Javier Aguirre, el hombre que prefirió el lío a la jubilación
Contra todo pronóstico, el técnico del Leganés, el más veterano de Primera, ha estirado la vida de su equipo hasta la última jornada. Si le gana al Madrid y el Celta pierde, la salvación será un hecho
Sus amigos recuerdan que se sorprendieron cuando fueron a visitar a Javier Aguirre en la mañana del 21 de abril de 2004. Dicen que esperaban encontrarle nervioso, ocupado en analizar vídeos del rival y en dar charlas a sus jugadores en un clima de tensión competitiva, pero que, para su sorpresa, el huésped del hotel de la calle Abascal permaneció entretenido jugando con unos niños en el vestíbulo mientras mataba las horas de la concentración. Esa noche Osasuna saltaría al Bernabéu en una cita que hoy se evoca como algo his...
Sus amigos recuerdan que se sorprendieron cuando fueron a visitar a Javier Aguirre en la mañana del 21 de abril de 2004. Dicen que esperaban encontrarle nervioso, ocupado en analizar vídeos del rival y en dar charlas a sus jugadores en un clima de tensión competitiva, pero que, para su sorpresa, el huésped del hotel de la calle Abascal permaneció entretenido jugando con unos niños en el vestíbulo mientras mataba las horas de la concentración. Esa noche Osasuna saltaría al Bernabéu en una cita que hoy se evoca como algo histórico: uno de los grandes momentos del fútbol navarro. El partido en el que Osasuna goleó 0-3 al Madrid Galáctico.
Javier Aguirre tenía 45 años en la primavera de 2004 y se juraba que no entrenaría más allá de los 50. Luego su idea era retirarse del estrépito de un oficio que a ciertas edades, decía, le parecía insoportable. No se imaginaba entonces que con 61 años, tras dirigir al Atlético, al Zaragoza, al Espanyol, a la selección de Japón y al Al Wahda de los Emiratos, el 19 de julio de 2020 el destino le encontraría más rico de lo que jamás soñó, en el epicentro de una pandemia y, sin embargo, resolviendo un problemón. Sentado en el banquillo de Butarque para jugarse la salvación del equipo con más condenas de Primera. A una sola carta contra el campeón, el Madrid, en la última jornada. Obligado a ganar sin otro remedio que esperar que el Celta pierda ante el Espanyol, cuyo caída lloró en Cornellá el pasado 5 de julio, en memoria de su pasado perico y, tal vez, en busca de complicidades para la batalla final.
El Leganés solo logrará la permanencia si le gana al Madrid esta noche (21:00 horas, Movistar), siempre y cuando el Celta no sume tres puntos ante un Espanyol descendido.
”Javier tiene una gran capacidad de adaptación”, dice José Sánchez Parra, que fue abogado y representante del mexicano. “Si lo llevan a la Liga de Júpiter, él se adapta a los campos de Júpiter, a la táctica de Júpiter, a los jugadores de Júpiter, y a las ruedas de prensa de Júpiter”.
El Leganés que heredó Javier Aguirre el 4 de noviembre, último clasificado a seis puntos de la salvación, es el planeta más raro del sistema de Tebas. Económicamente fuente de riqueza y deportivamente inhóspito, se hunde en puestos de descenso desde la segunda jornada después de tres años al límite.
Durante sus dos primeras temporadas en Primera, entre 2016 y 2018, el club de la familia Moreno ingresó 80 millones de euros e invirtió menos de 12 en fichajes. Aun así, permaneció y subió las apuestas. Desde 2018 facturó 90 millones en derechos televisivos, vendió futbolistas por más de 60 millones, y fichó por 34. El saldo resultó dorado a costa de descapitalizar la plantilla con menos contratos convencionales del campeonato: hasta 14 jugadores, la mitad de la nómina, concluyen su vínculo este lunes tras permanecer a préstamo la mayoría. Cedidos por entidades rivales como el Real Madrid, que le prestó a Óscar Rodríguez para poder venderle en el mercado que acaba de comenzar tras un curso de revalorización en el escaparate de Primera.
“Osquitar está pero no está”, proclamó Aguirre hace dos semanas. Desde entonces, entre desmentidos y partes de lesiones, lo único que se ha sabido del actual máximo goleador de la plantilla del Leganés —el lanzador de faltas más eficaz de Europa, considerando sus cuatro goles en 16 tiros— son los rumores que le sitúan en otra órbita: Villarreal, Betis, Getafe, Real Sociedad y Milan quieren pagarle al Madrid para hacerse con sus derechos.
”Me encantó”
Resulta extraño que el Leganés no haya descendido hace meses cuando comenzó la temporada con tres figuras —En-Nesyri, traspasado al Sevilla después de Navidad; Braithwaite, traspasado al Barça en febrero; y el propio Óscar, propiedad del adversario— que son los autores de 21 de los 34 goles que suma el equipo.
Que la última incógnita de la Liga del año de la peste sea la salvación del Leganés es una hazaña en sí misma. Inexplicable sin la habilidad de Aguirre para comprometer a los jugadores a base de simpatía y sencillez. “Si ves los que arrancaron en Bilbao el jueves”, dijo, emocionado; “cuando llegamos en noviembre no estaban. Bryan [cedido por el Sevilla en enero] no estaba, Manu [canterano] no estaba, Rosales jugaba por derecha, Aitor [prestado por el Betis] estaba en la rampa de salida, Amadou [cedido por el Sevilla en enero] no estaba, Eraso no era titular… Yo veía la alineación y decía: ‘¡Seis o siete de estos no estaban considerados y nos estamos jugando la vida con ellos!’. Y me encantó que los siete hayan dado la cara”.
Siete de los quince jugadores utilizados en Bilbao acababan contrato el 31 de junio pasado, entre ellos los goleadores Roger y Guerrero, que ante el Athletic metieron sus primeros tantos con la camiseta rayada.
Ningún equipo ha sido más veces desmontado y más veces vuelto a armar que este Leganés que su técnico conduce quitando hierro al desastre inminente.
Soñaba con jubilarse en 2010 pero en algún punto del fragor de la batalla, Javier Aguirre, El Vasco, debió comprender que no hay mejor paz que la de un buen lío.