Iago Aspas brilla más que nadie

Dos goles del delantero del Celta derrotan a un Valencia muy rebajado que solo se rebeló en los instantes finales

Aspas celebra uno de sus goles al ValenciaMIGUEL RIOPA (AFP)

El Celta se viste ahora con unas camisetas que brillan bajo los focos como nunca, un resplandor que no invita a pasar desapercibido, pero que un tipo como Iago Aspas jamás necesitó. Lleva años de celeste fulgor. Y cumplidos los 33 no parece tener fin. Dos goles suyos fulminaron a un Valencia rebajado y dieron el triunfo (2-1) al Celta, anhelante de sosiego clasificatorio tras dos campañas salvado por los pelos.

El equipo vigues sacó fruto de su estrella y de su buena puesta en escena. Empezó con la zaga bien alta y su ataque en la búsqueda del desorden ajeno con un frenético intercambio...

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El Celta se viste ahora con unas camisetas que brillan bajo los focos como nunca, un resplandor que no invita a pasar desapercibido, pero que un tipo como Iago Aspas jamás necesitó. Lleva años de celeste fulgor. Y cumplidos los 33 no parece tener fin. Dos goles suyos fulminaron a un Valencia rebajado y dieron el triunfo (2-1) al Celta, anhelante de sosiego clasificatorio tras dos campañas salvado por los pelos.

El equipo vigues sacó fruto de su estrella y de su buena puesta en escena. Empezó con la zaga bien alta y su ataque en la búsqueda del desorden ajeno con un frenético intercambio de posiciones. Como la pelota circulaba con rapidez, el Valencia pareció superado. Marcó Aspas, que se desmarcó al límite para recibir un fantástico pase de Nolito. El VAR trazó líneas y validó el gol, pero el Valencia también debería repasar la ocurrido porque todo ocurrió sin oposición por el corazón de su entramado defensivo.

El gol encajado retrató un cierto adocenamiento defensivo del Valencia, que salió a la espera, sin codicia para recuperar la pelota, timorato también para rebelarse cada vez que el Celta le encimaba, incapaz de salir a la contra. Sobre ese escenario transitó superior el cuadro local, pero el fútbol no siempre responde a recorridos lineales. También es una cuestión de momentos. La primera acción tras el descanso pilló al Celta sin comparecer. Y recibió cuña de su madera, un centro de Wass rematado a la red por Maxi Gómez, dos futbolistas que prosperaron de celestes en Balaídos.

Pareció entonces que unos necesitaban alimentar los fogones durante largo tiempo y otros apenas precisaban un destello. Pero ahí estaba Aspas para desmentirlo y

mostrar que si era cuestión de luces, pocos tienen más. Embocó, magistral, un libre directo y llevó a su equipo hacia una victoria que debió ser más holgada porque el Celta empezó bien, elevó su nivel, remató mucho, dos veces al palo, y acabó con sustos postreros, un posible penalti de Aidoo sobre Vallejo y un intento más de Maxi que rechazó Iván Villar.

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