Despiadado Bayern

Nadie daba un duro por ellos en noviembre cuando Kovac fue destituido. Tampoco nadie dudaba de su triunfo cuando llegó agosto al mando de Flick, ni siquiera el PSG

Neymar, en el suelo, junto a Kimmich.Manu Fernandez (AP)

No hay peor adversario seguramente que el Bayern de Múnich para un aspirante a ganar la Champions. Atlético (1974), Leeds (1975), Saint Étienne (1976) y Valencia (2001), equipos en aquel momento muy distinguidos futbolísticamente, perdieron su final europea contra el campeón de Baviera. Aunque también se venció el Borussia Dortmund (2013), antes se había coronado contra la Juventus (1997). También el Paris Saint Germain afrontaba el partido de su vida en Lisboa y perdió contra el Bayern. Lo...

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No hay peor adversario seguramente que el Bayern de Múnich para un aspirante a ganar la Champions. Atlético (1974), Leeds (1975), Saint Étienne (1976) y Valencia (2001), equipos en aquel momento muy distinguidos futbolísticamente, perdieron su final europea contra el campeón de Baviera. Aunque también se venció el Borussia Dortmund (2013), antes se había coronado contra la Juventus (1997). También el Paris Saint Germain afrontaba el partido de su vida en Lisboa y perdió contra el Bayern. Los alemanes son hoy un plantel extremadamente fiable, ganadores de los 11 partidos que han disputado en la Copa de Europa, vencedores también en la Copa y la Bundesliga.

Volvió a conquistar el triplete como ya pasó en 2013 con Heynckes. El Bayern se siente más Bayern que nunca con Flick. No tiene dudas sino que juega con una arrogancia estremecedora, por el riesgo que asume, por la presión que ejerce, por la soberbia con la que gana, ya sea mejor o peor que su rival, máximo candidato al título desde la eliminación del Liverpool y del Manchester City. Al PSG le concedió ocasiones de sobra, igual que ya pasó en semifinales y cuartos, y, sin embargo, nadie pudo batir a Neuer.

El Bayern de Múnich siempre vuelve para disputar y ganar la Copa de Europa. La Champions más insólita tendrá un campeón muy clásico, igual de afortunado que siempre, insensible a un equipo que pasa por tener a la mejor pareja de delanteros: Neymar y Mbappé.

Neymar es un jugador tan divertido como fabuloso, desacomplejado, muy agradable de ver por su desequilibrio, expresado en un excelente regate, difícil de defender en cualquier partido, también en la Champions. Al brasileño solo le pierde su dificultad para acabar las jugadas, se equivoca a menudo cuando debe tomar la última decisión, errático sobre todo en el tiro, como se advirtió en el inicio y el final del partido contra el Bayern. A diferencia de Leo Messi y de Cristiano Ronaldo, nunca ha sido un gran goleador, al igual que Mbappé, ambos reducidos por un gigante como Neuer.

Lewandowski, en cambio, tiene más gol que juego, y suyas fueron las mejores ocasiones en un primer tramo entretenido y disputado por las alternativas, igualmente amenazado Neuer que Keylor. El gol, sin embargo, llegó de la manera más insospechada, no por el centro exquisito de Kimmich sino porque el goleador fue Coman, cuya alineación fue tan sorprendente como su cabezazo, mal defendido por Kherer. El Bayern encontró aire por el costado del atacante francés, sustituto de Perisic. Los recursos del Bayern son infinitos y su capacidad goleadora indiscutible: 4,4 tantos por partido desde que empezó la Champions.

La alineación y el gol de Coman tuvieron su miga porque el delantero nació en París y se formó en la cantera del PSG. Coman fue más importante que Neymar y Mbappé, dos jugadores fichados para ganar la Champions, parte de los 1.200 millones de euros invertidos durante nueve años por Al Khelaïfi.

El valor del tanto se agrandó cuando Mbappé y Neymar no acertaron al final, cuando el partido se puso de su parte, mal defendido por el Bayern, un equipo descamisado en la defensa de las áreas, siempre confiado en Lewandowski y Neuer. Neymar rompió a llorar, desconsolado por no haber podido revertir la final, tan admirable en la conducción como reprobable en el momento de definir, una suerte que siempre ha dominado el Bayern.

Nadie daba un duro por el Bayern en noviembre cuando destituyó a Kovac. Tampoco nadie dudaba de su triunfo cuando ha llegado agosto al mando de Flick. Ni siquiera el PSG, que nunca se vio ganador en Lisboa.

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