Para reír y recordar

En ’50 historias ilustradas del fútbol español' Pablo Ríos aporta textos ágiles, cargados de ironía y humor, historia en viñetas

Muchos años antes de que casi todos los españoles demostraran llevar dentro un experto en gestión de pandemias, un teórico sobre recuperación económica o un policía de balcón, casi todos eran entrenadores de fútbol. Seleccionadores nacionales, en concreto. Como al equipo lo eliminaban generalmente en cuartos, quedaban por delante un par de rondas fantásticas para explicar lo que se debía haber hecho. Luego, claro, como España ganó un Mundial y dos Eurocopas alcanzando algo parecido a la excelencia futbolística, se hizo el silencio. O, tal vez, lo que sucedió fue que por fin se hizo caso a los ...

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Muchos años antes de que casi todos los españoles demostraran llevar dentro un experto en gestión de pandemias, un teórico sobre recuperación económica o un policía de balcón, casi todos eran entrenadores de fútbol. Seleccionadores nacionales, en concreto. Como al equipo lo eliminaban generalmente en cuartos, quedaban por delante un par de rondas fantásticas para explicar lo que se debía haber hecho. Luego, claro, como España ganó un Mundial y dos Eurocopas alcanzando algo parecido a la excelencia futbolística, se hizo el silencio. O, tal vez, lo que sucedió fue que por fin se hizo caso a los millones de entrenadores que había en el país.

Eso mismo, pero en viñetas, cuenta Pablo Ríos en 50 historias ilustradas del fútbol español (Córner). Lo resume con una frase muy certera y muy patria: “Ya lo sabía yo”, que es lo que dicen los protagonistas de uno de los capítulos. Ya sabían que Eloy fallaría el penalti en México, Salinas su oportunidad en Estados Unidos y que Iniesta acertaría en Sudáfrica. Si es que en realidad tampoco es tan difícil.

El libro combina historias muy conocidas con otras que llevan al lector a querer saber más sobre el asunto en cuestión. La invención de la tanda de penaltis, por ejemplo, que habría surgido de la mente del periodista y directivo del Cádiz Rafael Ballester, en el torneo Carranza de 1962. La final, disputada por Barcelona y Zaragoza, acabó con empate a 0. El tren en el que tenían que irse ambos equipos no iba a esperar por ellos. Ballester propuso los penaltis. El Barça se llevó el título. Los dos equipos llegaron a tiempo a la estación.

Además de las ilustraciones, Ríos aporta textos ágiles, cargados de ironía y humor, que dejan una sonrisa tras su lectura. Ya la dedicatoria es una declaración de intenciones. Para la chica que me gusta, reza. Un libro pensado para la posteridad.

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