El Barça no es el Barça
El equipo de Setién vence con muchos apuros al Athletic con un gol de Rakitic tras otro partido muy plano solo agitado por Riqui Puig y Ansu Fati
Ha desaparecido el Barça. Hay once futbolistas que llevan el uniforme azulgrana, juegan en el Camp Nou y su capitán se llama Messi. Actúan en nombre del Barça. No es, sin embargo, el equipo que cautivó al mundo, ni el que tenía por costumbre ganar LaLiga. Y tampoco se parece al que sobrevivía en la Copa. Ni siquiera tiene nada que ver con el que penó en Roma y Liverpool. Hay quien piensa todavía que se trata de un Barcelona virtual que juega por obligación a puerta cerrada en el Camp Nou. Y, aunque parezca mentira, el Barça ...
Ha desaparecido el Barça. Hay once futbolistas que llevan el uniforme azulgrana, juegan en el Camp Nou y su capitán se llama Messi. Actúan en nombre del Barça. No es, sin embargo, el equipo que cautivó al mundo, ni el que tenía por costumbre ganar LaLiga. Y tampoco se parece al que sobrevivía en la Copa. Ni siquiera tiene nada que ver con el que penó en Roma y Liverpool. Hay quien piensa todavía que se trata de un Barcelona virtual que juega por obligación a puerta cerrada en el Camp Nou. Y, aunque parezca mentira, el Barça que no es el Barça no desiste de disputar el título de LaLiga, señal de la grandeza que tuvo y de los recursos de que dispone, sobre todo, cuando acude a la Masia. Aparecieron Riqui Puig y Ansu Fati y le cambiaron la cara al Barça.
A falta de fútbol, se imponen las individualidades y las jugadas, como la que propició el gol de Rakitic que mantiene vivo a los azulgrana en el campeonato después de que el empate de Sevilla le despojara del liderato en favor del Madrid. El 1-0 acabó momentáneamente con la frustración e impotencia del equipo azulgrana, despersonalizado y confundido, estrangulado en el área de un acomodado Athletic.
Aseguró Gaizka Garitano en Bilbao que tenía un plan para ganar en el Camp Nou. La expectación que despertó su anuncio no se correspondió con la alineación cantada en Barcelona ni con el mal final de partido que protagonizó el Athletic. No jugaban de salida Capa, Iñigo Martínez, Dani García, Raúl García y Muniain. El Athletic no parecía el Athletic. El truco se suponía que estaba en la función encomendada a once futbolistas seleccionados para un partido muy concreto contra el Barça. Una manera de disimular las rotaciones que exige el apretado calendario de LaLiga. La apuesta, en cualquier caso, tenía un inicio y un final reconocibles con la presencia de Unai Simón y de Iñaki Williams.
La capacidad de sorpresa de Garitano contrastó con la previsibilidad de Setién. El Barça formó con el tridente y, en ausencia del lesionado De Jong, se coló Arthur, un futbolista tan sospechoso como Griezmann, los dos señalados una jornada más cuando fueron cambiados. El club no para de ofrecer al brasileño en el mercado, sobre todo a la Juve para su posible intercambio con Pjanic, y el francés no encaja con Messi y Luis Suárez. Aunque nunca ha sido riguroso defensivamente, incluso después de no conceder ni un gol desde la reanudación del campeonato, el equipo se desquicia porque se le ha olvidado atacar, obsesionado con dar vueltas alrededor de Messi.
No hay extremos, no llegan los laterales hasta la línea de fondo ni abren el campo, sino que se recogen y los volantes difícilmente filtran un pase, de manera que el fútbol se enreda en el triángulo Messi-Suárez-Griezmann. No juegan los azulgrana en la frontal del área contraria, sino que embisten, tercos y lentos, fáciles de defender, y más para equipos solidarios y trabajados como el Athletic. Los muchachos de Garitano se soltaron muy rápido, desacomplejados y veloces en las transiciones, reiterativos con sus llegadas, faltos solamente de remates, reducidos por los escorzos de Piqué y, especialmente, Busquets.
El fútbol alegre y esponjado del Athletic exigía reiteradamente en defensa al Barça. Nadie enfocaba por el contrario a Unai Simón. A falta de juego por las bandas, el embudo era mayúsculo en el balcón del área vasca para desespero de Messi. Al 10 le marcan los rivales y sus propios compañeros ante tanto apelotonamiento y juego al pie, plano, sin espacio ni desmarques, sabedores los locales y los visitantes que el gol sería de Messi, o de quien quisiera Messi, o no se cantará gol del Barça. El fútbol azulgrana era previsible y precipitado, sin ninguna continuidad, tan insulso que acabó por adormecer también al Athletic.
A Setién no le quedó más alternativa que claudicar en favor de la cantera con un agitador como Riqui Puig y el goleador Ansu Fati, mientras Garitano insistía en su apuesta de cambiar jugadores para dar la sensación de que efectivamente tramaba descerrajar el Camp Nou. El partido se alborotó con los movimientos de los banquillos para suerte del Barça, que le cayó un gol después de una recuperación y un rebote a la salida de un regate de Messi. No tenía más alternativa en su programa: Messi porfió y el balón quedó suelto para el tiro de Rakitic: 1-0. No necesitó más por la rendición del Athletic. Tampoco tenía más plan Garitano ni el Barça en una noche de atasco y de verbena y petardos en Barcelona finalmente redimida por dos jóvenes de la Masia que dejaron en evidencia a las ilustres figuras de Setién.