Brilla Bryan Gil en el empate sin goles

Al Eibar le falta filo en la navaja para poder superar a un Getafe poco ambicioso

Bryan Gil (d) lucha por el balón con Nyom.Javier Etxezarreta (EFE)

Tiene el Eibar una mala relación con el gol. Les falta filo en la navaja a sus delanteros y, aunque perseveran de cara a la portería rival, no acaban de encontrar el camino. Mal negocio contra el Getafe, que saca rendimiento de las debilidades del contrario, aunque sea, como el conjunto de Mendilibar, un grupo tenaz, insistente, que intenta aplastar como un martillo. Pero ni los golpes al yunque del Getafe, ni las cuchilladas de los puntas le sirvieron de nada. Y eso que estaba Bryan Gil.

Eligió bien Monchi cuando envió al futbolista catalán, criado en Andalucía, a forjarse un futuro se...

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Tiene el Eibar una mala relación con el gol. Les falta filo en la navaja a sus delanteros y, aunque perseveran de cara a la portería rival, no acaban de encontrar el camino. Mal negocio contra el Getafe, que saca rendimiento de las debilidades del contrario, aunque sea, como el conjunto de Mendilibar, un grupo tenaz, insistente, que intenta aplastar como un martillo. Pero ni los golpes al yunque del Getafe, ni las cuchilladas de los puntas le sirvieron de nada. Y eso que estaba Bryan Gil.

Eligió bien Monchi cuando envió al futbolista catalán, criado en Andalucía, a forjarse un futuro sevillista lejos del Pizjuán. Posiblemente, los jugadores jóvenes se amedrentan un tanto cuando entran en el valle del Deba y atraviesan la ciudad camino de firmar el contrato en Ipurua, entre fábricas a un lado y a otro. Seguro que se les hace un nudo en la garganta la primera vez que viajan a Atxabalpe, el campo de entrenamiento, por carreteras sinuosas, de montaña, y llegan a la pradera en la que se ejercita el equipo, con la carretera a 15 metros, sin posibilidades de tener un mínimo de privacidad.

Pero esas cosas forjan el carácter de los buenos futbolistas. Le pasó a David Silva en su momento, le puede ocurrir a Bryan Gil, que comienza a exhibir su delicada zurda, y que frente al Getafe se echó a su equipo al hombro. Volvió loco a Nyom, luego a Damián, y a quien se le pusiera enfrente. De sus botas salió la ocasión más clara del Eibar en la primera parte. Combinó bien con Muto, que también se está haciendo a la Liga, y el balón le llegó a Kike García, que remató contra el cuerpo de David Soria. El rechace le cayó otra vez al delantero, que con el guardameta vencido estrelló su remate franco en el larguero. La navaja desafilada.

Seguía Bryan Gil exigiendo al máximo a los defensores del Getafe que, por supuesto, no se arredraba ante la ambición del chaval y se desplegaba, cuando podía, al contragolpe, pero el brío del extremo zurdo, de los que ya no se estilan, frenó bastante la capacidad ofensiva de los visitantes, que se dieron cuenta enseguida de que cualquier error lo podía aprovechar el exterior del Eibar para asustar. Solo Mata, en el minuto 20, pudo desesquilibrar a favor de los de Bordalás, pero el pase de Cucho Hernández le cogió en mala postura y remató flojo. El Eibar llegó bastante más. La última acometida de la primera parte la propició de nuevo Gil. Kike García disparó y Soria respondió con su parada.

Todo fue igual tras el descanso. A Bryan Gil le pararon como pudieron los hombres de banda del Getafe, pero su espíritu se atemperó con el paso de los minutos, y el de los madrileños no aumentó, pese a la entrada de Ángel, su habitual revulsivo. Con dos entrenadores clásicos, los movimientos de banquillo fueron inusuales para lo que se estila en tiempos de pandemia. Mendilibar hizo dos cambios, ambos ofensivos; el Getafe, solo uno, también de ataque, pero el marcador no se movió, pese a la ocasión clara del Eibar ya en el descuento. Sacó una falta Bryan Gil, quiso rematar Kike García de cabeza, pero le salió un centro a Enrich, que también de cabeza estrelló la pelota en el palo. En esa acción Kike estorbó el saque de Soria, vio la segunda tarjeta amarilla y dejó a su equipo con diez. Quedaba poco, pero el Getafe no tuvo ambición. Se conformó con el empate.

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