Un Madrid sonado deja grogui al Inter

Un gran gol del resucitado Rodrygo, cuando más sufrían los blancos, alivia al equipo de Zidane tras un partido tremendo frente a un rival italiano muy exigente

El jugador del Real Madrid Rodrygo, en la acción del 3-2 del encuentro ante el Inter.PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP)

Cuando más sonado parecía el Real Madrid apareció Rodrygo desde la sala de espera y fue el Inter el que quedó grogui. Guiños del fútbol en un partido con mucha médula. Un duelo vivificante que ambos se tomaron como terminal. Un partido mayúsculo con curvas para unos y otros del que salió airoso un Madrid salvado por la campana de Rodrygo, que llevaba un tiempo en el cuarto oscuro. Su golpe en la mesa no pudo ser más oportuno para un Real al que no le quedaban otras balas. Y el Inter, exigente de principio a fin, no fue un paseíllo. Ni mucho menos.

En el Di Stéfano, Real e Inter hicieron...

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Cuando más sonado parecía el Real Madrid apareció Rodrygo desde la sala de espera y fue el Inter el que quedó grogui. Guiños del fútbol en un partido con mucha médula. Un duelo vivificante que ambos se tomaron como terminal. Un partido mayúsculo con curvas para unos y otros del que salió airoso un Madrid salvado por la campana de Rodrygo, que llevaba un tiempo en el cuarto oscuro. Su golpe en la mesa no pudo ser más oportuno para un Real al que no le quedaban otras balas. Y el Inter, exigente de principio a fin, no fue un paseíllo. Ni mucho menos.

En el Di Stéfano, Real e Inter hicieron honor a don Alfredo, que más de una batalla libró como blanco frente al centurión equipo italiano de los sesenta. El conjunto actual contribuyó a un partido de cuerpo entero, sin gaitas. Un encuentro de esos solo al alcance de brigadistas de primera. Real Madrid e Inter, dos colosos del fútbol europeo, dos clubes de ayer y hoy, con la nuez apretada por sus cunetas en las primeras jornadas de esta Copa de Europa.

Como resultado, en Valdebebas nadie buscó atajos. Desde el inicio, los dos contendientes firmes, dispuestos a todo tipo de duelos. Algunos, tremendos. Como el de Sergio Ramos con el titánico Lautaro, un argentino que no se arruga ni a palos. Tiene veinte colmillos y para nada es un piernas. Por un costado, dos cazas: Achraf y Mendy. Nadie estaba a salvo en un reto vibrante, eléctrico, chisposo.

Para asombro de don Alfredo, este Inter de Conte se ha vuelto amnésico. Nada que ver con el Inter cabecilla del catenaccio de H.H. Ahora, sin barricadas, es un equipo bizarro, de los que angustian a los suyos por la articulación del juego desde su portero. Trenza el Inter desde la cueva. Y no lo desdeña, desde luego, el Madrid. Con tal disposición de unos y otros, cada cual se fue a por el vecino a su área. Antes de los cinco minutos, Asensio ya puso los focos sobre Handanovic, que desvió su zurdazo desde dentro del área tras una aventura de Hazard. El choque iba golpe a golpe, así que no tardó en devolver el guantazo el cuadro interista. Casi atina Barella, como poco después Vidal con un trallazo que bien pudo reventar un lateral de la red.

En Valdebebas no había respiro. El Inter salía a hombros de Lautaro, que balizaba para descargar el juego con Ramos siempre en alerta roja. El Madrid no cedía, pese a la poca pisada de Asensio, que no acaba de soltarse. Aún demasiado pacato. Aún se busca tras la lesión.

Acertó Courtois ante el categórico Lautaro y a Valverde, otro jugador abrasivo, se le fueron dos disparos por una uña. No había fútbol a granel cuando Mendy confundió a Achraf. El acoso del francés provocó que el exmadridista quisiera jugar con su portero de forma muy forzada. Lazarillo, Benzema se interpuso, birló a Handanovic en una baldosa y sopló la pelota a puerta abierta.

Zinedine Zidane, entrenador del Real Madrid. En vídeo, Zidane apuesta por su equipo y por la valía de Sergio Ramos.Vídeo: MARIUS BECKER (DPA) / ATLAS

El 1-0 rebajó unos minutos al Inter, que notó la sacudida. Tan aturdido que nadie reconoció a Sergio Ramos. Como si el capitán local fuera un forastero que no sale en los cromos. Kroos lanzó un córner, Ramos voló como Ramos y cabeceó como Ramos. Lo de toda la eternidad. En el Inter, todos espectadores de una película mil veces vista.

No hubo bandera blanca de los de Conte. Brozovic largó un pase con demasiada pólvora para Barella. Era una bola de fuego, pero el italiano se marcó la virguería de la noche, la asistencia de la temporada. El chico citó a Lautaro con el gol con un taconazo versallesco sin dejar siquiera que la pelota tocara la hierba. El Inter estaba en el partido.

De vuelta del intermedio sufrió el Madrid, más desenchufadas sus líneas, con más horizontes para el voraz Inter. El Real se partió por el eje y el cuadro visitante crecía en la misma medida que menguaban los de Zidane. Intervino el preparador francés, que advirtió el poco depósito que le quedaba a Hazard y a Asensio. Poco después del relevo de los extremos —con pista para Vinicius y Rodrygo—, Lautaro, con Ramos fuera de lugar, sirvió el 2-2 a Perisic, que definió de maravilla con Lucas en el cogote.

La remontada pudo ser mayor. El revoltoso y eficaz Lautaro se estrelló con el larguero tras una pifia de Mendy justo antes de que a Perisic se le fuera un disparo cruzado por un flequillo. Volaba el Inter y resoplaba el Madrid. Pero el fútbol es un lote de imprevistos. En el peor tramo local, Valverde, gladiador, puso en carrera a Vinicius, que no demoró su mensaje al camarada Rodrygo. Este, tan de puntillas últimamente, armó un disparo fulminante y puso una mueca de alivio en todo el madridismo. Europa ya no queda tan lejos.


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