El pelotón de Bordalás mide al Inter de Conte
El Getafe es el paradigma del riguroso método de captación del técnico alicantino
Hay entrenadores que lideran porque intimidan y entrenadores que lideran porque enamoran. Preguntados por cómo fueron capaces de formar grupos tan eficientes, casi todos aseguran haberse inspirado en valores familiares. A José Bordalás le gusta pensar que en el Getafe ha formado una familia. Pero quienes le conocen desde su odisea valenciana aseguran que su equipo —como todos sus conjuntos desde que cogió al Alicante en 1994— se parece menos a una familia que a un pelotón de la infantería pesada. Ninguna familia es tan uniforme, compacta y previsible. Este Getafe sí lo es. El Inter de Conte qu...
Hay entrenadores que lideran porque intimidan y entrenadores que lideran porque enamoran. Preguntados por cómo fueron capaces de formar grupos tan eficientes, casi todos aseguran haberse inspirado en valores familiares. A José Bordalás le gusta pensar que en el Getafe ha formado una familia. Pero quienes le conocen desde su odisea valenciana aseguran que su equipo —como todos sus conjuntos desde que cogió al Alicante en 1994— se parece menos a una familia que a un pelotón de la infantería pesada. Ninguna familia es tan uniforme, compacta y previsible. Este Getafe sí lo es. El Inter de Conte quiere serlo. Ambos se cruzan esta noche (21.00, Movistar Liga de Campeones) en Gelsenkirchen en los octavos de la Liga Europa.
Antonio Conte, conocido en el mundillo como Celentano, también sueña con crear una cosa que él llama familia pero que no se parece en nada a la célula de la sociedad. Crispado porque ve que no lo consigue, el domingo acusó a la directiva del Inter —propiedad del chino Steven Zhang— de no hacer nada por impedir que él y los jugadores “se coman una montaña de mierda”.
Conte se presentó en Gelsenkirchen advirtiendo de que ahora la suciedad podía traerla el Getafe. “Puede ser un partido sucio, y debemos estar preparados para ensuciarnos”, dijo. En toda Europa saben que el Getafe practica un fútbol tal que sus rivales acaban metidos en pasadizos donde es imposible maniobrar. Por falta de espacio y también de tiempo. A base de presionar hasta las últimas consecuencias el Getafe ha sido el equipo de la Liga que menos tiempo de juego efectivo ha disputado: 20 horas a lo largo de toda la temporada, seis horas menos que el Barça, el que más.
Asier Garitano, exentrenador del Leganés y el Alavés, y uno de los discípulos más aventajados de Bordalás, sale en su defensa: “Mucha gente dice: ‘Este Getafe espera el error del rival’. ¡Todo lo contrario! Ellos provocan los errores donde a ellos les interesa que tú los cometas y suelen acabar los partidos creando más ocasiones que el rival. Para lograrlo tienen que trabajar muchísimo”.
Conte lleva un año al frente del Inter, club que desde 2016 gastó cerca de 550 millones de euros en fichajes. En el mismo periodo, siempre con Bordalás en el banquillo, el Getafe invirtió 60 millones en futbolistas. La mayoría, gente que trae la cicatriz del fracaso en otros clubes. Prescindibles todos —Gallego y Cavaco, dos de los cinco fichajes más caros del club en la última década, llegaron el verano pasado y prácticamente no han jugado esta temporada— y todos pasados por el filtro que convierte a Bordalás en un técnico de garantías: su olfato.
Donde Ancelotti o Del Bosque son capaces de amalgamar un grupo heterogéneo arrancando el egoísmo de los más individualistas, Bordalás directamente los elimina. Como dice un agente que le conoce desde Alicante: “Posee un sentido insuperable para detectar qué jugador salta al campo para cumplir una misión para el equipo y qué jugador lo hace para cumplir una misión para sí mismo, porque quiera mejorar su contrato o porque quiera que lo aplaudan”.
“En Tercera como en Primera”
Garitano recuerda su primer contacto con Bordalás: “Yo tenía 30 años cuando fui al Alicnte, de Tercera División, pensando más en ser entrenador que en jugar. Dije: ‘Me quedan un par de años de fútbol y mientras tanto estudio y me saco el título’. Había jugado siempre en categorías superiores y pensé que en Tercera podría jugar y disfrutar, pero no iba con mucha idea de competir. Y desde el primer día me di cuenta de la exigencia de un hombre que era capaz de involucrarte en el trabajo y hacerte partícipe en cada reto. Da igual que fuera Tercera o Segunda B. Hacía doble sesión, cuidaba el césped, la alimentación, la preparación física... Luego vimos que ha sido capaz de hacer lo mismo en todas las categorías. Por su forma de ser y hablar resultaba muy gracioso. Llegaba a los jugadores”.
Bordalás capta aquellas virtudes que hacen al funcionario ideal —lealtad, disciplina, abnegación y sentido de la responsabilidad— y va despojando a sus grupos de los que no son así. El resultado, más que una familia, es un pelotón que marcha solo. Patricio Moreno, Sergio Mora y Asier Garitano han sido sus jugadores fetiche de los tiempos de Tercera, Segunda B y Segunda. Ahora Cucurella, Molina, Mata, Maksimovic o Arambarri reproducen el mismo perfil. El producto es recurrente: equipos fiables en el rendimiento de las largas distancias y algo rígidos en eliminatorias, en donde hace falta una mayor cuota de ingenio.
Bordalás no cree tanto en el valor de la brillantez como del rigor. “Personas normales son capaces de hacer grandes cosas”, dijo en Gelsenkirchen, apelando a la épica, tras ser informado de las palabras de Conte. “El Inter es un equipazo. No creo que un equipo del nivel del Inter deba estar muy preocupado porque el Getafe es un club pequeño. Ellos son un equipo que nos supera en muchos aspectos, sobre todo a nivel de potencial económico”.
Bordalás confía en sus funcionarios incansables. “Estoy seguro de que haremos un gran partido”, dijo. Sabe que rendirán al máximo porque se los dicta el carácter. No tiene dudas desde que detectó que estaban hechos para integrar su “familia”.