Getafe y Celta empatan en una batalla táctica
Damián, que marcó un golazo y erró al cometer el penati que valió el empate, acaparó los pocos focos de un partido sin brillo
Hace 19 años que el Celta no gana cinco partidos seguidos en la máxima categoría. A esta jornada llegó tras vencer cuatro, pero el quinto era en Getafe. Demasiada piedra que picar. En un partido prosaico se firmaron tablas porque nadie hizo lo suficiente para ganar. Tampoco para perder.
El inicio engañó porque prometió una tarde de fuegos artificiales. Abrió los festejos Damián con un gol de bandera, inopinado en un lateral derecho, pero no por ello menos repetido por el futbolista uruguayo, que controló la pelota en el ...
Hace 19 años que el Celta no gana cinco partidos seguidos en la máxima categoría. A esta jornada llegó tras vencer cuatro, pero el quinto era en Getafe. Demasiada piedra que picar. En un partido prosaico se firmaron tablas porque nadie hizo lo suficiente para ganar. Tampoco para perder.
El inicio engañó porque prometió una tarde de fuegos artificiales. Abrió los festejos Damián con un gol de bandera, inopinado en un lateral derecho, pero no por ello menos repetido por el futbolista uruguayo, que controló la pelota en el pico del área, le tiró un caño pleno de intención a Denis Suárez y armó un zapatazo que colocó la pelota en la escuadra opuesta de la portería del Celta. En la celebración, desde el banquillo, se le escapó una media sonrisilla a Bordalás.
Pero la réplica no se demoró y mostró hasta qué punto está engranado el Celta, que suele repetir una maniobra de distracción consistente en aclarar la banda para que Olaza progrese por ella. Nolito emigra hacia zonas de remate y el lateral progresa para sacar lustre a su telescópica zurda. En esta ocasión Damián, otra vez protagonista, no le dejó. Lo bajó al piso, imprudente, sobre la línea que delimita el área. El VAR validó la primera decisión de González Fuertes y Aspas anotó desde los once metros.
El festival se detuvo ahí. El partido encalló porque el Celta se ajustó para encontrar superioridades en la salida de la pelota desde su zaga, pero en campo contrario no halló resquicios entre las filas rivales. En el repliegue, el Getafe se convirtió en inabordable, cerrado en torno a dos líneas de cuatro hombres entre las que operaba Timor como corrector. Unal quedó muy desconectado en la delantera, pero el Getafe privilegió la fortaleza y consiguió, por ejemplo, negar a Aspas, que más allá del penalti apenas tocó bola.
Abnegado y pleno de oficio, el Getafe pareció estar siempre más cómodo que el Celta, que manejó la pelota ante un muro y lo hizo siempre bajo el yugo que le suponía el temor de un mal paso y quedar a merced de uno de esos zarpazos que caracterizan al Getafe. Unos y otros evolucionaron con la mirada en el retrovisor mientras las pizarras se removían. Bordalás intentó engranar otra marcha y cambió todo el frente de ataque antes de la hora de juego. Retocó también el dibujo para tener más presencia cerca del área del Celta porque prescindió de Timor para agregar un delantero más.
Mientras todo eso ocurría nadie era capaz de probar a los porteros. Yañez, que disputaba su segundo partido consecutivo tras largos meses de banquillo, reportó problemas físicos mediada la primera parte. Nadie del Celta le exigió. Tampoco el Getafe encontró la profundidad con el retoque de su técnico, por más que las piernas frescas le convirtiesen en más incómodo para el equipo que adiestra Chacho Coudet. Visto que no era posible ganar, el entrenador argentino amarró el empate: llamó a Okay para suplir a Nolito y puso más hormigón sobre el césped. Al Getafe, que había caído en tres de sus últimos cuatro partidos en casa y empató el otro, le faltó osadía para quebrar esa racha. Ahora deberá visitar al Atlético con una zaga nueva porque Damián, Cabaco y Nyom cumplirán sanción por acumulación de amonestaciones.