El Bayern gana el clásico y pierde a Kimmich

El equipo bávaro sobrevive al torbellino de Haaland, el mejor de un partido que el Dortmund no supo gestionar frente a un adversario que solo se encontró cómodo a la contra

Momento de la lesión de Kimmich, cuando intentaba frenar a Haaland.Martin Meissner / POOL (EFE)

Erling Haaland lo ve todo antes que los demás. Ve espacios en la maraña, ve el punto débil en la roca, ve al defensa que vacila, al marcador que cambia el peso de pie, la cintura que gira, la jugada que se abre, el pase del amigo antes de que el amigo vea el pase. Este sábado en el clásico de la Bundesliga vio todo antes que todos. Compañeros y adversarios. También vio la indecisión entre Kimmich y Boateng, según rodaba la pelota tras un saque de banda del Bayern hacia el mediocampo. Despegó como un halcón, se llevó la pelota, y cuando Kimmich fue a ajustarle las cuentas se le escabulló. Si hu...

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Erling Haaland lo ve todo antes que los demás. Ve espacios en la maraña, ve el punto débil en la roca, ve al defensa que vacila, al marcador que cambia el peso de pie, la cintura que gira, la jugada que se abre, el pase del amigo antes de que el amigo vea el pase. Este sábado en el clásico de la Bundesliga vio todo antes que todos. Compañeros y adversarios. También vio la indecisión entre Kimmich y Boateng, según rodaba la pelota tras un saque de banda del Bayern hacia el mediocampo. Despegó como un halcón, se llevó la pelota, y cuando Kimmich fue a ajustarle las cuentas se le escabulló. Si hubiera tenido un cómplice igual de lúcido, el ataque habría acabado en gol. Pero Reina se dejó encerrar y el dos contra dos se esfumó. La jugada ya estaba cerrada cuando el árbitro reparó en Kimmich. El mediocampista estaba tendido en la hierba, llorando, cogiéndose la rodilla derecha como si tuviera la certeza de que le aguarda una larga temporada fuera de la competición.

Joshua Kimmich simboliza la regularidad del campeón de Europa. No se lesionaba desde febrero de 2018, cuando sufrió una contusión. A falta de que las pruebas médicas determinen la extensión del daño, el cuadro es sombrío. El inagotable Kimmich se retiró en brazos de dos asistentes, desconsolado y sin poder apoyar el pie derecho. Su ausencia dejará un vacío moral más que futbolístico en este Bayern, tan poco imaginativo con su líder como sin él.

El Bayern ganó en el viejo Westfalenstadion. Cimentó así su liderato y alejó de la cabeza de la clasificación al rival directo. Pero su fútbol dista mucho de ser deslumbrante. Frente a un Dortmund tan tibio como su entrenador, el triste Lucien Favre, desordenado para replegarse y condenado a proteger su portero con dos centrales tendentes a la distracción, el equipo bávaro encontró una montaña de dificultades. Las más grandes se las generó Haaland con su inagotable batería de recursos, algunos aparentemente antagónicos. A la hora de partido el noruego había provocado cuatro ocasiones claras de gol ante Neuer. Solo Reus le acompañó. Ni Sancho ni Reina están, ni estarán, a su altura.

Reus, a un toque, aprovechando un centro de Guerreiro, adelantó al Dortmund. Obligado a atacar una defensa que esperaba, el Bayern pareció abrumado. Solo superó el embudo a balón parado. De falta directa, en el último instante de la primera parte, Alaba marcó el gol de la supervivencia.

El Bayern se agarró a Alaba para achicar agua según arreciaba el aluvión de Haaland. El arranque de la segunda mitad fue penoso para el Bayern, a expensas del acierto del noruego hasta que lograba conectar un contragolpe. Fue así como Lucas centró al primer palo un balón que Lewandowski ganó con la solvencia de los maestros en el uso del cuello. Primero se anticipó al fatigoso Hummels y después tiró de cervicales para dirigir la pelota al ángulo más inhóspito de la portería de Burki. Fue el undécimo gol de Lewandowski en 6 partidos de Bundesliga esta temporada. Otro contragolpe, coordinado por Lewandowski y rematado por Sané, afirmó la ventaja del Bayern.

A falta de Reus, que malogró un tiro a puerta vacía, solo Haaland llevó el desconcierto al área rival en los diez minutos que le quedaron al partido. El delantero anotó el 2-3 mediante un desmarque y un control majestuoso. Concluido der klassiker, en el círculo de gradas vacías flotó la sensación de que el mejor futbolista del campeonato alemán jugaba en el equipo perdedor.

Ganó el Bayern sin jugar especialmente bien. Sumó 27 goles en siete jornadas. Récord histórico absoluto. Perdió a Kimmich. Quién sabe si por mucho tiempo.

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