El penúltimo truco de Javi Martínez
El veterano mediocentro navarro decidió la Supercopa a favor del Bayern, que negocia su traspaso al Athletic
No en vano Javi Martínez Aginaga se aficionó a la prestidigitación desde muy joven. Cumplidos los 103 minutos de la Supercopa de Europa con 1-1, el título estaba en el aire, pero el hombre se metió en el hervidero del área del Sevilla con la calma del mago. Bradicardiaco. Kimmich botó el córner desde la derecha, la pelota fue despejada por Diego Carlos, rematada por Alaba y vuelta a despejar por Bounou cuando se la encontró frente a frente. Alguien más inquieto la habría reventado. Él hizo la pausa, miró al portero, y como si tuviera toda una velada para decidir acomodó la cabeza y colocó el b...
No en vano Javi Martínez Aginaga se aficionó a la prestidigitación desde muy joven. Cumplidos los 103 minutos de la Supercopa de Europa con 1-1, el título estaba en el aire, pero el hombre se metió en el hervidero del área del Sevilla con la calma del mago. Bradicardiaco. Kimmich botó el córner desde la derecha, la pelota fue despejada por Diego Carlos, rematada por Alaba y vuelta a despejar por Bounou cuando se la encontró frente a frente. Alguien más inquieto la habría reventado. Él hizo la pausa, miró al portero, y como si tuviera toda una velada para decidir acomodó la cabeza y colocó el balón en la escuadra con un ligero balanceo del cuello. El gol del triunfo entró lentamente mientras el héroe, desaliñado con una melena de mechas rubias, sonreía a la espera de la avalancha de compañeros que acudían a felicitarle. Perfectamente consciente de estar dándose un homenaje.
“No sé”, dijo, cuando le preguntaron si había sido su último partido con el Bayern después de un ciclo de nueve temporadas y 22 trofeos con el equipo alemán. “Si el domingo me convocan para viajar a Hoffenheim en la Bundesliga volveré a darlo todo”.
El martes el Bayern le citó para viajar a Budapest a disputar la final de la Supercopa. Muchos no se lo esperaban. Desde enero, apenas había participado más de diez minutos en tres de los 12 partidos de la Bundesliga para los que había estado disponible. En Champions, solo sumaba nueve minutos en las cinco últimas jornadas. Según fuentes de su entorno, nunca pidió la titularidad pero tampoco soportaba sentir que el entrenador no contaba con él ni como sustituto recurrente.
Siempre fue feliz en Múnich. Pero considerando que tiene 32 años, se ha sentido desaprovechado y su contrato concluye en 2021, en verano pidió al club que lo traspasara. El Athletic se ofreció a darle un puesto hasta que supo el precio que le ponía el Bayern. Según el Bild, fueron diez millones de euros que progresivamente se aproximaron a cinco. La negociación parecía cerrada este lunes. Pero volvió a estancarse.
“Leí los periódicos y decían que Javi ya estaba en Bilbao”, dijo Hans-Dieter Flick, el entrenador del Bayern, la víspera de la final. “Por eso estaba un poco sorprendido de que viajara con nosotros a Budapest”.
Nunca fue el más dotado de los futbolistas. Pero pocos han sido más atrevidos y más competitivos que él. Lo sabía Flick, que con la final abierta y el Sevilla amenazando peligrosamente el área de Neuer, en el minuto 99 le hizo entrar al partido en sustitución de Lucas Hernández. En principio su misión debía consistir en proteger a los centrales y liberar a Tolisso y Kimmich. Cinco minutos más tarde, metió el gol del triunfo. Fue su primer gol del año. Una coincidencia asombrosa y una historia que se repite con distinta rima. En la Supercopa de 2013 ya le había metido un gol decisivo al Chelsea.
Jupp Heynckes pidió su fichaje en 2012 después de ver cómo se adaptaba a todos los puestos del mediocampo y al centro de la defensa en el Athletic de Marcelo Bielsa. El Athletic exigió el pago de la cláusula de 40 millones de euros y el Bayern accedió en medio de una larga polémica interna. Entonces el navarro batió un récord que hasta entonces había correspondido a Mario Gómez, un goleador por el que los bávaros habían pagado 30 millones al Stuttgart en 2009. El Bayern acabó haciendo el esfuerzo por imposición histórica. Después de dos años de dominio del Dortmund en todas las competiciones locales, la directiva del club de Múnich vivía apurada por recuperar el cetro del fútbol alemán.
Fin de una era en Múnich
Hay jugadores bendecidos por la fortuna y jugadores que bendicen a sus equipos. Discreto, divertido y optimista por naturaleza, Javi Martínez elevó el espíritu de todos los equipos por los que pasó. Venía de sublevar al Athletic y de levantar la Copa del Mundo en Sudáfrica y la Eurocopa en Kiev con España. Su paso por el Bayern no fue la excepción. Dejó una huella profunda. Desde que pisó Múnich el equipo no paró de conquistar la Bundesliga. Ganó ocho trofeos de la liga alemana, cinco Copas Pokal, y dos Champions.
Dicen en Bilbao que su cuadrilla le espera, como siempre. Pero si finalmente se desvincula del Bayern antes de que se cierre el mercado español de fichajes, el 5 de octubre, dejará tras de sí otra cuadrilla y una época que coindice con la era dorada del fútbol español. El volante fue el primer jugador de la Roja en fichar por el Bayern y será el último de la saga en marcharse tras Thiago, Alonso, Bernat, Reina y Odriozola.
La semana pasada, Javi Martínez no figuró en la foto oficial que tradicionalmente se hace la plantilla coincidiendo con la Oktoberfest. Muchos lo interpretaron como una evidencia de que ya no pertenecía a la nómina. Sin embargo viajó a Budapest. Y contra pronóstico, Flick le metió a la final en el momento culminante. El acto reservado al truco final no podía tener otro protagonista.