Al Baskonia le falta tiempo en Moscú
Tras ir por detrás desde el inicio, el conjunto de Ivanovic consigue empatar a falta de 48 segundos, pero no remata al CSKA de sus ex Shengelia y Hilliard (89-86)
Seguro que durante el largo viaje desde Moscú hasta Vitoria, más de cuatro horas de vuelo, Dusko Ivanovic le dará vueltas al comienzo del partido que su equipo, el Baskonia, jugó en el Megasport moscovita; a esos minutos perdidos en los que un exceso de relajación defensiva propició una ventaja del CSKA que desembocó en la derrota final. Se desesperaba el técnico durante el primer cuarto. A cada error defensivo, respondía enviando al banquillo de su autor, al rincón de pensar. Consiguió así, a base de palo y zanahoria, parar la sangría que llevó al 5-0, al 11-2, al 15-5 y al 21-10. Cada ataque...
Seguro que durante el largo viaje desde Moscú hasta Vitoria, más de cuatro horas de vuelo, Dusko Ivanovic le dará vueltas al comienzo del partido que su equipo, el Baskonia, jugó en el Megasport moscovita; a esos minutos perdidos en los que un exceso de relajación defensiva propició una ventaja del CSKA que desembocó en la derrota final. Se desesperaba el técnico durante el primer cuarto. A cada error defensivo, respondía enviando al banquillo de su autor, al rincón de pensar. Consiguió así, a base de palo y zanahoria, parar la sangría que llevó al 5-0, al 11-2, al 15-5 y al 21-10. Cada ataque ruso era una canasta. La valoración del Baskonia andaba por los suelos, como su juego de contención. Solo la sangre fría del técnico detuvo la hemorragia que estaban provocando entre Hackett y también Shengelia, cuña de madera baskonista.
Se acercaron levemente los vitorianos al final del primer cuarto, pero entonces apareció majestuosa, la figura de Darrun Hilliard, un torpedero en las filas moscovitas. Cada intento triple del estadounidense se convertía en un disgusto para el Baskonia, que mantenía el tipo como un boxeador sonado gracias a Fall y la discreta aportación de Henry en la creación de juego. Los números del equipo vitoriano mejoraron antes del descanso, pero seguían siendo insuficientes para acercarse a las anotaciones locales. Acabó la primera parte 47-35, y pudo ser peor, porque el omnipresente Hilliard agarró el último balón, a falta de dos segundos, y su tiro desde campo propio fue canasta que los árbitros anularon después de ver la repetición. Lanzó una décima después de que sonara la bocina.
El Baskonia conservó una virtud durante todo el partido: no se dejó llevar por las circunstancias. Frente a un rival tan poderoso como el CSKA, que contaba con la complicidad arbitral en las pequeñas cosas, y que posee armas suficientes como para aplastar a cualquier enemigo, siguieron los vitorianos en la pelea. A distancia, que se acortaba o se alargaba cuando los de casa apretaban, pero nunca fuera del partido.
Aun así, las cosas parecían claras en el último cuarto, porque el CSKA mantenía una distancia de seguridad y replicaba cada intento de reacción vitoriano, pero a los rusos les lastraba su ineficacia desde la línea de tiros libres y el rebote. El Baskonia casi dobló en esta faceta al CSKA después de que Ivanovic apretara las tuercas en el descanso.
A cuatro minutos para el final, la ventaja rusa era relativamente cómoda (79-66), pero se les gripó el motor a los hombres de Itoudis, que vieron como el Baskonia sumaba un parcial de 11-0 para empatar a 82 puntos a falta de 48 segundos. Era la primera vez en todo el partido que conseguían equilibrar el marcador. El final fue apasionante. Anotó Clayburn dos puntos para el CSKA, volvió a empatar Henry, y a falta de 24 segundos, Hilliard, el mejor del partido, consiguió un triple que resultó definitivo. Cuando Fall anotó la última canasta (89-86), el Baskonia, que acarició durante un minuto, una remontada espectacular, comenzó a repudiar su mal comienzo de partido.