Nada detiene al Celta
El cuadro vigués castiga el atrevimiento del Huesca y encadena seis jornadas sin perder en las que suma 16 puntos de 18 posibles
Instalado en los puestos de descenso desde el inicio del campeonato, el Huesca es un colista que dignifica la Liga, un equipo que propone, aunque no siempre dispone. Es un rival incómodo para cualquiera porque quiere mandar, anhela la pelota y acude hasta el mismo infierno para hacerse con ella. A veces se quema, pero casi siempre compite. A Balaídos llegó tras empatar en cinco de sus ocho desplazamientos anteriores, pero sin haber ganado nada más que un partido como local ante el Alavés. Y así sigue, necesitado como está de sumar de tres en tres, derrotado por el Celta, que ha sumado 16 punto...
Instalado en los puestos de descenso desde el inicio del campeonato, el Huesca es un colista que dignifica la Liga, un equipo que propone, aunque no siempre dispone. Es un rival incómodo para cualquiera porque quiere mandar, anhela la pelota y acude hasta el mismo infierno para hacerse con ella. A veces se quema, pero casi siempre compite. A Balaídos llegó tras empatar en cinco de sus ocho desplazamientos anteriores, pero sin haber ganado nada más que un partido como local ante el Alavés. Y así sigue, necesitado como está de sumar de tres en tres, derrotado por el Celta, que ha sumado 16 puntos en sus seis últimos partidos tras sumar 7 en los diez anteriores. Con ese bagaje desafiará el sábado al Real Madrid en Valdebebas.
Hasta el descanso, el partido planteó una interesante esgrima posicional. El Celta encontró dos vías para llegar a la portería rival: a través de trenzadas combinaciones que respondían a la presión alta del rival o como consecuencia de su propia codicia para recuperar la pelota en posiciones avanzadas. Se manejó entre empellones por el primer camino porque no siempre encontró caminos, pero cuando supo interpretar dónde estaban las rutas más despejadas generó incendios en la zaga del Huesca. Así pudo marcar Nolito después de que Hugo Mallo, Brais Méndez y Iago Aspas sacasen la brújula para desnudar el flanco izquierdo oscense. La segunda senda le llevó al gol tras una pifia de Siovas en la circulación de la pelota. De nuevo estaba Nolito para resolver y Aspas, que en un equipo que ha marcado en 22 ocasones suma nueve tantos y seis pases de gol, para facilitárselo.
Desde que rodó la pelota tenía pinta de que el Huesca tenía argumentos para hacer sufrir al Celta, pero durante algo más de una hora no acabó de exponerlos. El regreso para jugar la segunda parte le hizo daño porque se encontró un rival todavía más ajustado y apenas recuperó la pelota donde lo deseaba. Así que se aprestó a correr mucho más de lo aconsejable. Y cada pérdida de balón abría una autopista en su corazón. Por ahí circuló Aspas para encarrilar el partido vecino al fuera de juego, hábil para no entrar en esa posición y definir después ante el portero.
Para entonces el Huesca ya apostaba aún más fuerte, con el hercúleo Rafa Mir en compañía de Okazaki. Castigado como estaba jamás dejó de buscar la meta y se rebeló contra todas las emboscadas que le planteó el partido, que no fueron pocas. Llenó el campo de hombres de ataque y encontró una nueva vida con gente como Seoane, que remató al palo y exigió al máximo al portero Rubén Blanco antes de marcar. El Celta ya estaba plegado, boqueando para llegar a la meta, con Iago Aspas fuera del partido, sustituido tras jugar con molestias en la pierna derecha. El final del partido fue del Huesca, que dispuso de tiempo y opciones para empatar. Rubén Blanco, un guardameta al que Luis Enrique le tiene la lupa puesta, lo impidió.