El Granada, un camaleón que se adapta a todo

El cuadro de Diego Martínez brilla con su registro versátil, dañino en tanto en el juego de posición como al contraataque

Milla, durante un partido del Granada en Los Cármenes. / AFPAFP7 vía Europa Press (AFP7 vía Europa Press)

Sexto clasificado, hasta esta jornada con los mismos puntos que el Barcelona (21), y ya en dieciseisavos de la Liga Europa, el Granada ratifica jornada a jornada su capacidad competitiva. Continúa siendo uno de los equipos de moda de LaLiga. Un bloque camaleónico que se adapta a las situaciones, los rivales y a sí mismo desde una notable versatilidad táctica que le permite desarrollar su ideario futbolístico más allá del sistema que ponga en práctica su técnico, Diego Martínez, y de los jugadores que utilice.

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Sexto clasificado, hasta esta jornada con los mismos puntos que el Barcelona (21), y ya en dieciseisavos de la Liga Europa, el Granada ratifica jornada a jornada su capacidad competitiva. Continúa siendo uno de los equipos de moda de LaLiga. Un bloque camaleónico que se adapta a las situaciones, los rivales y a sí mismo desde una notable versatilidad táctica que le permite desarrollar su ideario futbolístico más allá del sistema que ponga en práctica su técnico, Diego Martínez, y de los jugadores que utilice.

Sin abandonar su propia identidad, cada encuentro y cada enemigo tiene una propuesta y una respuesta. Tanto en el sistema como en su desarrollo. Del preponderante y habitual 4-2-3-1 se salta al 3-4-3, menos utilizado esta temporada, —solo ante el Celta—, pasando por el 4-1-4-1 que se convierte en ataque en un 4-3-3, como el pasado domingo ante el Betis. Durante un mismo encuentro, si las circunstancias lo exigen, el conjunto rojiblanco no tiene problemas para modificar su ocupación de los espacios y variar el dibujo y el posicionamiento. Es una situación que controla y a la que está acostumbrado.

Es capaz de jugar directo, contrataque puro, pero también dominar la situación si el rival se lo permite. La competición continental no ha castigado como cabía esperar su rendimiento colectivo. Posiblemente, por lo bien que se ha reforzado la plantilla en cantidad y calidad y la evidente mejora en la competencia interna.

Encasillado en un estilo directo, con transiciones rápidas y poca elaboración en el medio campo, no se entretiene en circulaciones en las líneas defensivas. Si el rival le cede el campo y el balón, es capaz de iniciar el juego desde atrás con Luis Milla como centro de operaciones y Herrera como enlace con los de arriba, pero sin arabescos. Lo suyo siempre es correr y mirar el área contraria.

Contra los grandes, presumiblemente contra el Real Madrid, suele realizar un repliegue intermedio para buscar el juego de contraataque con la profundidad de sus hombres exteriores: Machis -lesionado para varias semanas- y Luis Suárez. Dos galgos bien abiertos a las bandas con un acusado sentido de la perpendicularidad y del sacrificio. Persiguen defensivamente a los laterales contrarios, pero no olvidan en ningún momento su papel ofensivo. Si juegan por fuera Puerta y Kenedy, su versión queda fortalecida en el juego interior y entonces los laterales aparecen más en ataque.

El golpeo de Rui Costa

En partidos como el del estadio Di Stéfano, donde en teoría va a ser sometido territorialmente y con la posesión, Martínez tira más del doble mediocentro. Sancionado Gonalons, el volante más posicional, Eteki sería la pareja de Milla, que asumiría el rol más centrado del francés. Entonces Yangel Herrera se coloca por delante de ellos. Tampoco es descartable que el técnico desempolve la defensa de cinco, tres centrales (Vallejo-Germán-Duarte), bien al principio o en un momento determinado del partido. Tal disposición no funcionó en Vigo (3-1) en uno de los partidos más flojos de toda la temporada.

Una de las cartas que mejor juega para la salida del balón desde atrás es el golpeo largo, lejano y bien dirigido de su portero Rui Silva. Atrae al enemigo con la presencia cercana de los dos centrales, pero casi nunca juega con ellos, sino que busca el juego directo con Soldado como primera referencia y, a partir de esa acción, busca la segunda jugada en ataque.

Diego Martínez se ha mostrado especialmente satisfecho en los últimos partidos de que su equipo haya sumado cuatro porterías a cero: dos partidos de Liga Europa y dos de LaLiga. Técnico obsesionado con no cometer errores que en Primera cuestan goles, como repite insistentemente a sus jugadores, mantener virgen su puerta es uno de los valores que más aprecia de los suyos.

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