Sergio García gana pateando con los ojos cerrados
El golfista castellonense logra su primera victoria en el circuito americano desde el Masters de 2017
Era el último hoyo. El último putt. Si lo metía, Sergio García ganaría este domingo a los 40 años el Sanderson Farm Championship. Sería su primera victoria en el circuito estadounidense desde el Masters de Augusta de 2017, el grande que fue a la vez la culminación de una grandiosa carrera y el inicio de una época de tinieblas en su juego. Sería su victoria profesional número 36, undécima en el PGA Tour. García cerró entonces los ojos para patear. Más que mirar la bola, la sintió. Era un putt corto, sencillo. E...
Era el último hoyo. El último putt. Si lo metía, Sergio García ganaría este domingo a los 40 años el Sanderson Farm Championship. Sería su primera victoria en el circuito estadounidense desde el Masters de Augusta de 2017, el grande que fue a la vez la culminación de una grandiosa carrera y el inicio de una época de tinieblas en su juego. Sería su victoria profesional número 36, undécima en el PGA Tour. García cerró entonces los ojos para patear. Más que mirar la bola, la sintió. Era un putt corto, sencillo. Estaba en su mente tanto como en sus manos. Sin mirar, golpeó la bola. Cuando volvió a mirar, ya estaba dentro. Como había hecho durante todo el torneo y habían descubierto las cámaras en una imagen poco usual, la de un golfista pateando con los ojos cerrados. Aunque, como explicó el jugador castellonense, se trata de una técnica que lleva usando desde hace mucho y la que ahora ha vuelto a aferrarse (además de un productivo cambio de putter) para resurgir después de un tiempo de malos resultados y malas sensaciones sobre todo con el juego corto.
“Lo importante era seguir creyendo”, afirmó un emocionado Sergio García, casi en las lágrimas, recordando a dos familiares fallecidos por coronavirus (sus tíos Paco y Ángel, el último hace oho días), y tras esa victoria redentora que tanto sufrimiento dejaba atrás. Venció con -19, un golpe de ventaja sobre el estadounidense Peter Malnati, un triunfo que dedicarle a sus hijos Azalea y Enzo, el pequeño al que los padres de Sergio todavía no han podido conocer debido a la situación sanitaria. “Llevaba tres o cuatro meses que me encontraba cerca, pero las cosas no querían salir. Sabía que estaba ahí, con posibilidades, y tenía que encontrar esa teclita”, explicó el castellonense sobre su éxito. Un clic que finalmente logró y que hizo recordar a ese golfista fabuloso que ganó el Masters de 2017, justo ahora que Augusta se prepara para abrir de nuevo sus puertas, el próximo mes (del 12 al 15 de noviembre) y sin público. “Y hasta me he encontrado ahora con mejores sensaciones golpeando a la bola que cuando gané el Masters, con más confianza. Posiblemente ha sido mi mejor semana en el aspecto mental desde entonces, de calmado. Me siento muy orgulloso de mí mismo”, comentó. Su eagle en la jornada final en el para cinco del hoyo 14 y un segundo golpe en el 18 para dejar el birdie casi dado fueron la firma de su victoria este domingo.
El triunfo devuelve al español entre los 50 mejores golfistas del mundo (es 38º), grupo del que había salido justamente la semana pasada por primera vez en nueve años, y le permite grabar varias muescas más en su palmarés. Es el segundo jugador en la historia con victorias profesionales antes de cumplir los 20 años, durante los 20, los 30 y ahora los 40 (Henry Cooper lo logró entre 1923 y 1955). Entra en el selecto club de golfistas con triunfos en cuatro décadas diferentes. Y se ha apuntado al menos un torneo por curso en los últimos 10 años, marca que comparte con Justin Rose.
Así explicaba Sergio García su táctica de patear con los ojos cerrados para centrarse más en tener la mejor sensación al golpear la bola que en obsesionarse con la línea que ha de seguir hasta el hoyo: “Siento que me ayuda y por eso lo hago. Llevo pateando con los ojos cerrados hace casi cuatro años. No lo he hecho siempre, pero sí muchas veces. En Augusta National, cuando gané el Masters en 2017, cerré los ojos antes de patear en todos y cada uno de los putts que tiré. Y lo he hecho en otras victorias que he conseguido después. Diría que en los últimos cuatro años he pateado con los ojos cerrados un 75 por ciento de los días. Empecé a hacerlo en prácticas y la sensación fue muy buena. Me ayuda a sentir más libertad a la hora de patear y centrarme sobre todo en el toque de bola y no tanto en dónde va a ir, el hoyo, seguir la bola con la mirada… Es una manera de dejar que aparezca más mi habilidad natural para patear y no estar pensando en lo que tengo que hacer para que el putt sea bueno. Me encantaría patear con los ojos abiertos, pero haciéndolo así mi golpeo es más consistente y me olvido más del resto. He intentado patear con los ojos abiertos varias veces, por ejemplo en el US Open, pero está claro que no funciona bien. El objetivo es estar cómodo. Dejo de hacerlo cuando ya creo que lo tengo bajo control y vuelvo cuando veo que no funciona de manera correcta con los ojos abiertos”.
La imagen de Sergio García pateando con los ojos cerrados ha recordado a la de Michael Jordan lanzando un tiro libre también sin mirar. Fue el 23 de noviembre de 1991, en un partido de los Bulls contra los Denver Nuggets en los que jugaba un novato llamado Dikembe Mutombo. En medio de su pique, Mutombo le retó a tirar un segundo tiro libre con los ojos cerrados. Jordan, claro, aceptó. “Hey Mutombo, esto es para ti”, le dijo. Cerró los ojos, armó el tiro y encestó.