia. Fue el Shrewsbury Town, pudo ser cualquiera. Fue un equipo que marcha en la posición 16ª de Tercera División de Inglaterra. Un equipo que solo ha ganado uno de los últimos ocho encuentros que ha disputado. Que, además, comenzó el partido metiéndose un gol en propia puerta. En el estadio del New Meadow, durante la cuarta ronda de la Copa inglesa. En el momento más inesperado, el Liverpool, el equipo más en forma de Europa, se topó con su límite después de ganar nueve par...

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El peor rival del Liverpool ya no es el Manchester City. Es el calendario que poco a poco erosiona la roca de su resistencia. Fue el Shrewsbury Town, pudo ser cualquiera. Fue un equipo que marcha en la posición 16ª de Tercera División de Inglaterra. Un equipo que solo ha ganado uno de los últimos ocho encuentros que ha disputado. Que, además, comenzó el partido metiéndose un gol en propia puerta. En el estadio del New Meadow, durante la cuarta ronda de la Copa inglesa. En el momento más inesperado, el Liverpool, el equipo más en forma de Europa, se topó con su límite después de ganar nueve partidos seguidos.

El escocés Jason Cummings, muchacho de 25 años, coronado por un mechón dorado que parece la cresta de un pájaro, obró el milagro. Entró en la segunda mitad y anotó dos goles, uno de penalti, otro al contragolpe después de un saque de portería de Max O'Leary que desmontó la trama defensiva más perfecta de la Premier. Peinó Wahlley y Cummings se midió a los centrales. Se les escapó tirándole un caño a Matip que desató el delirio en la hinchada. Se acomodó la pelota con la izquierda y ajustó el tiro pegado al palo con la derecha. Adrián San Miguel, confundido, se quedó clavado. Fue la remontada. El Liverpool iba ganando 0-2 y en el minuto 75 se vio abocado a sufrir. Hasta ese momento los tiros a puerta se habían repartido, sorprendentemente, a favor de los modestos locales: cinco contra dos.

La plantilla del Shrewsbury está valorada en siete millones de euros, según Transfermarkt. La plantilla del Liverpool supera los 1.100 millones. La realidad industrial es despareja. La realidad del juego, no tanto. A esos contrastes se exponen los equipos de la Premier que se aventuran en la Copa, la vieja Copa de Inglaterra, el primer torneo que fundó el fútbol.

Jürgen Klopp había sacado una alineación plagada de suplentes: Adrián; Williams, Matip, Lovern, Larouci; Chirivella, Fabinho, Jones; Elliot, Minamino y Origi. Quería dar descanso a los pesos pesados de una plantilla castigada por la acumulación de partidos ante los meses críticos de la temporada. No pudo. Obligado a reaccionar al 2-2 para evitar el partido en Anfield, el técnico puso en el campo a Salah, a Oxlade Chamberlain, y a Firmino. Ni así pudo remontar el Liverpool.

Una mano de Fabinho en el minuto 87 colocó la eliminatoria en el alambre. Pudo ser penalti. El árbitro entendió que no hubo voluntariedad. Fue una buena noticia para el Liverpool, pero solo a medias. También fue una buena noticia para el Atlético que verá cómo se desgasta un poco más el rival que le visita el 18 de febrero en el Wanda.

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