El orden de Werner
Alemania capea la mayor escasez de talento de su historia aferrándose a su modelo de juego, a su sentido competitivo, y al delantero del Chelsea
Durante décadas Alemania dominó el fútbol europeo gracias a una combinación única de creatividad y rigor. La crisis que sucedió a la conquista del Mundial de 2014 señaló el inicio de una inquietante travesía. La selección que visita el estadio de La Cartuja es el resultado de una realidad insólita. Lo señaló hace un mes Ralf Rangnick, considerado el padre de la nueva escuela de entrenadores alemanes. Por primera vez en medio siglo el país de Beckenbauer sufre una profunda escasez de jugadores brillantes. Ante la merma de talento se impone reforzar el método. Joachim Löw, que cumple 15 años en ...
Durante décadas Alemania dominó el fútbol europeo gracias a una combinación única de creatividad y rigor. La crisis que sucedió a la conquista del Mundial de 2014 señaló el inicio de una inquietante travesía. La selección que visita el estadio de La Cartuja es el resultado de una realidad insólita. Lo señaló hace un mes Ralf Rangnick, considerado el padre de la nueva escuela de entrenadores alemanes. Por primera vez en medio siglo el país de Beckenbauer sufre una profunda escasez de jugadores brillantes. Ante la merma de talento se impone reforzar el método. Joachim Löw, que cumple 15 años en el banquillo de la Mannschaft, nunca habla de defender. Insiste en la batería de ideas que sostienen el juego algo mecánico de su equipo: concentración total, presión adelantada, vocación de control del balón y maniobras coordinadas para invadir el campo rival. Al frente de este esfuerzo más bien funcionarial destaca un delantero iluminado: Timo Werner.
Manuel Neuer. “Este año estamos contentos con nuestra trayectoria”, dijo Manuel Neuer, el capitán, y el único jugador de esta selección que podría integrar un once mundial</CF>; “no nos han marcado demasiados goles. Estamos defendiendo bien, pero tenemos que seguir trabajando porque este es un equipo con muchos jóvenes”. El portero celebra el historial reciente: 1-1 ante España, 1-1 y 3-3 ante Suiza, y 1-2 y 3-1 ante Ucrania. Habla como si pensara que atrás queda lo peor: la eliminación del Mundial de Rusia en la fase de grupos y el palo en la Liga de Naciones de 2018, donde Alemania empató dos partidos y perdió dos con un saldo de siete goles en contra y dos a favor.
Robin Koch. “Estoy entusiasmado de que Robin esté con nosotros”, dijo Löw esta semana; “por su inicio del juego limpio, por sus pases claros, porque no falla en el uno contra uno...”. Hijo del áspero Harry Koch, mítico central del Kaiserslautern que ganó la Bundesliga en 1998, el joven Robin es la nueva referencia de la zaga alemana. Tras pasar por el Friburgo, recibió una oferta del Leeds United. Lo consultó con Löw y el seleccionador le aconsejó que aceptara sin vacilar porque allí gozaría de la cátedra de Marcelo Bielsa, un excelente maestro de centrales cuando se trata de llevar la iniciativa. “Yo no quiero limitarme a defender y a pegar pelotazos”, declaró el aprendiz; “por eso fiché por el Leeds”. Pero la vida de los valientes nunca es fácil. En las últimas dos jornadas de Premier recibió ocho goles. Alemania parece sólida contra Suiza y Ucrania. Pero, como dice Neuer, queda trabajo por delante.
Leon Goretzka. Ningún país puede presumir de jugadores menos dotados para el juego de toque y más convencidos de que pueden tocarla. <CW2>El voluminoso Goretzka es el máximo exponente de la voluntad como vehículo para trascender limitaciones. Acompañado por Kroos y Gundogan, compone el mediocampo de esta Alemania, pálido trasunto de la línea que formaron Lahm, Kroos, Schweinsteiger y Özil en 2014. “Intentaremos presionar altos para hacernos con la posesión del balón”, les mandó Löw en Sevilla; “será muy importante que nuestras líneas sean compactas para no tener los problemas que tuvimos contra Ucrania”.
Timo Werner. Alemania se sumió en tal desorden cuando Ucrania la presionó hasta su área, el sábado pasado, que faltó poco para que todo el armazón se hundiera sobre Neuer. No fue así porque Goretzka metió un pase al espacio y Leroy Sané explotó sus dotes de velocista antes de anotar el 1-1. Sané y Gnabry son los dos rayos que acompañan al hombre que metió el 2-1 y el 3-1; y que probablemente sea el mejor jugador de esta generación. Timo Werner atraviesa uno de esos momentos de dulce equilibrio emocional. A sus 24 años —siempre que no se deje atrapar por la melancolía— es un prodigio en el arte de romper el cerco de los defensas.