De padres e hijos
El libro, que reúne fútbol, política y un toque de melancolía pop, es también un recuerdo de los miles de niños brasileños que aspiran a ser futbolistas y se desplazan para probar suerte
En el fútbol, como en la vida, sucede que al mirar al pasado se idealizan algunos recuerdos. A veces hasta el extremo. Los campos de tierra que derivaban en barro cuando llovía, los balones que se cargaban de agua, las botas rígidas y negras con los tacos de aluminio afilados o las espinilleras que parecían un escudo para ir a la guerra aparecen hoy, en la mente de los que los utilizaron, como ejemplo de autenticidad.
En el otro lado estarían las generaciones contemporáneas, que han conocido un balompié más evolucionado, co...
En el fútbol, como en la vida, sucede que al mirar al pasado se idealizan algunos recuerdos. A veces hasta el extremo. Los campos de tierra que derivaban en barro cuando llovía, los balones que se cargaban de agua, las botas rígidas y negras con los tacos de aluminio afilados o las espinilleras que parecían un escudo para ir a la guerra aparecen hoy, en la mente de los que los utilizaron, como ejemplo de autenticidad.
En el otro lado estarían las generaciones contemporáneas, que han conocido un balompié más evolucionado, con campos de hierba artificial que se transportan a la lavadora en forma de caucho, balones que no duelen tanto al rematar de cabeza, calzado adaptado a la práctica del deporte y que, por lo general, ven el pasado como algo lejano y ajeno. Y, sin embargo, ambas tendencias forman parte de la historia del fútbol.
Esa guerra entre generaciones protagoniza la novela El regate (Anagrama), del escritor brasileño Sérgio Rodrigues. Narra la historia de un periodista deportivo, Murilo Filho, y de su hijo Neto, con el que lleva más de un cuarto de siglo sin hablarse. Cada uno representa una manera de entender Brasil. El país del Murilo entronca con Garrincha y Pelé y la selección tricampeona del mundo, con un futuro lleno de ilusión. El Brasil de Neto es oscuro, fruto de una dictadura y del desencanto con la democracia.
El libro, que reúne fútbol, política y un toque de melancolía pop sobre el recuerdo de lo que en su día fue Río de Janeiro, arranca con el padre mostrándole al hijo el vídeo del famoso “no gol” de Pelé en el Mundial de México de 1970. Deteniendo la imagen y hablando de Peralvo, un jugador que “iba a ser más grande” que el mítico 10 de la canarinha y cuya historia ejerce de hilo conductor. Es, también, un recuerdo de los miles de niños brasileños que aspiran a ser futbolistas y se desplazan hasta las grandes ciudades para probar suerte.