Centenario feliz para Osasuna

Rubén García decide, de penalti, el espeso cuerpo a cuerpo con el Athletic

Los jugadores de Osasuna celebran el triunfo contra el Athletic en El Sadar. / CA OSASUNA

A falta de la juerga de rigor por su centenario, porque la realidad pandémica manda, Osasuna se llevó una victoria especial ante un Athletic que, de alguna manera, quiso ser cortés presentándose con una buena nómina de navarros y haciendo un regalo en las postrimerías de un choque pastoso pero endulzado, al final, con un penalti infantil de Capa. Lo transformó Rubén García, que no se crio en Tajonar pero lo parece porque siente la elástica y también trabaja a destajo, y la hinchada rojilla lo celebró desde sus casas con gusto porque no todos los días se cumplen 100 años.

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A falta de la juerga de rigor por su centenario, porque la realidad pandémica manda, Osasuna se llevó una victoria especial ante un Athletic que, de alguna manera, quiso ser cortés presentándose con una buena nómina de navarros y haciendo un regalo en las postrimerías de un choque pastoso pero endulzado, al final, con un penalti infantil de Capa. Lo transformó Rubén García, que no se crio en Tajonar pero lo parece porque siente la elástica y también trabaja a destajo, y la hinchada rojilla lo celebró desde sus casas con gusto porque no todos los días se cumplen 100 años.

Tan cómodos están los dos equipos en el duelo y la disputa, en el balón largo y la carrera, que durante el primer acto se olvidaron del esférico. No escatimaron una gota de brega, pero el cuero volaba de un lado a otro y los medioscentros desaparecieron del mapa. Y, sin ellos en la escena, ya se sabe: no hay guion, o desde luego no el que le aporta la gracia a la película. Ni uno ni otro conseguían mezclar, en realidad porque tampoco les interesaba demasiado meterse en esa tesitura, así que disfrutaron del cuerpo a cuerpo.

En esas, Raúl García se pasó de frenada y noqueó a Aridane mientras el zaguero seguía la trayectoria aérea de la pelota. Rodilla contra rodilla, y ko técnico. Entre esa sobredosis de energía, dos latigazos. Primero probó Berenguer con un golpeo seco que repelió con los puños Herrera y después lo intentó Íñigo Pérez con su zurda sedosa, pero el disparo se desvió un par de palmos del poste. Jony también intentó agitar el partido por el costado izquierdo, aunque le faltaban socios, y Unai López, toque aseado en casi todas las acciones, lució pierna fina con un lanzamiento lejano cargado de picardía que solventó en última instancia el portero metiendo oportunamente la manopla.

A falta de pan, un par de espejismos que llevarse a la boca. Se imponía la fricción y la pizarra. Demasiado rigor, demasiada disciplina. Ni un verso libre. Tan solo la intervención del cantante Serafín Zubiri en los prolegómenos y el resto, casi todo, demasiado elemental. Osasuna y Athletic guerrearon con lo básico. Así, del guardameta al extremo, Jony desperdició un careo con Simón y luego llegó el obsequio de Capa, que arrolló a Kike Barja cuando Yeray ya le había ganado la posición al atacante. Rubén García, certero desde los once metros, puso el lazo al centenario de una entidad en la que pervive la esencia de lo auténtico.

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