Guedes, el jugador que siempre promete el paraíso
Superando una negligencia médica que lo ha tenido cuatro meses parado esta temporada, el portugués, coleccionista de goles imposibles, se reengancha en el Valencia
Reo de su fabulosidad, Gonçalo Guedes es el jugador que siempre promete el paraíso. La plasticidad de su colección de goles, soberbios todos ellos, permanecen en la memoria colectiva del imaginario valencianista más reciente. El último desmembró a Osasuna en Mestalla. En una veloz conducción de 65 metros, que convirtió en un descenso de vértigo hacia la portería de Rubén, Guedes se adueñó de un rechace de Jaume Costa entre su área y la línea medular y echó carbón a la potente musculatura de su tren inferior, que se puso a dar soplidos. El cuádriceps de la pierna derecha se tensó para disparar ...
Reo de su fabulosidad, Gonçalo Guedes es el jugador que siempre promete el paraíso. La plasticidad de su colección de goles, soberbios todos ellos, permanecen en la memoria colectiva del imaginario valencianista más reciente. El último desmembró a Osasuna en Mestalla. En una veloz conducción de 65 metros, que convirtió en un descenso de vértigo hacia la portería de Rubén, Guedes se adueñó de un rechace de Jaume Costa entre su área y la línea medular y echó carbón a la potente musculatura de su tren inferior, que se puso a dar soplidos. El cuádriceps de la pierna derecha se tensó para disparar un obús que alojó el balón en la escuadra rojilla. De haber habido público en Mestalla, el estruendo se hubiese escuchado en la playa de la Patacona. Por televisión, la hinchada observó, entre maravillada y estupefacta, una acción mezcla de la gambeta de Maradona y la potencia salvaje de Ronaldo.
Titular en un partido irrelevante ante el Levante y suplente ante el Real Madrid en Valdebebas, hasta llegar a ese gol Guedes ha pasado por varios trances durante este curso. Mientras la sociedad dejaba atrás el estado de alarma, su desconfinamiento ha sido muy personal. Víctima del embrollo que provocó el presidente Anil Murthy al poner patas arriba el departamento médico que había organizado Marcelino, Guedes fue mal diagnosticado por Pedro López Mateu, nuevo jefe de los servicios médicos del club desde la salida del técnico asturiano. El 16 de octubre del año pasado, tras jugar un amistoso con la selección de Portugal ante Ucrania en el que recibió varios golpes, se lesionó en Paterna. El parte médico indicó que, simplemente, se trataba de “un traumatismo indirecto en el retropie derecho producto de una acción en el entrenamiento”. El jugador descansó unos días y volvió a trabajar.
Como el dolor no desaparecía, el portugués visitó a Toño Maestro, el jefe médico anterior al que desplazó Murthy por su amistad con Marcelino, que detectó una fractura en el astrágalo del pie derecho que había pasado desapercibida. Guedes, malhumorado con dos diagnósticos enfrentados, contactó con su agente Jorge Mendes y viajó a Oporto en busca de una tercera opinión el 11 de noviembre. José Carlos Noronha, cirujano portugués que operó a Falcao de la rodilla, coincidió con Maestro. Fractura trabecular en el astrágalo. El tobillo derecho fue inmovilizado. El extremo perdió un mes con esta negligencia médica del club. Finalmente reapareció en Copa del Rey ante el Granada el 4 de febrero, cuatro meses después de caer lesionado.
Su tanto supersónico ante Osasuna es el primero de esta temporada. Llevaba 14 meses sin marcar desde que hizo un doblete ante el Real Betis el 22 de abril de 2019, cuando coronó su última gran racha con ocho goles seguidos. Desde aquel estallido de puro fútbol, excepto a latigazos aislados como el del domingo, todavía no se ha reencontrado.
“Durante el confinamiento ha tomado conciencia de que a su talento ha de sumarle trabajo porque este previene lesiones. Ha vuelto más fuerte físicamente; eso se aprecia a simple vista”, cuentan en el vestuario. El carácter gregario del grupo ha sido decisivo para que supere un momento emocional comprometido. “Los compañeros lo arropan y le insisten en que siga trabajando así”, añaden. El abrazo de Gabriel Paulista tras el gol a Osasuna o la sonrisa de Carlos Soler son significativos.
“Cuando juega enfadado, rinde más”, explican. Sin ser indiscutible para Celades, Guedes tuerce el morro. Pero hasta la tarde del domingo no recordó al jugador que maravilló en su primera temporada convirtiéndolo en el futbolista franquicia del club del murciélago, cuando Peter Lim decidió pagar por él, con el beneplácito de la mayoría de la opinión pública, 40 millones de euros en agosto de 2018, el mayor desembolso histórico en Mestalla. Con 23 años, ha vuelto a ponerse en los raíles.